POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Ha llegado un tiempo nuevo. Un tiempo de espera. Es Adviento. Dentro de poco, en menos de un mes, la partitura del allegro cantará y proclamará gozosamente al niño que llega y nos trae tantas esperanzas. El que nace sobre montes de corcho, serrín, pastores, puentes, ríos de papel de plata y pesebres iluminados en aquellos belenes de la edad de nuestra infancia. En este tiempo litúrgico, en los templos, está la Corona de Adviento. La que muestro en la fotografía corresponde a la capilla del Convento del Santo Cristo de Pasmo, religiosas clarisas franciscanas de Montijo.
Cuatros velas de color verde, morado, rojo y blanco. La suave y cálida acogedora luz de la capilla, evoca en el color de las lámparas de la Corona de Adviento a cuatro momentos que sucederán a mediados del próximo abril: VERDE. De Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, en el popular paso de la Burrita, acompañado por un agitar de ramos y palmas. MORADO. De Pasión de Jesús Nazareno y Vera-Cruz del todo se ha consumado. ROJO. De claveles del monte hecho sangre del Cristo de la Agonía, en la noche de Jueves Santo. BLANCO. De sudario del Santo Entierro en una tarde de Viernes Santo, de toca de Dolorosa que llora por el Hijo muerto. Pero sobre todo de blanca luz de amanecer, en la mañana de gloria y alegría, triunfante, resucitada y resucitadora.
Adviento en este diciembre de alumbrado navideño en las calles, de sabor a dulces de convento, de sonido del tamborilero de Raphael. De la Virgen peinándose los cabellos de oro con peine de plata fina. De la Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más. De Mary Poppins volando sujeta a un paraguas, junto con los dibujos animados de Disney y la adoración de los Magos de Oriente al comienzo de Ben-Hur que luego se enfurece por la conducta del tribuno Mesala. Los cuentos de Alí Babá y los cuarenta ladrones, el de Charles Dikens. De las macetas de Pascua, las serpentinas y el espumillón. La campaña de Navidad que pide para mitigar la pobreza. Los programas solidarios de televisión que sólo se emiten en estos días. Las coplas de la zambomba en su ronda por la calle de Arriba. Del pavo engordado para ser sacrificado en la mesa de nochebuena.
Llegan días para abrir las puertas a los ausentes que en la nochebuena llaman a ellas, pidiendo que se les haga, aquí, sitio en la mesa, para ser recordados con esas lágrimas que son la forma de decirles que siguen viviendo y siendo queridos. Pero esta Navidad de las buenas intenciones, de los mejores propósitos, de la buena voluntad, pasará muy deprisa. Porque dicen que el tiempo no existe, que el tiempo son aquellas cosas que te pasan, por eso pasa tan deprisa. Un segundo puede ser el origen de los sueños. Un segundo es todo y nada.