POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIA DE PRAVIA (ASTURIAS).
A un loro que vivía al lado de mi casa le cortaron las alas varias veces hasta que se acostumbró al alpiste y a la jaula. Una gallina despistada empolló un huevo de pato y al romper el cascarón el patito se lanzó a caminar hacia el río, pero ella, asustada, le impidió bañarse.
El instinto dicta el deber, pero a veces la vida proporciona pretextos para eludirlo; asumimos gran cantidad de tareas insatisfactorias por no tomarnos el trabajo de dar salida a nuestros reflejos, de escuchar esa voz, más profunda que la conciencia, que sale del ADN. Feliz 2022 y que nadie os corte las alas ni os patrocine un proyecto que os aleje de vosotros mismos. Apostad por la emoción y ojalá consigáis vuestros deseos sin demasiada fatiga.