POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Pepito nació en Arriondas el día 21 de enero de 1928.
Sus padres -Manuel y Ángela- tenían una tienda de venta de zapatos en el bajo de la misma casa donde habitaban, a escasos metros de la actual. Duros años fueron aquellos de la niñez, coincidentes con la Guerra Civil Española.
Previamente a octubre de 1937 -cuando estaba previsto que el puente de entrada a Arriondas fuese bombardeado- se ordenó a todos los vecinos de las casas próximas al mismo que abandonasen sus domicilios. La familia Fondón-Álvarez se fue durante dos meses a una casa alquilada en el cercano pueblo de Santo Tomás de Collía.
Tras la destrucción del puente por las fuerzas que se batían en retirada y los daños causados en los edificios próximos (alguno destruido por error, como fue el caso de “La Torre”, cuando la intención era destruir el edificio situado en frente, el que hoy conocemos como “La Casona”, levantado nueve años antes por los emigrantes cubanos Faustino y Manuel García Miyar), la familia numerosa Fondón-Álvarez regresó a su casa en la plaza Venancio Pando, pero ya nada sería igual.
La casa y la tienda habían sido saqueadas, no quedaban enseres que pudieran ser utilizados. Tuvieron que acudir a Romillo -el pueblo del que era oriundo el cabeza de familia, Manuel Fondón Cardín- para recoger algunos muebles y poder rehacer la vida familiar. La zapatería no volvió a abrir sus puertas y Manuel diversificó su trabajo.
Antes de la guerra había sido representante de las máquinas de coser SINGER para el oriente de Asturias y también se empleó en una empresa que recogía fruta y la enviaba a Santander. En Arriondas contrató a varias empleadas que preparaban la fruta, la envasaban y -desde una casa alquilada en la carretera de Colunga- la llevaban a la estación del Ferrocarril Económicos de Asturias, en Arriondas, desde donde la enviaban a Santander.
Componían la familia seis varones y una mujer, a los que los padres debían sacar adelante, de modo que había que trabajar duro. De mayor a más joven los hermanos eran: Manuel, Belarmina (Mina), Silvino, Eugenio, Pepito, Fernando (Nano) y Gil.
Todos estudiaron en la escuela pública, cerca de su casa, pues solo tenían que cruzar la plaza para llegar a ella.
Para la entrevista que le hice a Pepito y a Gil para la revista de El Bollu del año 2018, (como «parragués digno de elogio», junto con su hermano Gil) me enseñaba Pepito sus álbumes fotográficos, múltiples recortes de prensa de todos los tiempos de su larga vida, varios carnets, y los acompañaba con los recuerdos que afloraban a su mente, como si volviese a la escuela que frecuentó con sus hermanos.
No olvidaba Pepito ciertos pasajes de la guerra, los bombardeos que la familia muchas veces esquivaba en la cueva de Santianes (otros vecinos iban a la cueva de Les Escodes).
Pepito sí tuvo que hacer el servicio militar, al contrario que su hermano Gil.
Fue destinado a la Academia de Caballería de Valladolid, y recordaba cuando el teniente Jesús Carro le hizo una prueba para entrar como camarero en esta Academia, para lo cual le mandó escribir unas líneas relativas a su profesión.
Cuando el teniente vio que Pepito cogía la pluma de escribir con su mano izquierda, exclamó: “Asturiano y escribiendo con la mano zurda, pero ¿a quién hemos metido aquí?”. El teniente parece que se había quedado con la frase que -tres siglos y medio antes- escribiera Lope de Vega: “Asturiano, loco, vano y mal cristiano”; además, apenas diez años después de terminada la Guerra Civil, ser asturiano no se consideraba -especialmente en el mundo castrense- como ser muy adicto al nuevo régimen político.
Pero con su bonhomía y laboriosidad, el parragués se ganó el prestigio suficiente como para pasar una “mili” lo suficientemente llevadera, incluso el mencionado teniente le cedió en ocasiones su propio caballo para entrar a algún acto, sin necesidad de más requisitos.
Si el mundo de su hermano Gil siempre fue la pintura, el de Pepito fue el del deporte, muy especialmente el fútbol y el piragüismo.
En el club “Arenas del Sella” de Arriondas, Pepito hizo de todo, fue: secretario, capitán, entrenador y, por supuesto, jugador.
En las fotografías alusivas ya le vemos en la formación del equipo parragués en el mes de julio de 1947.
Comentaba también -como si fuese ayer mismo- el partido de fútbol que, el día 29 de enero de 1956, se jugó en el campo de La Llera, entre una selección de jugadores de equipos del Oriente de Asturias y el equipo alemán DJK Bayern-Nüremberg.
Fue esa una jornada histórica para el fútbol parragués.
Los alemanes llegaron dos días antes en un magnífico “autocar”, y se les recibió en el puente sobre el Sella con música de marchas militares. Entre vítores y cohetes llegaron cohetes llegaron al ayuntamiento, donde fueron agasajados.
Fue el presidente del equipo, Karl Streit, quien -mediante un traductor acompañante- dio las gracias, intercambiándose regalos con el alcalde, en nombre de su homólogo alemán. Y llegó el domingo, día 29, cuando en La Llera se jugó un partido internacional, algo nunca visto antes.
Una selección del Oriente de Asturias (con jugadores del Arenas del Sella, Cánicas, Ribadesella, Europa de Nava, Caudal y Deportivo Colunga) frente al conjunto alemán (de tercera división) DJK Bayern; partido amistoso, por supuesto.
Decía Pepito que jamás se vio un llenazo semejante, con 6.000 personas, que dejaron en taquilla 28.000 pesetas. Los locales ganaron por 3 goles a 2, pero el trofeo se lo donaron caballerosamente a los germanos.
Con un baile en la plaza de abastos concluyó la jornada.
Bien es cierto que Pepito puntualizaba las crónicas periodísticas que se conservan del evento, en las que no se mencionó que los regalos que los jugadores alemanes dejaron para los asturianos, acabaron en manos de algunos amigos de cierto “cacique” local, (no el alcalde, precisamente).
Este caso provocó la protesta y la baja en el equipo de algún jugador y, de hecho, al concluir esa temporada 1955-1956, dimitió la directiva y se acabó el fútbol federado en la villa durante años, quedando sólo el equipo juvenil.
El campo de la Llera comenzó a rellenarse con escombros, basura, tierra, etc. para crear un incipiente parque municipal que sería una realidad a finales de los años 60.
Si del fútbol parragués José Luis Fondón se lo sabe todo, sobre temas piragüísticos no se queda a la zaga.
Recordaba cómo el XIII Descenso nunca se celebró, por aquello de la superstición que lleva aparejada el número trece, saltándose del XII al XIV Descenso.
En el XVII Descenso, en 1953, Pepito Fondón participó con la piragua bautizada como “El Bígaru” aunque los periódicos del día mencionaban -erróneamente- también a su hermano Fernando (Nano), pero en esa piragua iban Pepito y Luciano Peruyero, con el dorsal 64.
Todo lo relacionado con el nacimiento del Club “Los Rápidos” de Arriondas, en 1961, era conocido por Pepito.
Aquel club -integrado por muchachos de quince a veinte años- ya contaba con doce embarcaciones y veinte afiliados al año siguiente de su fundación.
Homenajeado a lo largo de los años en numerosas ocasiones y en diversos lugares relacionados con el piragüismo, nada ocurrido en el Sella le era ajeno.
Él estuvo en los orígenes de la verbena que se celebraba en el puente la víspera de Piraguas, a la que se comenzó a conocer como la “Verbena del Mosquitu”, por los muchos insectos de su especie que se concentraban en torno a las bombillas instaladas al efecto. Pepito hizo de casi todo, hasta de rey mago en la primera cabalgata de Arriondas.
Fútbol, piraguas, salmones y tantas otras cosas formaron parte de la vida de este muy apreciado parragués que, en sí mismo -junto con su hermano Gil- forma parte del alma, el fundamento y el compendio de lo que se puede definir como un parragués genuino, total.
Pepito falleció en el atardecer de ayer, miércoles, día 23 de febrero.
Nuestro más sentido pésame para toda su familia.
FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez