REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA.
EVOLUCION HUMANA. LA CULTURA IBERICA. 9ª ENTREGA
J. La Comunidad Valenciana – Eldorado mediterráneo, desde principios del I milenio hasta el comienzo de la Era Cristiana. La I Edad del Hierro. La II o Cultura Ibérica: esplendor en la Edad Antigua. Cerámica ibérica, moneda ibérica, armamento ibérico, tecnología ibérica, Lengua Ibérica, sociedad ibérica.
Los indicios hace unos años, ahora más amplios, en Pic dels Corbs (Sagunto), Vinaragell (Burriana), Mola d´Agres (Agres), Los Villares (Caudete de las Fuentes), (Cocentaina), La Fonteta (Guardamar del Segura), Illeta del Banyets, etc. nos hablan de una Primera Edad del Hierro entre la Edad del Bronce y la Segunda Edad del Hierro o Cultura Ibérica, suavizando el tránsito entre estos dos últimos, que naturalmente se suponía brusco dadas las grandes diferencias culturales, sociales y tecnológicas entre ambas, lo que obligó, una vez más y ahora con insistencia, a buscar el origen del cambio en una masiva invasión que, primero se supuso africana y, más tarde, europea, esta segunda procedente del mundo ario a través de lo celta.
Domingo Fletcher Valls, con mayor clarividencia y documentación demostró suficientemente que el cambio fue gradual y lo protagonizó la propia población autóctona, bien la prehistórica de la Edad del Bronce como se creía hace algunos años, bien la Protohistórica de la Primera Edad del Hierro como empezamos a sospechar ahora si, como suponemos, queda definitivamente demostrada la extensión de esta Primera Edad del Hierro por todo el territorio valenciano.
En cualquier caso el proceso que provocó la profunda transformación cultural, tecnológica y social fue gradual, protagonizado por la población autóctona, los aborígenes o nativos si utilizamos el lenguaje moderno de conquistadores y colonizadores, en este caso los Iberi o habitantes de las tierras bajas o costeras de la fachada mediterránea de la península o extremo occidental de Europa, en los confines del Mediterráneo o mundo conocido por entonces, península a la que se le dio el nombre de Ibérica por extensión del nombre aplicado a la misma, aunque dentro de aquélla otros pueblos y otras gentes, Turdetanos, Celtas, Vascones, etc. se repartían el territorio.
El mecanismo o proceso del cambio lo fue por simple y continuada aculturación a través de la activación del comercio mediterráneo a partir del año 1.000 B.C., si creemos en las dataciones más antiguas que nos proporcionan las fuentes clásicas.
Los contactos constantes y crecientes con comerciantes fenicios y griegos, que establecieron sólidas y florecientes factoría-ciudades comerciales en las zonas costeras mediterráneas permitieron transmitir los avances, tecnológicos fundamentalmente, del mundo mediterráneo oriental y, así, el torno de alfarero y los hornos de cocción indirecta revolucionaron la producción cerámica, que imitando o no las formas alóctonas produjeron conjuntos personales, la Cerámica Ibérica; la introducción del hierro para herramientas, armas y útiles diversos, la Metalurgia Ibérica, especialmente diferenciada con la falcata o sable ibérico; y así la moneda ibérica, los poblados ibéricos o urbanismo ibérico, necrópolis ibéricas y Arte Ibérico, desde el Periodo Orientalizante hasta el religioso posterior de los grandes santuarios rurales.
Mención especial merece la Lengua Ibérica, expresada y conocida a través de la escritura ibérica. Se trata de la lengua autóctona, de los Iberi, representada, es decir escrita sobre plomo, bronce, cerámica o hueso a través de un alfabeto oriental “prestado” o traído por los comerciantes establecidos en las factorías costeras. Su aplicación a una lengua desconocida ha impedido su fácil traducción y, hoy, se redoblan los esfuerzos investigadores para conseguirlo.
El resultado global de todo ello fue la Cultura Ibérica plenamente desarrollada desde el siglo VI BC y que con la Romanización aceptó el proceso unificador de la misma adoptando lengua, tecnología, religión y usos y costumbres de los conquistadores.
Hubo un extraordinario desarrollo del urbanismo, consecuente también a la gran explosión demográfica producto de la excelente situación económica decisivamente influenciada por las favorables condiciones climáticas y las nuevas tecnologías agrícolas, aparte la actividad comercial creciente, factor de desarrollo o consecuencia del mismo.
Se supone que el atractivo comercial, inicialmente, lo fue la abundancia de metales preciosos, oro y plata, apoyada esta hipótesis en el hallazgo del Tesoro de Villena, datado hacia mitad del siglo VIII BC, que junto al Tesorillo de Cabezo Redondo y a otros hallazgos, especialmente de la zona villenense, son indicio de su abundancia. Lo que apunta la posibilidad de que el mundo oriental creyera en la existencia de una especie de Eldorado en los confines mediterráneos, apoyada esta creencia en algunos pasajes de las fuentes clásicas.
Se construyen grandes ciudades en lo alto de inaccesibles lomas, con trama urbana perfectamente estructurada, rodeadas de imponente aparato defensivo. Algunas de estas grandes urbes representan una especie de capitalidad comarcal, lo que parece perpetuarse hasta nuestros días y una red de caminos aparece uniendo otros establecimientos humanos de menor categoría, poblados, caseríos, etc. con aquélla, como producto de la estabilidad social y económica y de las constantes relaciones sociales y comerciales.
Es un nuevo momento de esplendor, ahora más significativo por los avances experimentados.
FUENTE: R.A.C.V