POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).
Aunque ni ellos mismos lo recuerden, el molino de viento de Alustante, en la provincia de Guadalajara, es hoy lo que es -una magnífica realidad-, gracias al esfuerzo de sus respectivas corporaciones municipales, sus vecinos y Malanquilla.
Nosotros fuimos los primeros en difundir la existencia de este molino ya en 1985. Los trabajos de investigación y documentación llevados a cabo desde la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar” permitieron conocer y después clamar por la restauración de este molino desde las páginas del Diario de Guadalajara. Incluso viajé a Alustante para motivar a su ayuntamiento y ofrecerles datos técnicos. Fruto de aquella campaña, hubo en 1991 una primera solicitud por parte del Ayuntamiento para declarar este edificio Bien de Interés Cultural (BIC), pero fue en diciembre de 2005 cuando se logra.
Desde Malanquilla, una vez redescubierto el allí existente y pionero de “La Mancha Aragonesa” o más bien, pionero de las modernas reconstrucciones de antiguos molinos de viento, nos pusimos manos a la obra para lograr que otros ejemplares se salvaran de la ruina. Tuvimos conversaciones con alcaldes y ayuntamientos como los de Tabuenca, Luna, Ojos Negros, Sestrica, Torralba de Ribota, Aguilón, además de los de Alustante, Maranchón y Jabaloyas. Unos se salvaron tiempo después y otros aún esperan su momento.
En concreto en éste de Alustante en octubre de 2006 comenzaron las obras de desmantelamiento del tejado construido en 1995 para proteger el edificio, y un año después se procedió al recrecimiento de paredes y construcción de ventanillos. En julio de 2008 se procedió a la colocación de caperuza y aspas, encargadas al mismo técnico manchego que realizó las de Malanquilla, y entre 2011 y 2012 se completa el proceso de colocación de maquinaria.
La primera noticia documental que se posee sobre este edificio proviene del Nomenclátor de 1860. Según una tradición oral, que remite a la década de 1870, el molino estaba cercano a un área de pinar y los usuarios aprovechaban los viajes al molino para recoger leña. Pocos años después, en 1886, el Nomenclátor del Obispado de Sigüenza, señala que en Alustante «hay un molino de viento, que no funciona».
Hoy, reconstruido, es un atractivo turístico y en el pueblo es considerado como un bien muy querido.