POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Nuestras madres acudían a las tiendas de la época, que entonces se denominaban: “Ultramarinos y coloniales” ¡Casi nada! ¿Cómo definir estos establecimientos? ¿Memoria de posesiones coloniales en ultramar? ¿Géneros o comestibles traídos de otra parte del mar? ¿Productos finos del Reino y Ultramar? Además, fíjense cómo su definición se complica: “Ultramarinos finos”, “Comestibles finos y chacinería”, “Coloniales al por mayor”, “Ultramarinos y paquetería”, “Coloniales y vinos”, “Coloniales y embutidos. Especialidad en jamones”, “Coloniales y paquetería”. ¿Recuerdan sus olores? A sardinas, a pimienta, chacina, tocino de veta, a pepinillo en vinagre, a conservas, a especias, a queso, a café de estraperlo, a pan recién hecho… Olores y recuerdos que se van, pero que también vuelven.