POR FRANCISCO JAVIER GARCÍA CARRERO, CRONISTA DE ARROYO DE LA LUZ (CÁCERES).
Ahora que estamos concluyendo 2021, otro año que casi podríamos catalogarlo como “triste y para olvidar” dada la incertidumbre que la actual pandemia nos genera y que parece que no quiere abandonarnos, deseo rememorar para todos mis paisanos lo que fue el año 1991. Un nuevo ejercicio de nostalgia que hará aflorar datos, personajes y acontecimientos que todos tenemos casi olvidados en nuestro “disco duro”. Para algunos, 1991 les puede parecer que está ahí a la vuelta de la esquina, aunque si lo miramos con una perspectiva más amplia nos daremos cuenta que han pasado nada menos que 30 años, tres décadas completas, que se dice pronto.
Para hacernos una idea de la importancia de esa cifra señalaros, por ejemplo, que nuestro actual alcalde era solo un niño de 5 años y el presidente de Paisajes y Fiestas era únicamente un jovencísimo adolescente de 14. En cambio, para los de mi generación, los nacidos en 1963, en ese año de 1991 ya éramos considerados mayores, unos adultos. La mayoría de nosotros, chicos y chicas, ya estábamos casados (entonces el personal contraía nupcias relativamente pronto, y casi la totalidad antes de los treinta, como fueron mis queridos amigos Ángeles y Teo que nos adelantaron a todos), e incluso muchos también tenían algún retoño, como era mi caso particular ya que aquel año nació mi primer vástago, mi hijo Javier, y el de los amigos, Jesús.
Pasadas las tradicionales fiestas de Navidad y de Reyes Magos, el calendario anual de actividades en la villa se iniciaba con la celebración de San Antón, que aquel año fue el 13 de enero y que ya por entonces tenían escasa espectacularidad y no muy distinto a lo que sucede hoy en día. Mucho más sobresalientes fueron las que se iniciaron el viernes 18 de enero y que anunciaron el pistoletazo de salida de las más llamativas de San Sebastián. Aquel año fueron tres días de actividades, desde la “búsqueda del tesoro”, “carreras pedestres y chocolatada”, hasta actuaciones variadas como la del grupo Harriero, “Molina” o “Tola”. Estas últimas tuvieron lugar el sábado por la tarde noche y antes de la magnífica subasta de ofrendas y que llenó la plaza el domingo día 20 de enero. Concluyeron las tres fiestas parroquiales con las que organizaba la Asunción el día de las Candelas, el 2 de febrero, donde junto a la tradicional subasta también los arroyanos volvieron a valorar la actuación del Harriero en versión adulta y los infantiles del grupo.
Como era habitual, el plato fuerte del año llegó con el Día de la Luz. En 1991 se celebró el 1 de abril. Aquella jornada, y después de las tradicionales carreras de caballos y los desfiles de carrozas, actuó la cantante Estela, que por entonces se promocionaba como la “Pantoja de Extremadura”. El cartel de aquel año fue realizado por Alonso Pérez Serrano que recibió la cantidad de 15.000 pesetas. También hubo premios para las carrozas típicas y artísticas (35.00 pesetas para las ganadoras); para las mejores comparsas y parejas ataviadas con la vestimenta tradicional (3.000 pesetas para los triunfadores); y, por supuesto, para caballos y jinetes. El primer premio estaba dotado con 7.500 pesetas y medalla de oro, aunque también recibió premio de 1.000 pesetas y un trofeo hasta el caballo 50 de los que participaron aquel día.Casi sin tiempo para recuperarse de las actividades anteriores, dos días después, entre el 4 y el 22 de febrero, y organizado por el Ayuntamiento que dirigía Felicísimo Bello, tuvo lugar un ambicioso programa de Carnavales. En el mismo destacó un concurso para elaborar cabezudos y los simpáticos pregones carnavaleros en romance, toda una novedad aquel año. Durante las tres noches de aquel primer fin de semana (8,9 y 10), y en la caseta municipal que se levantó en la Plaza de la Constitución, justo delante de la actual biblioteca, actuaron 3 magníficas orquestas, una cada jornada, y que tuvieron al personal bailando toda la noche (orquestas Xanadú, Brass y Escarlata). El 12 de febrero tuvo lugar la concentración del entierro de la sardina en la plazuela del Santo, distintos cortejos fúnebres que hicieron la delicia de pequeños y mayores. Por último, señalar que la comisión de festejos decidió que el primer premio de la cartelería carnavalera, de las mejores de la historia en estos concursos, recayó en el trabajo que al alimón realizaron Fátima Santisteban Rastrollo y Dolores Pallero Espadero.
Tres días más tarde, tuvo lugar la bajada de la Virgen de la Luz, aquel año el mayordomo-presidente, José Manuel Bañegil Molano, encargó el pregón de salutación a José Antonio Calderón y Alonso de Liébana, quien elaboró un sentido pregón a la Madre de todos. En relación con las fiestas del Día de la Luz y la tradicional Romería posterior, el Ayuntamiento organizó con relativo éxito diversos concursos populares. Entre ellos destacaron el de engalanamiento de ventanas y balcones, el de escaparates en los distintos comercios, además de los de dibujo y redacción.
Casi en paralelo con las anteriores actividades, desde el día 15 y hasta el 28 del mes de abril, Arroyo se llenó de teatro. Durante esos días tuvo lugar la V edición del certamen de teatro para grupos no profesionales de Extremadura, un evento que había nacido cinco años atrás, también durante el mandato de Felicísimo Bello como alcalde, y por iniciativa de la asociación La Senara y la Casa de la Cultura. Ese año cogió el testigo otra de las asociaciones míticas de la población, “Garabatos”.
Diecinueve fueron los grupos de teatro extremeños que quisieron participar en aquel certamen, un número que desbordó todas las previsiones de los organizadores. Fueron cinco los definitivamente elegidos para que representaran sus obras (Jarandilla de la Vera, Aceuchal, Navalmoral de la Mata y dos grupos de Mérida). El de Navalmoral mostró una magnífica representación de la obra teatral ¡Ay Carmela!, que fue, en definitiva, la ganadora de aquellas magníficas y entretenidas jornadas. El grupo obtuvo un premio de 125.000 pesetas y, además, la protagonista se embolsó 25.000 pesetas más como ganadora al premio a la mejor actriz.
Concluido el certamen el mes de mayo se llenó, como pocas veces había sucedido a nivel local, de mítines, panfletos y propaganda política. El 26 de mayo se celebraron unas elecciones locales con nada menos que seis candidaturas distintas, lo que decía mucho del interés de los arroyanos de entonces por participar de la gestión de los problemas locales.
Con ser esto muy significativo, lo más trascendental, e histórico, de aquellos comicios fue el resultado final del mismo. Por primera vez, y hasta la actualidad en los más de 40 años de juego democrático que llevamos, el imbatido PSOE local fue derrotado sin paliativo alguno por una candidatura independiente, ASOI, el grupo que lideraba el que ya llevaba 8 años siendo alcalde precisamente bajo las siglas del PSOE (Felicísimo Bello Merino), y que un tiempo atrás, y por segunda vez en su peripecia vital, se había desligado del partido de manera oficial. Más pronto que tarde tendremos que realizar un artículo monográfico y extenso a este magnífico alcalde que no deja de ser “memoria viva” de la Transición y la democracia en nuestra localidad.
Y este mal resultado se produjo a pesar que el PSOE presentó para aquellas elecciones un candidato de absoluta solvencia, el maestro arroyano de EGB Máximo Salomón Román. No obstante, el carisma del que llevaba 8 años al frente del consistorio, unido a algún error de campaña del candidato socialista provocaron que Felicísimo se alzara con la mayoría absoluta para los cuatro siguientes años. Felicísimo venció en todos los colegios electorales de la localidad, desde las Escuelas Graduadas hasta el Hogar Juvenil, Casa de Cultura, Colegio de las Monjas, Pozo del Hambre o San Marcos. En esta última demarcación, por ejemplo, Felicísimo quintuplicó en votos a su oponente. En total 2.534 arroyanos se decantaron por ASOI frente a las 949 papeletas que optaron por el PSOE. A gran distancia se situó Izquierda Unida (Marcelo Parra Aparicio con 324 votos); Partido Popular (Carlos Amador Paredes, 216 votos); Extremadura Unida (Julián Marcelino González Chaves, 141 votos) y Centro Democrático y Social (Joaquín Crespo Crespo, 90 votos). Con estos resultados 9 concejales fueron de ASOI, 3 colocó el PSOE y el último se lo adjudicó Izquierda Unida.
Constituido el nuevo consistorio, una de sus primeras actuaciones fue la organización de las que ya eran tradicionales fiestas de verano, del “emigrante” se diría en más de una ocasión. Actividades festivas que ya estaban perfectamente consolidadas en la población desde la década anterior. Aquel año las fiestas tuvieron lugar entre el 3 y el 15 de agosto. El pistoletazo de salida tuvo lugar el día 2 con la elección de la reina de la belleza (Isabel Gibello), sus damas de honor y el míster de Arroyo de la Luz (Rafael Cordero), un evento que presentó con gran soltura el posteriormente malogrado Miguel Ángel Bello (D.E.P). En aquellas fiestas se contabilizaron desde festejos de rejones (Fermín Bohórquez), varias verbenas populares, charlotadas, cine, exposiciones, juegos de mesa, competiciones deportivas, maratón fotográfico, gigantes y cabezudos, festival folklórico internacional (Polonia, Lituania y el Harriero), III Concurso Premio Hermanos Caba, e incluso un guiñol que se trasladó en hora nocturna al parque de la Cruz de los Caídos.
Como venía sucediendo desde el siglo XIX, las ferias se iniciaron con la apertura del tradicional mercado de ganado en este caso en las inmediaciones de la Charca Grande. Posteriormente los gigantes y cabezudos recorrieron las calles del pueblo y aquella noche en la plaza tuvo lugar un espectáculo de cabaret que fue muy aplaudido por el público asistente. El día siguiente, que era viernes, actuó la intérprete de canción española Tamara y desde las 12 una magnífica verbena con la orquesta Cámara que tuvo de nuevo al personal bailando hasta altas horas de la madrugada. Los más jóvenes ni se marcharon a dormir, porque a las ocho de la mañana del sábado, y llegadas desde el Santo, la plaza se llenó de vaquillas del aguardiente y hasta las 10. A las 5 de la tarde una nueva suelta de vaquillas hasta bien avanzada la tarde. La jornada concluyó con una nueva verbena y unas nuevas vaquillas, mañana y tarde en la jornada del domingo. Aquel día 15 de septiembre se dio por finalizadas las ferias con la quema de una colección de fuegos artificiales en las inmediaciones del río Pontones. Como complemento final de actividades, la semana del 16 al 20 de septiembre se proyectaron en la Casa de la Cultura varias películas de actualidad.Pocos días después, la corporación ya estaba preparando la que iba a ser la 173 edición de nuestras tradicionales ferias y fiestas de septiembre. Una serie de actividades previas anunciaron lo que iba a llegar. El 8 de septiembre, Día de Extremadura, varios autobuses de arroyanos se trasladaron a Trujillo con el fin de asistir a los actos programados por la Junta, un día después tuvo lugar un maratón popular en varias categorías y el 10 de septiembre que se bautizó como “Día de la Bicicleta” pero en el que también tuvo cabida una competición de tenis de mesa.
Próximo a concluir el año, y antes de llegar a su final, el mes de octubre también presentó nuevas notas llamativas, y poco habituales en nuestra provincia. Aunque no sucedió en Arroyo, me consta que algunos arroyanos participaron de aquellas protestas masivas que seguro que más de dos recordarán. Nos referimos al 13 de octubre cuando centenares de jóvenes arrasaron el centro de Cáceres en protesta por el adelanto del cierre de los bares de la zona de la Madrila, punto de encuentro entonces de la movida cacereña. La gobernadora Alicia Izaguirre había ordenado el cierre a las 3.30 h cuando esos pubs no solían cerrar hasta las 6 o 7 de la mañana.
Algunos nunca entendimos ese grado de violencia (escaparates destrozados, farolas arrancadas, cabinas telefónicas, kioscos por los suelos y salón de actos del Edificio Múltiple completamente vandalizado), para una protesta sobre el ocio cuando las cifras de paro, falta de industrias y otros problemas mucho más graves y casi endémicos acuciaban a la población extremeña, pero ese fue lo que sucedió y el motivo último del enfado de los jóvenes. El año 1991 tocaba a su fin y se iniciaba un 1992 lleno de esperanzas para todos los españoles, extremeños y arroyanos incluidos, lógicamente. El año de las olimpiadas de Barcelona, de la Expo sevillana y del AVE (Madrid-Sevilla, claro). Al nuestro todavía seguimos esperándolo ¡30 años después!