POR ANGEL DEL RÍO LÓPEZ, CRONISTA OFICIAL DE GETAFE Y MADRID CAPITAL.
La vuelta al cole es lo siguiente al síndrome post vacacional. Es el síndrome del pre curso escolar. En el calendario de septiembre habrá que instaurar algo así como, el Día de las Lamentaciones del Bolsillo, fecha en la que la práctica totalidad de las familias españolas emiten un llanto colectivo de duelos y quebrantos cuando echan una ojeada a la partida de gastos en el inicio del curso escolar.
Y en esa relación de los conceptos amargos, se meten los libros, el material escolar, la mochila, los uniformes (allí donde se les exigiera a los alumnos), el comedor (en caso de optar por comer fuera) y hasta las actividades extraescolares (deportes, ballet, teatro, pintura, música, informática…), actividades todas ellas de carácter voluntario, pero que van al capítulo de gastos de lo que cuesta por niño empezar el curso.
Tantas son las quejas por este desembolso, que en algunos centros comerciales se puede pagar al material escolar en cómodos plazos y sin recargo, para aliviar la maltrecha economía doméstica escenificada en el ritual lastimero de cada año.
Pero superado este momento traumático, el otoño se encarga de aliviar la situación, y cuando llega el periodo navideño, nadie se acuerda ya del calvario económico, de la empinada cuesta del nuevo curso. Se entra en periodo navideño y se despierta el frenesí por los regalos, los juguetes, las actividades lúdicas propias de las vacaciones navideñas. Papá Noél, Santa Claus, los Reyes Magos vuelven a despertar el despendole consumista, pero de otra manera. Aquí no hace falta que los centros comerciales establezcan una política de cómodos plazos. Todo el mundo se rasca el bolsillo sin exteriorizar una mínima queja, ni siquiera por el precio de los artículos, que en estas fechas alcanzan sus niveles más altos en el mercado de regalo.
Los carros de juguetes en las grande superficies comerciales son conducidos por consumidores sonrientes, convencidos de que transportan una carga de felicidad infantil, adolescente y juvenil en juguetes de nueva generación anunciados en la tele, en telefonía móvil y otros elementos electrónicos, ropa de marca y artículos de elevado caché. Quizá sea el espíritu navideño, pero aquí nadie se queja, todos gastan con alegría, y si el bolsillo se resiente, ya habrá oportunidad de recuperar lo gastado.
Moraleja: el gasto en material escolar, te quiebra la moral; el gasto en juguetes, es más pertinente.
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