UN OBRERO DE DIOS.
Feb 06 2022

POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).

(Artículo en Crónicas del Pueblo). Este mes, en la columna “Desde el Mirador”, publico un artículo sobre el que fue párroco de San Pedro Apóstol de Montijo, don Emilio Sánchez Saavedra. Que estuvo al frente de ella desde 1991 hasta 2004. La mañana del 26 de enero de 2015 me llegaba una triste noticia. En la casa parroquial de San José de Mérida fallecía el sacerdote Emilio Sánchez Saavedra (1943-2015), párroco de ella. Noticia de esas que, al no esperarla, te deja desconcertado.
Siete años después de su óbito, porque a veces hay artículos que bloquean mente y teclado, hago ahora ejercicio de cuánto este obrero de Dios hizo por la Parroquia de San Pedro Apóstol durante los años que fue responsable de ella, desde 1991 hasta 2004. Don Emilio fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1967, festividad de San Pedro y San Pablo. Cuando nos dejó, poco le quedaba para llegar al cincuenta aniversario de su ordenación. Perteneció a una de las primeras hornadas de sacerdotes salidos del Seminario tras el Concilio Vaticano II (1959-1965), que trajo un aggiornamento o puesta al día de la Iglesia. El Concilio había marcado a don Emilio. Se opuso a ciertas prácticas y devociones, ‘devocioncitas’ solías llamarlas, pues las relacionaba con Trento.
La primera parroquia que tuvo fue la de La Nava de Santiago. Un cura joven para una parroquia de un pueblo que hacía seis años que había sellado el ritual de la romería, en la finca de Matapegas, a Santa Quiteria. El joven Emilio dejó poso de su buen hacer en La Nava. Animó para que se crease la Cooperativa del Campo Santa Quiteria, motor económico de la población. Con Ramón Carretero propició la restauración de la imagen de la Patrona por un especialista acreditado del Museo del Prado. Faenó para que la juventud contase con un local del Tele Club Parroquial, movimiento de acción social católica. Puso empeño y dedicación en el fútbol del C.D. La Nava. A don Emilio le gustaba el fútbol, fue un apasionado seguidor de los Leones de San Mamés. Después llegó Villar del Rey y Alburquerque. Al párroco Emilio le marcaron estas comunidades por su devoción hacia dos imágenes marianas patronales: la Virgen de la Ribera y Ntra. Señora de Carrión. Fue su preparación hacia lo que estaba por venir: Montijo y con él Ntra. Señora de Barbaño.
Cuando llegó a San Pedro Apóstol se puso la ropa de trabajo y, tras observar, preguntar y callar, trazó un orden de prioridades para revitalizar la comunidad: catequesis, liturgia, enfermos, ornamentación, cofradías… Fijó la economía. Acometió obras muy necesarias en el templo: iluminación eléctrica, nuevos bancos, pintura, altar, sede, ambón, mobiliario para la sacristía, despacho parroquial. Restauró gran parte del ajuar litúrgico. Puso sus prioridades también en la ermita de Jesús, restaurando el retablo mayor y el cuadro de la Aparición de la Virgen del Pilar al apóstol Santiago. Creó la Hoja Parroquial porque le entusiasmaban los medios de comunicación. Decía que desde ellos se evangelizaba. Gracias a él, primero con Onda Cero y luego en Punto Radio, se difundía el programa Iglesia en Camino. Disfrutaba en Navidad con el certamen de belenes como catequesis familiar, y, especialmente, con la Campaña del Kilo, de la que fue organizador. Con su coche y altavoz la anunciaba por el pueblo. Más de cien cajas de alimentos se enviaban a la Casa de la Misericordia de Alcúescar. Un camión las llevaba, junto con un autobús lleno de catecúmenos de Confirmación. Una experiencia que él resumía en el slogan: “Esta Navidad sienta un anciano en tu mesa”. Remodeló la Casa Parroquial, adecuando la planta alta en vivienda. Puso su mirada en la Virgen de Barbaño. Con él surgió la Junta Gestora, con la finalidad de actualizar la Hermandad. Animó para que se restaurara la imagen y enseres, y se levantara el Centro Pastoral de la Patrona de Montijo. Le quedaron más cosas por hacer, pero el Obispo lo envió a la parroquia de San José, donde construyó el Centro Parroquial e impulsó la actividad de la cofradía de la Sagrada Cena. Y allí, el que fue párroco y arcipreste de Mérida, buen obrero de Dios, se fue a la Tierra Santa que está en los cielos.
https://cronicasdeunpueblo.es/art/40589/un-obrero-de-dios

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