AUGUST LUDWING VON SCHLÖZER, ILUSTRADO ALEMÁN, VISITA LA CAROLINA EL AÑO 1778 (1) CONTINUACION
Feb 27 2022

POR FRANCISCO TUBIO ADAME, CRONISTA OFICIAL DE FUENTE PALMERA (CÓRDOBA).

Descripción de La Carolina:

“ A pesar de todos los obstáculos que la naturaleza, la ignorancia y los celos opusieron a la vista del Gobierno Español y al depositario ilustrado de sus intenciones y de sus recursos, en menos de diez años una gran porción de Sierra Morena se encontró cubierta de habitantes, de granos, de legumbres y den frutos. Parecía que la tierra quisiera con su rápida fecundidad compensar las lentitudes y dificultades de una naciente institución. El

Sr. Olavide se ocupó primero del centro de La Colonia. Fundó allí un pueblo que lleva el nombre de La Carolina a causa de Carlos III de cuya activa beneficencia se contagió aquel ilustre administrador. La Carolina está dividida de una manera regular pero simple. Sólo la forma anuncia ya la sede del orden y de la felicidad . ¡ Qué lastima que no se haya llenado en todos los puntos de la intención de su fundador! Un aire puro, aguas abundantes y nítidas, calles anchas, limpias y bien construidas, un paisaje tanto más risueño que no tiene otros embellecimientos que objetos útiles; he aquí lo ques e presenta entrando a la capital de la Nueva Población. Una plaza de una grandeza mediocre la divide aproximadamente por medio.

No tiene otras decoraciones que dos pequeños monumentos de piedra, donde se ve con ternura en bajorrelieve los medallones del Rey Católico y de su a gusto hijo. Por debajo de ellos una mano, poco hábil en verdad, ha esculpido una representación de los trabajos emprendidos bajo sus auspicios. Hay objetos interesantes por si mismos que su imagen aunque sea informe, despierta sensaciones agradables. El escudo de Aquiles, esculpido por la mano de Vulcaín, no describía después de todos más que triunfos sangrientos, que la humanidad pisoteaba bajo los pies de los héroes. Los muros de Salento, campiña elevándose bajo la mirada de Idomeo, una vasta campiña roturada por sus ciudadanos, podrían también suministrar el tema de un cuadro y por no qué ser trazado por una mano divina. ¿ Sería menos atractivo? Tampoco he podido privarme de ver con interés los modestos bajorrelieves de La Carolina. Bosques derribados, senos de la tierra cavados para encontrar en ellos con qué regar las nuevas plantaciones, con qué abrevar a nuevos labradores, las piedras arrancadas en la cantera para formar murallas, el arado paseándose sobre un terreno tan largo tiempo despreciado por él; en todas partes la imagen de la actividad y de la industria, tales son los cuadros que ha intentado esbozar el cincel del escultor, tales son los objetos que deberían siempre rodear a la imagen de los Soberanos que quieren pasar por los padres de sus pueblos . Pero siempre representarlos aislados en medio de una plaza pública, revestidos de las marcas del comandante, en una actitud orgullosa que aleja la confianza, inspirando el temor. ¿ No es anunciarles que se quiere reunir sobre ellos el terror más que por el amor? No se formarían nunca esa sospecha, si todas las partes nos ocupáramos de su felicidad como se hecho en todo el vasto horizonte que rodea a La Carolina.

Ese pueblo el más bonito que tal vez haya en Europa, es la sede del Intendente de La Carolina. El antiguo convento ha sido evacuado para servirles de residencia. Yo los he recorrido aquellos apartamentos ilustrados durante nueve años por la presencia del legislador de Sierra Morena. La soledad que allí reina en el presente enternece sobre la suerte de aquel infortunado. ¡ Lástima que se ignoren aquellos en que el gime con la incertidumbre de sus destino! Él no tiene la dulzura de recibir consuelo de sus amigos y de sus próximos. Está en medio de ellos y parece que está separado de ellos por inmensos desiertos. Sus faltas son sin duda bastante graves puesto que no pudieron encontrar gracia ante el mejor de los Maestros que conocía su mérito y que ve en él un garante en la prosperidad de La Colonia”.

Debate entre las manufacturas y la agricultura.

“ Ya el centro de La Colonia contiene fábricas de sombreros, de medias, paños badstos e incluso loza (porcelana), es allí a donde todo el cantón va a aprovisionarse. Tal vez es en La Carolina donde se podría especular mejor sobre esa gran cuestión tan discutida en nuestros días, quiero hablar de la justa proporción que establecen entre las manufacturas y la agricultura.

Ahora en la nueva Colonia, las producciones de las manufacturas tienen que ser conformadas sobre los lugares y por los mismos agricultores. Parece que no podríamos comenzar demasiado pronto a hacer marchar esos dos objetos de frente. Se ayudan

mutuamente. El labrador seguro de la venta del producto, redobla esfuerzos para multiplicarlo y su abundancia mantiene la mano de obra a un precio razonable. El obrero por su parte que se ve rodeado de consumidores a falta de ganancias considerables, pero raras veces se contenta con pequeños beneficios. De ahí una actividad general en los campos y en los talleres. Apartad unos de otros y los veréis languidecer. Salidas de mercado alejados, inciertas, difíciles, desaniman tanto al labrador como al artesano. Uno vende caro un producto que los cultivadores sin celo, que han recolectado sin esperanza de una pronta venta. Otro alza en proporción el precio de su industria, escasea pronto el trabajo y acaba por faltar el pan. Esta observación, cuya verdad es sensible en un pequeño cantón, sería tal vez aplicable a un gran estado con ciertas modificaciones, pero yo dejo esa aplicación a una pluma más hábil y vuelvo a los modestos límites de mi joven Colonia”.

Capacidad de las suertes:

“ Calcularon que en un terreno de 8.000 varas de largo por 3.000 de ancho tendría precisamente la extensión de la que un hombre puede poner en cultivo sin esfuerzos extraordinarios. Según está calculado con razón se persuadieron de que dos heredades reunidas compartidas por un poseedor, se llevarían igualmente y se previnieron aquellas reuniones con una ley expresa , reservándose sin embargo derogarla en los casos que exijan una excepción o a favor de los colonos que merezcan ser distintos. Como en la Legislación de aquella Colonia afortunadamente no se había perjudicado ni por las leyes antiguas ni por perjuicios, ni por costumbres, el Gobierno pudo allí entregarse a sus ideas. Y como las concesiones que hacían eran absolutamente gratuitas pudo poner en ellas tal cláusula que juzgó conveniente. Por lo tanto estableció que aquellas heredades no serían transferidas “ ab intest, abintestato o sin testamenteto”, nada más que en línea directa y que el Rey recuperaría aquellas cuyos dueños murieran sin hijos, pero dejando a éstos la libertad de disponer de ellas a favor de uno de sus allegados o de algún labrador industrioso. Aquel establecimiento combinado con la individualidad de los patrimonios me pareció muy sabio y la de asegurar para largo tiempo la prosperidad de La Colonia. No se ven en la parte cultivada del globo mas que heredades que se debilitan porque han sido divididas entre varios hijos o porque han pasado a colaterales. No vayamos a acordar una composición mal entendida a los hijos excluidos de la herencia del padre por esta legislación , con brazos y actividad nunca hay que quejarse, cuando se puede temprano hacer elección de una profesión. En el mes de junio de 1778 se contaban ya 890 heredades ( suertes palabra española que significa lote) en la dependencia de La Carolina. Hay que convenir que todas no son igualmente aptas para el cultivo pero la diferencia de su fecundidad me pareció deberse más a la industria de cada labrador. Estamos convencidos observando dos heredades contiguas, en una de las cuales reina la abundancia , mientras que en la otra apenas está roturada, no basta para alimentar a su propietario aún cubierto de harapos. Sin embargo, el gobierno nada ha descuidado para animar la industria. La pereza invencible de varios colonos tal vez habría justificado algunas acciones de rigor. En varias ocasiones tentaron su paciencia, pero nunca la afrontaron. Hay quienes dejaban languidecer al ganado que les habían dado, otros lo matan, lo venden y vienen a quejarse de que se lo han robado. El Intendente de la Colonia tenía la bondad de reparar sus prestaciones perdidas. Me han nombrado algunos de ellos a quienes se había renovado hasta cuatro veces los anticipos, que habían recibido al llegar. Muchos sin hacer uso de aquellos anticipos, dejaban sus heredades en el estado en que las habían encontrado , de tal manera que la mayor parte fueron desmontadas por españoles y a expensas del Gobierno.

Se encuentran a cada paso pruebas de su tierna solicitud. La ley sobre el efecto de la cual parecía haber contado más, es la del ejemplo. Observó que el suelo y la posición de

La Colonia la vuelven muy apropiada para el cultivo de la morera y del olivo; pero como obligar a los colonos a preferirlo al del trigo que es la una utilidad más inmediata y que ofrece cosechas regulares y frecuentes. Sin embargo, no había ningún inconveniente para ellos en descuidar ésta. Situados entre la Mancha y Andalucía, dos provincias igualmente fértiles en granos , no corría nunca el riesgo de escasear de aquel producto. Su situación al alcance de La Capital asegurarán salidas para sus patés y sus aceites, pero todas las partes es bastante más fácil alimentar los perjuicios de los hombres que ilustrarlos con sus verdaderos intereses. De hielo para la verdad, ellos son de fuego para la mentira”.(6)

Suertes tipo de plantación de árboles:

“ Reservó el Rey al alcance de La Carolina dos suertes que consagró únicamente, aquellos cultivos, hacia los cuales deseaba hacer girar los cuidados de los colonos. De 10 en 10 varas se plantaron allá filas de olivos, en número de 12.500 por cada suerte. Los intervalos que dejan esas filas, lo ocupan 80.000 plantas de viñas y el cercado de la heredad está formado por moreras (5).

Se asegura allí está la mejor distribución para hacer igualmente prosperar aquellas producciones, sin que ellas se perjudiquen mutuamente por su vecindad. La morera en España ha alcanzado al cabo de 5 ó 6 años todo su crecimiento y produce 150 libras de hojas por cosecha. Su vegetación es incluso más rápida y más abundante cuando está regada. Los olivos tienen necesidad de 8 años para fructificar. Esas plantaciones eran aún recientes en el mes de junio de 1778 y se esperaba con impaciencia que sus éxitos hiciesen abrir los ojos a los colonos.

El Gobierno por los cuidados del Intendente de La Colonia no se ha preocupado menos en animar a los labradores con recompensas o al menos con la esperanza de algunas golosinas”

Madre de Guarromán:

Se cuentan cinco en el espacio de dos legas más allá de La Carolina. No nombraré (hablaré) mas que de la última Guarromán, porque me ofrece ( suministra) una característica que probará la fertilidad del suelo , la inteligencia del legislador que la ha roturado y en general los recursos casi inagotables que puede sacar de la tierra un agricultor laborioso. Una madre domiciliada en Guarromán al alcance de la heredad que se le había adjudicado, reunía bajo su humilde techo a cuatro hijos, todos núbiles, a pesar de que ella misma estuviese aún en vigor de la edad. Había recogido con cuidado los frutos de sus trabajos y de su economía. Todo había prosperado más allá de sus esfuerzos. Tres de sus hijos ya había hecho su elección y no esperaban más que su permiso y su ayuda para casarse. Cierto día en el cual todos los asuntos debían estar en orden , reunió en ella a toda la familia le hizo la distribución de algunos anticipos en ganado e incluso dinero, cedió a uno de sus hijos la heredad que ella había cultivado tan felizmente y gratificó a los otros dos a proporción. Entonces ella les declaró la intención en que estaba de volverse a casar según su ejemplo y en efecto se celebraron el mismo día aquellas cuatro bodas. Hay que hacer notar en esta ocasión que aquella respetable madre no compartió su heredad, sino que la entregó completa a uno de sus hijos. Obedece ello a uno de los artículos de la legislación de Sierra Morena. Se murmura bastante a menudo contra esa desigualdad injusta, aunque legal, que en varías de nuestras provincias enriquece aun primogénito a expensas de varios menores y por la que sacrifica al orgulloso destino de sostener una familia, el acomodo de la mayor parte de sus miembros, llamados igualmente por la naturaleza a compartir la herencia de un padre común. En una clase en que ninguna de las salidas a que está limitada conduce a una opulencia, semejante ley lo confieso, tiene algo de escandalosa. No podríamos decir lo mismo en la de los labradores. Cuando una heredad tiene la proporción necesaria,

para que un agricultor laborioso desplegue allí todos los recursos de su industria y que su renta basta exactamente para el mantenimiento de una familia, compartirla entre varios hijos es perjudicar a la vez a la prosperidad y a la holgura de las nuevas familias entre las cuales será desmembrada”.

Tributos:

He experimentado un verdadero placer siguiendo los detalles de su legislación. Allí he encontrado casi en todas partes las huellas de una beneficencia activa e ilustrada y en ninguna parte la señal de esa avidez fiscal, que corrompe a las instituciones más sabidas y que desgrana las más nobles empresas de los soberanos. El que reina en España habría repugnado arrancado tributos prematuros a los nuevos súbditos que acababa de adquirir y sin embargo, jamás fue un impuesto más legitimo. Aquellos colonos tenían todo de su generosidad, todo hasta el aire que respirar. Había cubierto los gastos de su establecimiento. El diezmo le permitía por derecho. De lo reservó en verdad por su Cédula pero eximió de él a los colonos por seis años. Al cabo de este término obtuvieron otra exención de 3 años y en 1778 esperaban aún el mismo favor . Esa especie de intención ( usurpación) en los derechos de la Iglesia nada ha perjudicado a la jurisdicción espiritual. A pesar de que la capital del departamento no tenga más de 8 ó 900, es ejercida por cuatro curatos, dos de los cuales son españoles, un alemán y un francés. Diez iglesias dependientes de la Carolina, están distribuidas por el cantón y el Gobierno paga 40.000 reales ( sobre 10.000 francos) a los que sirven, ha dado muestras del mismo desinterés en los impuestos y en él, en primer lugar ha eximido de ellos a los colonos durante diez años. Pero como no había llegado en el mismo tiempo y que los últimos llegados habrían tenido desventaja si la época en que debía comenzar esos diez años, hubiere sido la misma para todos y que sin embargo, hubiera sido demasiado incomodo fijar una para cada uno en particular. El gobierno en 1778 estaba dispuesto a conceder una prolongación de la exención , que pudiese devolver aquella gracia igualmente útil para todos. Tal era al menos la esperanza del que había encargado de consumir una labor tan felizmente emprendida por el Sr. Olavide”.

Juicio a cerca de las quejas:

“ Convencido por mi mismo de la existencia de todas aquellas disposiciones, no pude de recibir con indignación quejas que al llegar había escuchado con interés. En primer lugar, los descontentos me habían predispuesto a su favor, pues su figura y su idioma me recordaban un país por mí querido. Yo tenía, según ellos, que indicar a mi regreso su situación y hacerles llevar allí remedio.

Pero cuando hube examinado el objeto de sus quejas, cuando hube comprobado que la mayor parte de aquellos descontentos eran sediciosos o al menos holgazanes, creí hacer bien al aparentar indiferencia a su suerte. Investigaba primero sus confidencias. Ellas se convirtieron para mí en inoportunidades, de las que me esforzaba en descargar. Y me decía: Si Alemania no producía otros retoños mi corazón palpitaría cuando los oigo nombrar.

No es, sin embargo, que no haya entre los colonos alemanes gente honrada , buanos cultivadores, dignos en una palabra de su patria. El jefe de La Colonia me aseguró que ene general eran más laboriosos que los nacionales. Han aportado de su país una costumbre que les mantendrá en posesión de aquella ventaja, la de ocupar útilmente a sus mujeres y a sus hijos en los trabajos que no están por encima de sus fuerzas. De ello, resulta entre los alemanes un gran orden , una gran limpieza en el interior de las modestas habitaciones. He visto con el más vivo interés llevar en sus rasgos físicos, los síntomas de la buena holgura, de la bondad y del contento. He penetrado en sus asilos, allí reina gran limpieza, cierta abundancia que me conmovía. Sus rubias compañeras frescas y coloradas, rodeadas de sus hijos se ocupaban de tareas de sus casas.

Cuando veía una fisonomía abierta, una talla esbelta y cabellos rubios, al momento la palabra “ Laudsmann” se me escapaba de la boca. Un paso grave, cejas marcadas, una barba negra y tupida, una tez bronceada y anchas espaldas me anunciaban que era preciso recurrir a otro idioma para hacerme entender y raramente me confundía.

¡ Ojalá puedan reunirse algún día las buenas cualidades de las dos naciones y merecer con ello la prosperidad que les está preparada…”

Conclusiones:

1º. El relato de la visita del ilustrado alemán es el más largo de los encontrados, realizado por un viajero extranjero a las Colonias de Sierra Morena en el siglo XVIII. En las 23 páginas que lo componen, el barón Schlözer, con su picardía liberal y su anticlericalismo estudia los problemas de las nacientes colonias profundizando más que F.J. Peyron en los problemas reales que se encuentra, coincidiendo con él, casi literalmente, en algunos temas genéricos como puede ser el número de heredades, caso que veremos aparte. Choca un poco el no indicar nada sobre las nuevas poblaciones de Andalucía . De éstas, el barón Bourgnoing si nos enumera la existencia de La Carlota, Fuente Palmera y La Luisiana.(7)

2º. De otra parte, si nos da una visión de los problemas con que se encontraron los colonos extranjeros: Religiosos, que se plantearon en dos quejas: la primera es la de no querer confesarse nada más que en alemán; y la segunda, más imposible todavía, el intentar formar “ un gueto protestante” en Las Colonias. Sabemos que los Capellanes reales tenían órdenes concretas de que si en sus jurisdicciones sabían de la existencia de un colono protestante deberían comunicarlo al Tribunal de la Inquisición para que abjurara de sus errores y abrazara la Religión Católica. En Fuente Palmera, conocemos por documentos del Archivo Diocesano que con fecha 27 de septiembre de 1769, el colono adscrito a La Colonia, Federico Pfother, natural de Sunstens, Diócesis de Basiliense en Zuicia, de profesión y secta calvinista, abjuró ante el Santo Oficio y Tribunal de la Inquisición de Córdoba, libre y espontáneamente de sus errores. De la llegada, en la que se nos dice como no se habían adecuado habitaciones para recibir a los colonos extranjeros.

3º. Von Schlözer a lo largo de su viaje valora positivamente la labor de los organizadores de Las Colonias sobre todo la del Superintendente Pablo de Olavide de quien dice: “ La soledad que allí reina en el presente enternece sobre todo la suerte de aquel infortunado…”

4º. Por el contrario, valora muy negativamente la gestión del enganchador Thürriegel ( a

quien llama Sr. Rurriegel) y la postura de algunos colonos alemanes de los que dice que la mayor parte de sus quejas son exageradas y algunas completamente falsas. Sin embargo, nos dice al final , que la mayoría de los colonos alemanes son gente honrada, buenos cultivadores, dignos en una palabra de su patria.

La nota final, que enjuicia este viaje, no es coincidente con la opinión del barón ilustrado, pues dice:

“Cuando la luz extiende este excelente ensayo de las llamativas noticias sobre el infortunado Olavide, que desde entonces, y ,muy a menudo, llegan a los periódicos. El Sr. Autor ( von Schlözer) es un apologético del actual ministro español; pero sus datos que tienen la franqueza de dejarlos escapar, contradicen sus razones. España , así en efecto, no entiende el arte de formar fructuosas colonias como británicos y prusos lo hacen, tanto en Europa como en América. Todas las faltas que se pueden correr en el asunto colonial, se hicieron en Sierra Morena entre el 1776 y 1778, por pura ignorancia ¿ Pero cómo un alto gobierno se puede comprometer solemnemente y de tal manera mandar a un enganchador de colonos y por él prometer a la gente el libre ejercicio de la religión? Y tiempo después, por razones a priori faltar a

ori faltar a

caído, y Torquemada gobierna de nuevo. Cuando en 1650 los entonces magistrados imperiales lograron que ya no se importe la seda gruda sino únicamente en telas; Moncada en su súplica decía al Rey: ¿Que ceguedad, Dios mío!

Notas

  1. Comunicación presentada en la Real Academia de Córdoba. B.R.A. C. Nº 133

2º. Schlözer; August Ludwing. Descripción de la Colonia de Sierra Morena, En España, hecha por un viajero en el transcurso del mes de julio del año 1778. Obra escrita en francés, con notas en alemán. Gottigen, 1779. Traducida por el profesor Francisco Aguayo Egido.

3º. Aguilar Gavilán, Enrique. “ La imagen de la colonización en los relatos de viajeros de los siglos XVIII y XIX. Actas del V Congreso Histórico sobre las Nuevas Poblaciones. La Luisiana y Cañada Rosal 1992.

4º Fray Romualdo de Friburgo. El proceso de Olavide, puso de relieve la persistencia y la importancia en la España de Carlos III. Su condena significó un punto de inflexión en el movimiento ilustrado español, al mostrar el riesgo a que se exponían los intelectuales demasiado innovadores.

5º. García Mercadal, J. Viajes de extranjeros por España y Portugal, tomo III. Siglo XVIII. Madrid 1962. Aguilar. Página 822, Jean François Peyron: Nuevo viaje en España hecho en 1772 y 1773, describe:“ En el mes de junio de 1778 habían ya distribuido 890 heredades o lotes en la dependencia de La Carolina. Cada uno de ellos tenía 8.000 varas de largo por 3.000 de ancho , que son que vagamente fijada por la cédula real, lo que ha dado lugar a que los jefes de La Colonia a tomarla en el sentido más favorable en ciertas circunstancias. La vara de Ávila es casi el doble de la de Madrid; se han pues permitido seguir la primera de esas medidas a favor de los cultivadores laboriosos y ofrecer por ello un motivo de estímulo a los otros.

Es preciso convenir en que todos los lotes no son igualmente propios para el cultivo; incluso se juzgaría ese suelo ingrato a primera vista, está casi por todas partes cubierto de una capa de arena , pero bajo la cual encuentran a poca profundidad una tierra fuerte y rojiza, que no cede a ninguna otra en fertilidad, sin embargo, la diferencia de su producto depende aún más de la industria del cultivador. Se está fácilmente persuadido de ello examinando dos heredades contiguas, en una brilla la abundancia, mientras que en la otra, mal roturada, apenas si alcanza a las necesidades de un propietario; en general esa tierra anuncia la mayor fecundidad; todo prospera en ella, pastos, árboles, frutales, legumbres, flores…

El Rey se ha reservado en los alrededores de La Carolina dos heredades, que ha consagrado únicamente al cultivo que quisiera hacer adoptar en el país, y he aquí cómo; ha hecho distribuir su terreno de treinta a treinta pies de distancia han plantado filas de olivos en número de 12.500; el intervalo está lleno por 80.000 cepas de vid de manera de Provenza, y todo el recinto de la propiedad está cerrado por moreras. Ese es dicen, el medio más propicio para hacer prosperar igualmente esas tres especies de producciones, sin que se estorben. La morera, al cabo de cinco o seis años, comienza a 150 libras de hojas por cosecha. Los olivos tienen necesidad de ocho años para estar en valor pero la viña rinde al cabo de tres; sería de desear que una parte de colonos se consagrase a ese género de cultivo”.

6º. En La Colonia de Fuente Palmera fueron plantadas de olivar por cuenta de los Reales Fondos las suertes de 28 fanegas de capacidad, números 64 y 65, muy próximas a la villa de Fuente Palmera.

7º. García Mercadal, J. Viajes de extranjeros por España y Portugal , tomo III. Barón de Bourgoing, página 1032: “Después del relevo de tiros, en la nueva y aislada venta de Mango Negro se llega a La Carlota, linda aldea cuya fundación ha tenido el mismo objeto y casi la misma fecha que La Carolina. Es la jefatura de las nuevas poblaciones andaluzas. El mismo intendente se ocupa de ambas colonias. La Carlota, jefatura o cabeza de partido de la segunda, sólo tenía sesenta colonos en 1791, pero contaba seiscientos en el distrito de su mandato.

La Lusiana, otra colonia más allá de Écija, sólo contaba doscientos cuarenta. En fin, un poco más lejos, Fuente Palmera, otra jefatura de estas nuevas instituciones, tenía en su jurisdicción 350 viviendas de colonos…”

Fuente: F.T.A

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