ATENTADO CONTRA EL REY DE ESPAÑA. LOS DOS ÚLTIMOS DÍA DE MATEO MORRAL Y SU PASO POR COBEÑA.
Ene 26 2022

POR JOSÉ JULIO ORTIZ CHISVERT, CRONISTA OFICIAL DE COBEÑA (MADRID).

En la quinta imagen, el Ventorrro de los Jaraíces en junio de 1906

Hace ya más de 115 años, el 31 de mayo de 1906, un rey de España, Alfonso XIII “El Africano”, sufrió un atentado a manos de un anarquista de izquierdas catalán, Mateo Morral, que lanzó una bomba contra el cortejo nupcial de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg el mismo día de su enlace matrimonial, causando la muerte de veinticinco asistentes y más de cien heridos. No obstante, los reyes salieron indemnes. La bomba, camuflada en un ramo de flores, golpeó contra unos cables del tranvía que la desvían de su ruta, evitando que cayese sobre la carroza de los reyes.

Hasta aquí lo que todo el mundo conoce que sucedió, pero, ¿qué fue de Mateo Morral, el asesino y autor del atentado?…

Mateo Morral huye sin ser capturado en ese momento y se esconde en las instalaciones del periódico “El Motín”, semanario republicano, satírico y anticlerical. De aquí, el director de dicho periódico le escondió en la casa del tipógrafo del propio semanario, donde pasó la noche.

Al día siguiente, la madrugada del 1 de junio, se levanta a las 4 de la mañana y tras desayunar huye de Madrid, supuestamente, con intenciones de llegar a su Cataluña natal, donde esperaba tener refugio y escondite entre sus adláteres. Sale de la capital y va caminando campo a través, y aunque no he podido encontrar por dónde cruza el río Jarama, todas mis investigaciones apuntan a que lo hace por el puente de Barajas hacia Paracuellos.

Allí se desvía por la carretera que va hacia Belvis y según mis investigaciones, ese día Mateo Morral pasó la noche en Cobeña. Morral fue campo a través solo y sin ayuda de nadie, pasando por Belvis de Jarama y acabando el día en nuestro municipio. Pasa la noche en Cobeña y tras ello parece que prosigue su deambular sin rumbo fijo.

Mateo Morral pasó su segunda noche tras el atentado perpetrado contra los reyes, en el municipio de Cobeña, intentando pasar por poblaciones pequeñas, tal vez dirigiéndose a Cobeña, porque por las inmediaciones estaba Algete, pueblo mucho más grande en donde le sería más difícil pasar desapercibido y ser Cobeña un pueblo mucho más reducido que la localidad vecina, pues Algete tenía unos 1300 habitantes y Cobeña solo unos 350. Cabe la posibilidad de que en Cobeña se escondiese en algún pajar o en alguna de las varias edificaciones que había en ruinas, o incluso que, para evitar ser visto, durmiese al raso. En una de las fuentes por mi consultadas dice que esa segunda noche la pasa al raso, en Cobeña.

Al día siguiente, por la mañana, y hambriento, pues no había comido nada desde el día anterior en el desayuno, tras comprar algo de comida en Cobeña, (tal vez para pasar desapercibido), preguntó si alguien le podía dar trabajo en el pueblo, dando sensación de ser un obrero en busca de faena. Morral iba vestido de mecánico, ropas que le proporcionaron sus protectores del periódico el día antes. No obstante, en Cobeña por entonces no había maquinaria alguna, por lo que su comentario resultó perfecto para poder continuar su huida. Extrañamente no levantó sospechas aquí en Cobeña, y eso que ya corría por todos sitios la noticia de su persecución.

Tras esto abandonó Cobeña, supuestamente con la clara intención de llegar al tren que le llevase hasta Barcelona. Así se encaminó hacia Daganzo. Allí, según aparece en las Diligencias del Juzgado de Instrucción del Sumario Judicial, (sumario 220/1906), por mí consultado, compró en Daganzo unos pañuelos de moco a unos vendedores ambulantes.

No obstante, en otras fuentes consultadas diferentes a la del sumario, (que no parece ser un sumario muy ortodoxo), dicen que; [aquella mañana del 2 de junio de 1906, Morral salió de Cobeña y caminando por el campo llegó desorientado cerca de un pueblo donde preguntó a un chico de 14 años, (que estaba trabajando la tierra), si estaban en la provincia de Toledo y si por allí había estación de tren. El chico le dijo que estaban en Ajalvir, que era pueblo de la provincia de Madrid y que el tren más cercano estaba en Torrejón.

Morral le preguntó al chico si había algún mesón para comer y el chico le dijo que había uno en el pueblo y este se encaminó hacia él.

Hacia las 10 de la mañana Morral llegó a Ajalvir donde compró pan en un horno y después fue al mesón del pueblo para comprar jamón. En el mesón entraron dos vendedores ambulantes y Morral les compró dos pañuelos con los que se tapó una herida que tenia en la mano y les preguntó en dónde podía tomar un tren. Entonces le dijeron que en Torrejón de Ardoz y le indicaron el camino. Después Morral se dirigió hacia de Torrejón de Ardoz.

Al salir del pueblo de Ajalvir, Morral despertaba sospechas entre los que le vieron e incluso unos niños le seguían bromeando diciendo: “Este es el anarquista que buscan”].

Ya en Torrejón se encaminó a la estación, pero notando que en la estación le miraban con sospecha, salió de Torrejón por la carretera que va hacia Loeches. Cerca del río Henares, y en término de San Fernando, encontró una venta. La venta era un pequeño ventorro, “El Ventorro de los Jaraíces”, en el que aparece Morral sobre las seis de la tarde y en el que su dueño, Gerardo Chamorro Méndez, y su mujer, Fermina Treissaz Gómez, le atienden. La mujer, de origen francés, había nacido no obstante en el vecino pueblo de Loeches; era bajita y regordeta pero al parecer bastante avispada. La foto de Morral había sido publicada en la prensa el día de antes, pues al registrar su alojamiento en Madrid encontraron sus pertenencias, conociendo quien había sido el autor del atentado y de donde procedía. Así ese mismo día registraron su casa de Sabadell, donde obtuvieron fotos de él para publicar.

Morral, cansado y hambriento, pidió en el ventorrillo una tortilla francesa de tres huevos, una tajada de bacalao frito, un panecillo y un cuartillo de vino que le sirvieron en una jarra y que se dispuso a comer en el exterior, en el espacio cubierto adosado a la fachada del edificio. Fermina, la mujer del ventero, le dijo a su marido que sospechaba que podía ser el que había atentado contra los monarcas. Gerardo, que en otras versiones llaman Jenaro, le preguntó a Morral de donde venía y Morral le dijo que venía de Cobeña y que quería ir en tren hasta Zaragoza. El marido disimuladamente cogió su mula y corrió a avisar a la Guardia Civil de Torrejón de Ardoz y la dueña de la venta estuvo departiendo y hablando mucho rato en el porche con Morral, tal vez para entretenerle.

Más tarde, a la venta llegó el guarda de la finca y palacio de Aldovea, muy cercano a la venta. Este era rubio, de ojos azules muy claros, muy grande de cuerpo y alto de estatura, se llamaba Fructuoso Vega y cargaba un fusil de la marca Remington. La mujer del ventero no tardó en avisarle… “Ese es el que ha tirado la bomba al rey”.

El guarda no duda en pedirle la documentación y para evitar inconvenientes, detenerle e indicarle que le acompañe al cuartel de la Benemérita. Morral, cansado, no pone resistencia, y saliendo de la venta se encaminan los dos hacia Torrejón. En ese instante se sucede lo inesperado… nada más salir de la venta se oyeron unos tiros, primero uno y luego otro. Rodeado por la Guardia Civil, Mateo Morral y el guarda yacían en el suelo con sendos disparos de bala en el pecho.

La versión oficial; que tras disparar al guarda Morral se quitó la vida pegándose un tiro en el pecho con una supuesta pistola que llevaba de pequeño calibre. La versión más plausible; Morral no se pudo suicidar. Más bien, Morral y el guarda fueron abatidos con un fusil de mayor calibre, de unos 11 mm, produciéndoles la muerte, primero de Morral y luego del guarda para no dejar testigos, acallándose así para siempre los verdaderos autores intelectuales del intento de asesinato de los reyes. Tras mis análisis de las fotografías, no cabe duda de que los cadáveres de Morral y Fructuoso cuentan una historia. La pistola Browning que se le atribuye no pudo hacer el agujero de bala que les produjo la muerte pues esa arma es de reducido calibre. El guarda fue enterrado en su localidad natal, Loeches y en su honor, el duque de Tovar, propietario de la finca y palacio de Aldovea, costeó una cruz que se colocó en el kilómetro 4 de la carretera de Torrejón a Arganda, y que se mantuvo allí hasta que fue retiradas por autoridades republicanas en la época de la Segunda República española. Al cadáver de Morral le hicieron inexplicables fotografías, en las que parecía estar leyendo un libro, estar sentado o de pie…

La viuda de Vega recibió la suma de 25.000 pesetas, un buen capital para 1906.

En la primera imagen se ven los cuerpos de Morral y Vega.

En la segunda imagen se ve una extraña reconstrucción del lugar y postura de los cadáveres.

En la tercera y cuarta imagen se ve a los propietarios de la venta, Gerardo Chamorro y Fermina Treissaz.

En la quinta imagen, el Ventorrro de los Jaraíces en junio de 1906

En las siguientes fotos, otras imágenes más modernas del ventorro

En otras fotos; Vega, el guarda de Aldovea y la viuda de Vega.

Retratos de Mateo Morral, ya muerto, en posiciones de vida, como de pie, sentado, leyendo etc.

Finalmente el cadáver de Morral en el Ayuntamiento de torrejón, en el que se le ve muerto y el orificio de bala de grueso calibre que le produjo la muerte.

En la amplia colección de fotografías que he podido recopilar también se ve a Morral en la caja que le metieron y donde le llevaron el día 3 de junio en tren a Madrid, algunas de las cuales aporto.

También aporto una fotografía de su autopsia y del juez municipal de Torrejón de Ardoz que realizó las primeras diligencias así como del juez que instruyó la causa.

Fuentes:

«Mateo Morral, el anarquista», de José Esteban.

«El republicanismo Lerrouxista en Cataluña (1901 a 1921)» de Josep B. Culla.

Blog «A Cops» (A Golpes).

«Memoria Histórica». Artículo de Josep A. Carreras.

«Biblioteca Nacional de España».

Periódicos y hemeroteca de la época.

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