POR BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA (ALICANTE).
Francisco de Paula Mellado escritor y editor de mediados del siglo XIX emprendió un viaje por España en 1846 junto con su amigo Mauricio. Entre los lugares que visitaron estaban Xixona y las cuevas de Canelobre, como hemos expuesto en otros artículos. Sus impresiones fueron publicada en 1849 en su libro Recuerdos de un viaje por España.
Seguidamente exponemos la leyenda que nos cuenta Francisco de Paula Mellado sobre Cabeçó d’Or.
«Sentámonos a descansar sobre uno de los muchos peñascos que interceptan el paso y que hace fatigosa y arriesgada la inspección de esta gruta, y preguntamos a nuestros guías, dos esbeltos y ligeros jóvenes de Busot, si no sabían algo de su historia, que no podía menos de ser interesante. Desde luego nos respondieron afirmativamente, pero rehusaron referírnosla allí. Manifestando cierto sentimiento de terror que hubimos de respetar. Una vez fuera de aquel admirable recinto, habló uno de ellos poco más o menos en estos términos.
Había un rico y grande señor árabe en Denia, llamado Cabeza de Oro, que tenia muchos barcos, siempre navegando en busca de niñas bonitas para su harem; pero inconstante hasta dejárselo de sobra, se cansaba de ellas al instante y las vendía de nuevo ó regalaba á sus amigos.
Cierto día uno de sus bageles apresó otro donde iba una hermosísima dama cristiana que viajaba para reunirse con su esposo, que era un noble aragonés que se hallaba en Italia, y se enamoró perdidamente de ella.
Aunque agotó cuantos medios le sugirió su mal deseo, nada pudo conseguir de la honesta matrona, y ardiendo en ira, y con ayuda del diablo, que era su grande amigo, cavó esta gruta donde la encerró y dejó encantada, colocando un gran peñasco á su entrada que solo él podía mover por no sé qué talismán. Todos los días venia Cabeza de Oro á visitar á su victima, pero siempre encontraba en ella la misma resistencia, y lloraba tanto á su perdido consorte, que de sus lágrimas se formaron al cabo de diez años los estanques ó balsas de que hemos hablado antes.
En tanto su esposo, que la amaba en estremo, había recorrido buscándola la mayor parte de la tierra, y guiado por la Virgen Nuestra Señora, de quien era muy devoto, llegó á esta gruta á tiempo que Cabeza de Oro se hallaba en ella. Sin considerar lo que hacia dio con su espada en la gran roca que cerraba la entrada, y como aquella tenia la figura de la cruz, deshizo el encanto rompiendo la peña en dos pedazos, uno de los que cogió debajo al maldecido moro, cuyo nombre se dio al monte.
Los dos fieles esposos ya reunidos se dirigieron á su país, hicieron vida santa y fueron al cielo.
Azuzando mucho á nuestras cabalgaduras, pasamos de prisa por Muchamiel, villa distante una legua de Alicante, á cuya ciudad llegamos ya cerrada la noche”.
Resulta curiosa la leyenda expuesta anteriormente en la que encontramos a un sultán maléfico que captura a una dama cristiana, siendo su amado, un valeroso paladín, quien con el apoyo y la guía de la Virgen María consigue romper el hechizo que mantenía a su amada presa en el interior de la montaña.
Esta leyenda sobre el Cabeçó d’Or y su tesoro difiere bastante de la versión que nos ofrece GÓNZALEZ CATURLA,J (1989). En ella se cuenta la historia de un rico musulmán que tras la conquista cristiana vivía en Busot.
Gran trabajador, había acaudalado una pequeña fortuna, de la que la única heredera era su hermosa hija. Tras sublevarse los moros de los alrededores, el recelo y el odio de los cristianos de esta población fronteriza aumentó. Nuestro protagonista planeó esconder su tesoro en el interior del Cabeçó para que estuviera a salvo y su hija tuviera asegurado el porvenir. Sin embargo, después de enterrarlo, fue sorprendido por un grupo de envidiosos cristianos que tras torturarlo le dieron muerte a la caída del sol. Su hija preocupada por la tardanza de su padre se fue en su busca, encontrándolo muerto a la vera del camino a los pies de Cabeçó.
Pero oh! insensata fortuna, los mismos que habían matado a su padre la descubrieron y cortándole el camino de regreso a su casa. Entonces le preguntaron sobre el paradero del tesoro, diciéndole que si no lo revelaba correría la misma suerte que su progenitor. Así que no tuvo más remedio que huir hacia Cabeçó adentrándose en su gruta con la intención de salir por El Campello. Cuando sus perseguidores estaban a punto de atraparla desde la profundidad de la caverna maldigo a todos aquellos que buscaran su tesoro, porque lo único que encontrarían sería su muerte. Estas palabras retumbaron en la gruta asustando a los codiciosos cristianos que regresaron a sus casas sin conseguir el tesoro.
Gracias a Francisco de Paula Mellado hemos descubierto una de las primeras descripciones de las cuevas de Canelobre y una nueva versión de la leyenda del Cabeçó d’Or.
BIBLIOGRAFÍA
GARRIGÓS SIRVENT, Bernardo, “Francisco de Paula Mellado y la Xixona del siglo XIX”, Programa de Fiestas de Invierno, Asociación Cultural y Festera de Heladeros, 2008, págs. 105-106.
GONZÁLEZ I CATURLA, Joaquín, Rondalles de l’Alacantí, Editorial Aguaclara, Alacant, 1989.