POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN).
No hay mayor deseo tras una noche “loca”, un despertar junto a la familia, un domingo, en ferias o Semana Santa, la despedida de una promoción de alumnos…que el de tomar unos churros con chocolate.
Tony, que con la reforma del Mercado municipal, ha cambiado, junto a la puerta de entrada, y con una amplia plazoleta, para poder degustarlos sentados al aire libre, intentamos charlar con él, sobre su profesión.
Antonio Ruiz, lleva casi cuatro décadas dedicado a la elaboración de los churros. Se inició joven con diecisiete años, anteriormente trabajó con los hermanos Julia, Luis. Emilio, y su madre Fuensanta, durante siete años.
Ahí forjó su aprendizaje. Amante del servicio de barra, en un tiempo ayudó a Isaías Grueso en el bar Segarra. Ha sido un polifacético trabajador antes de afianzarse en la churrería; fontanero, hortelano, vendimiador, aceitunero y trabajador en las cooperativas de la localidad…
Al final instaló su negocio de churros, en la pequeña plaza que hay junto a la fuente de la Cruz Dorada, donde permaneció durante diez años, para volver después al lugar de su aprendizaje el Mercado de Abastos. Este largo periodo lo ha compartido con su mujer Encarnación Sánchez, y su madre Dolores que ha permanecido un largo tiempo colaborando con ellos, así como sus hijos.
Antonio tiene claro uno de sus principios, el negocio permanece abierto los 365 días del año, desde las ocho de la mañana hasta las dos.
Sobre la receta para hacer buenos churros, los dos elementos básicos son harina de buen trigo, aceite de oliva, sal, y levadura o bicarbonato. El secreto más importante es la masa y en esto “cada maestrillo tiene su librillo”. Pero sí es importante amar esta profesión y como dicen los cocineros famosos, ponerle mucho amor a lo que haces.
Entre los días de frío invierno y las mañanas templadas o calurosas de verano, es esta última estación en la que tienen mayor nivel de ventas, tal vez por ser el periodo en que regresan más vecinos o forasteros a Villanueva.
En algunos momentos han hecho las ferias, bien de esta localidad o de otras localidades, Iznatoraf, Sorihuela, Santo Tomé, Huelma, aquí el trabajo es intenso casi sin descanso. Bien por las verbenas o atracciones se finalizan las jornadas con unos churros con chocolate: también lo hacen como punto final a las ocho de la mañana. Es un trabajo intenso y menos el horario de siesta, en que descansan. Si no hay lluvias, en Semana Santa, se trabaja bastante bien.
Me indica que en una ocasión un chaval le pidió un kilo de churros, cuando se disponía a envolverlos, le dijo que no. Se sentó y se lo comió él solo.
Sobre la continuidad en el negocio, en la actualidad le ayudan sus tres hijos, alternándose con las labores del olivar, dos de ellos si han manifestado su deseo de continuar el negocio familiar.
En su tiempo libre, se dedica a su afición la moto; le gusta recorrer algunos lugares próximos y el cuidado de las olivas durante las tardes.
Su impresión sobre Villanueva, Jaén y el mundo nos dice que Villanueva ha tenido unos años estupendos, que este virus ha dado un bajón y una preocupación impresionante; siendo así también la visión de Jaén y el mundo.
A pesar de la ayuda de su hijo y nuera en esta mañana, hay peticiones de nuevos churros y el “maestro de la masa” se dispone a ayudarles.
Una profesión que está siempre dispuesto a llenar el estómago del placer de unos churros, bien en el local, en casa o en el recinto ferial.
Si en los recuerdos siempre nos quedan imágenes en la retina, el gusto nos llena de sabores especiales, los rosco del baño, blanquillas, aromas de los embutidos… pero también queda el placer de unos churros, por lo que tras la diáspora es necesario recuperar estos placeres.
Fuente: M. L. Fernández