POR BIZÉN D’O RÍO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA COMARCA DE LA HOYA (HUESCA).
Fue Lucien Briert un espíritu inquieto, ávido de historias y descubrimientos, fascinado por los relatos de la montaña, interesado por la espeleología y apasionado de la fotografía , quien en torno a 1889 realizó sus primeras incursiones en los Pirineos. En 1890 llegó al Monte Perdido y el 13 de agosto de 1891 se adentró en Ordesa. A partir de 1903, aquellas incursiones breves, y «a la ventura», se tornaron sistemáticas, como Briet anotó en sus diarios que, junto a su extraordinario legado fotográfico, se conservan en el Musée Pyrénéen du Château-Fort de Lourdes.
Es justo recordar que Lucien Briet continuó la historia que los montañeros franceses habían iniciado a fines del siglo XVIII, cuando se animaron a explorar la vertiente española de los Pirineos, atraídos por la aventura y el exotismo de un país desconocido cuya belleza les deslumbró. Ramond de Carbonnières alcanzó por vez primera la cumbre de Monte Perdido en 1802. Le siguieron otros viajeros, alentados por la belleza de lugares olvidados cuya travesía era muy complicada. En 1875, Franz Schrader, escribió: «En Francia cuanto más se descendía, más fácil resultaba la marcha. En España, por el contrario, las grandes dificultades estaban abajo: ni puentes, ni senderos […] El sendero, muy español, no estaba indicado sino mediante escasas aberturas entre las espesuras del boj o de las zarzas. Por ello detallaba en sus cuadernos: “Es preciso franquear unos viejos troncos podridos, descender sobre las rocas pulidas descolgándonos de los espinos, deslizarse bajo los pinos o entre las raíces de las hayas…”.
Lucien Briet mencionó siempre en sus relatos a quienes le habían precedido, se detuvo en los topónimos, más o menos acertados, del Valle de Ordesa, aportó datos históricos y geográficos, posibles itinerarios y la guía de un viaje que, al menos, exigía tres días; tomó Casa Oliván, como su refugio durante las travesías, y reivindicó su tarea: descubrir en su totalidad el valle e historiografiarlo en el deseo de que en un futuro «no se estimará completo un viaje a los Pirineos sin rendir homenaje de admiración a sus circos, a sus torreones, a sus bosques y a sus cascadas».
Para que así fuera, recomendó la construcción de una carretera entre Gavarnie y Broto que contribuiría, además, a la prosperidad del Alto Aragón. Y pidió a la Diputación de Huesca y a la Real Sociedad Geográfica que solicitaran al gobierno de Madrid la protección del valle contra leñadores, cazadores y pescadores. Solo así, «el divino cañón se transformaría en la Península en un Parque Nacional». Este sueño de Briet se hizo realidad en 1918.
Tras la campaña de 1911 Lucien Briet no regresó, hasta su muerte en 1921 se dedicó a ordenar sus escritos y fotografías, que recopiló en Soberbios Pirineos. Diez años sin viajar, sumido en la melancolía del entusiasmo que le animó a conocer los secretos de las montañas, tras jornadas de viaje agotadoras y extremas condiciones meteorológicas. Ricardo del Arco informó en El Diario de Huesca, el 11 de septiembre de 1921, la penosa situación en que habían quedado la mujer e hija de Lucien Briet tras su muerte y el riesgo de que su legado se perdiera. Enrique Gistau, decidido impulsor desde 1907 de la edición de Bellezas del Alto Aragón, quiso adquirirlo, aunque finalmente fue Louis Le Bondidier quien logró salvarlo. De las 1600 fotografías que Briet realizó en los Pirineos, 900 corresponden al Alto Aragón, catalogadas por su autor en treinta y tres álbumes correspondientes a sus campañas anuales. Las extraordinarias fotografías ilustraron sus artículos, algunos de los cuales publicó en prensa por entregas, como fue el caso de Los Pirineos y la espeleología, en El Diario de Huesca (1910), y fueron el origen de las series de tarjetas postales que Briet comercializó en 1912: Alto-Aragón Pintoresco (Huesca) y Les Pyrénées (Toulouse).
Ricardo del Arco desde El Diario de Huesca, impulsó el homenaje que el 15 de agosto de 1922 se dedicó a Lucien Briet, conocido como el Cantor del Valle Ordesa. Una estela conmemorativa, situada en el Parque Nacional de Ordesa, junto al camino de Turieto y el puente de Ordesa que comunicaba con la casa Oliván, recuerda «la labor inmensa que año tras año y con un tesón verdaderamente aragonés, vino realizando Lucien . Briet,
FUENTE: CRONISTA
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