POR MARÍ CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER (ALICANTE).
El día 12 de febrero de 1961, hace ahora 61 años, venía al mundo en Elda Juan Miguel Martínez Lorenzo, una persona muy especial. Sus padres Mateo y Concha llegaron a la vecina ciudad desde Yecla en el año 1956 en busca de prosperidad. Unos años más tarde, nacía Juan Miguel en el desaparecido hospital del barrio de la Virgen de la Cabeza, transcurriendo su infancia en el barrio obrero de la Huerta Nueva. Al poco tiempo la familia se mudó cerca de la Ficia, a la calle Carlos Arniches. Fue allí donde forjó unas amistades que mantuvo durante toda su vida.
Fue un niño pillo y travieso, pero a su vez dotado de un carácter desprendido y generoso, lo daba todo, sin pedir nunca nada a cambio. Ese punto gamberro de su niño interior, lo acompañó siempre. Para él su familia era lo más importante, tenía un carácter muy familiar y cariñoso. Como contó su amigo Joaqui y recogió en un trabajo extenso, riguroso y sentido sobre su biografía su también amigo Vicent Olmos: “nunca podías saber lo que pasaba por su cabeza, era casi imposible por su carácter reservado, nunca exteriorizaba sus sentimientos”. Pero a pesar de lo reservado que era, todos podemos dar fe de la nobleza de sentimientos que profesaba en su mundo interior. Era muy buena persona y muy desprendido. A veces demasiado.
Juanmi hizo muchos amigos a lo largo de su vida. Hoy queremos recordarlos porque siempre han estado muy unidos a él. Son los amigos que conoció cuando era un niño, Joaqui, Rico y Manolín, quienes vivían en el barrio de la Ficia. Su pasión por el fútbol comenzó a los 8 años y llegó a jugar en los juveniles del Petrel, en el Campico, en la Sagrada Familia, el Piter Rives, Arturín… Su fortaleza física le llevaba a desempeñar siempre el papel de ariete. “Por donde pasaba nunca crecía la hierba, nunca se quejaba, nunca estaba cansado… “, sentencia Joaqui. También practicó el tiro olímpico con carabina de aire comprimido en un club de Elda, que tenía la sede en el bar Trinquete y que al parecer era algo en lo que destacó.
Su afición a la fotografía le venía desde los doce años, cuando tuvo una cámara Kodak de plástico muy básica con la que fotografiaba sobre todo las excursiones semanales que hacía al campo a saltar en bicicleta, recurrentemente a Bateig y al pantano de Elda. Mandando los carretes a revelar a Madrid.
Al término de sus primeros estudios básicos, entró en una academia a estudiar contabilidad, desistiendo para comenzar a trabajar en el calzado. Su carácter aventurero y romántico le llevó a alistarse de voluntario en la Brigada paracaidista en Alcantarilla (Murcia) pero su disfrute por el deporte de riesgo necesitaba más carga de adrenalina, solicitando realizar el curso de paracaidismo manual (saltos a más de 2.000 metros, con apertura a demanda), pasando a la BRIPAC de Alcalá de Henares (Madrid). En estos saltos aprovechaba para hacer fotos y ejercitar lo que con el tiempo llegaría a ser una de sus grandes aficiones, la fotografía.
Después llegaron las salidas comerciales con el Metallube un producto revolucionario para el tratamiento del metal por el que apostó desde el principio, convirtiéndose en su pujante empresa, debido en gran parte a su buena gestión comercial y al apoyo incondicional de su cuñado Andrés. Metallube consiguió ser simbióticamente Juanmi y Juanmi, Metallube. Una vez más se puso de manifiesto su perfil, tirar siempre hacia adelante.
Tenía un carácter firme y decidido y cuando quería algo, no había nada, absolutamente nada que le detuviese. Se casó el 8 de diciembre de 1984 con su primera y única novia Merce Vicedo Montesinos, tuvimos la suerte que ella lo trajera a Petrer y que en este pueblo se integrara y se sintiera uno más entre nosotros. Sus hijos Cristian (1986) y Óscar (1992), años más tarde serían los que acentuarían todavía más su carácter familiar.
Por lo que respecta a su faceta como fotógrafo, en sus imágenes siempre supo captar el sentimiento. Como apuntó en su día Vicent Olmos en su sentido repaso por su biografía, su maestría aliada con su innata humildad, todavía lo hacía más grande. Su nombre comenzó a aparecer cada vez con mayor asiduidad en los premios del Concurso de diapositivas de la Unión de Festejos de San Bonifacio, Mártir, convirtiéndose por méritos propios en el reportero gráfico de la Unión de Festejos. Sus fotografías ocuparon seis portadas de la revista oficial de Moros y Cristianos y doce carteles anunciadores de nuestra fiesta, realizando durante muchos años el audiovisual. Disfrutaba en su desempeño, era incansable.
Transparente, honesto y sencillo, sin trampantojos. La grandeza de su humanidad, se revelaba en gestos sencillos que hablaban por sí solos. Sufrido, humilde, callado, justo, empático, leal, afectuoso, agradable, disciplinado, generoso, amigable, desinteresado, indulgente con el rival… Juanmi amigo de todos ejercía un liderazgo de forma natural, sin pretenderlo ni un ápice.
Con el tiempo, su saber hacer de fotógrafo amateur se puso desinteresadamente al servicio de muchos de los colectivos de Petrer. El Ayuntamiento de Petrer a través de diferentes concejalías, la Mayordomía Cristo Monte Calvario de Petrer, Unión de Festejos San Bonifacio, Mártir. Petrer, El Carrer y Radio Petre, Cruz Roja Asamblea Local de Petrer, la sede de la Universidad de Alicante, FESTIVAL INTERNACIONAL DE GUITARRA JOSÉ TOMÁS – VILLA DE PETRER (PIMA), Artenbitrir y un sinfín de colectivos a los cuales nunca dejó de atender con su sonrisa. Me lo reconociste una vez, “no se decir no, es mi problema”.
Su afición al vuelo con su reconocible ala delta Metallube, se alió con la fotografía, obteniendo un fondo fotográfico privado no sólo de nuestro término, también de Elda, Sax, Monóvar, Villena… que generosamente puso al alcance de quien lo solicitase. Enriqueció los textos sobre Petrer con sus preciosas fotografías. La expresión de la belleza de sus paisajes no la lograba captándola sólo a través del objetivo, para ello se necesita además querer ese paisaje; querer a Petrer, a su pueblo. Sus fotos aéreas servirán para el estudio y evolución de nuestras ciudades y orografía. El rateo de su “pájaro” los domingos con mañanas claras, era un sonido muy familiar para todos nosotros, sus conciudadanos. Eras, y sigues siendo algo entrañable en el cielo de nuestro paisaje.
Juanmi tuvo una vida intensa en la que prácticamente y tal como sabemos quiénes tuvimos la suerte de conocerlo, vivió como quiso vivir, haciendo lo que más le gustaba hacer, viajar con su moto y, salir con la bici, los amigos, volar y fotografiar. Sus muchos amigos lo estimaban por su forma de ser y se marchó cuando más potencial tenía por ofrecer.
Dada su gran implicación con Petrer, el Ayuntamiento de Petrer lo nombró hijo adoptivo. El legado que nos dejó es el mejor de todos cuanto podríamos anhelar, “su ejemplo”. Su querido Grup Fotogràfic de Petrer – GFP tuvo la feliz idea de poner su nombre a la sala de exposiciones de su sede en la plaza Ramón y Cajal que se inauguró el 9 de octubre de 2020. “Era lo menos que podíamos hacer por quien tanto hizo por nosotros”.
¡Cuánto hemos de agradecerte! Sobre todo por habernos dado la oportunidad de compartir contigo tantas vivencias y la suerte de haber conocido un ser tan especial como tú. Hasta siempre, amigo, compañero del alma, compañero.
#historiapetrer #cronistaoficialpetrer #cronicaspetrer #fotografospetrer #hijosadoptivosoetrer #juanmiguelmrtinezlorenzo #metallube