POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA.
Es bonito cuando se habla de cultura, ese entramado de relaciones y cosmovisiones mediante las cuales una comunidad comprende e interpreta el mundo y el conjunto de cuyas expresiones es resultado de la acción humana y prolongada de esa comunidad que transforma un territorio o una ciudad, como es en este caso, con el soporte de su memoria.
Y si extendemos su dimensión en el espacio geográfico, sea urbano o natural, no es que sea más bonito pero sí a veces, más práctico, cuando hablamos de Patrimonio. Y eso es lo que yo quería potenciar en esta columna semanal.
El desenvolvimiento existencial de un ser humano y de su comunidad es, por tanto, cultura. De otra parte, toda cultura se apoya en objetos (localizados en el territorio) e ideas (ubicadas en la memoria colectiva) que pueden entenderse como manifestaciones o expresiones de la cultura. Esas expresiones son el patrimonio de la comunidad y constituyen el capital fundamental sobre el cual se renueva continuamente, produciendo nuevas expresiones de cultura (nuevo patrimonio) que den soporte a nuevas instancias colectivas.
Esta semana, hablar de Patrimonio en Cuenca es hablar de la Casa del Corregidor, recién inaugurada como espacio urbano espectacular, en su trazado, sus dimensiones, su ubicación, su adecuación al entorno, su magnífica aplicación arquitectónica y todos esos grandes valores que el equipo técnico de obra ha sabido potenciar, sobrevalorar y exponer, para que los ciudadanos de esta ciudad podamos disfrutar de sus excelencias, su panorámica y su historia.
He tenido la suerte, como Cronista Oficial de la ciudad, participar en el Acto inaugural celebrado este miércoles, con una breve exposición de sus virtudes, pero especialmente de su peso histórico a lo largo del tiempo; y lo he hecho al moderar el acto, recordando ese pasado y presentando este presente, inmenso en recursos que deberán saber aprovechar en toda esa dimensión que ofrece.
Este suntuoso edificio de más de dos mil metros cuadrados de superficie inmerso en el mismo Casco Histórico de nuestra ciudad, entre la calle Correduría o Correría –hoy Alfonso VIII- y Matadero Viejo o Barrio de Santa Catalina, es una muestra de lo que esta ciudad, patrimonio de la humanidad, puede ofrecer al mundo.
Siete plantas, balconajes al Huécar, solidez y huella del peso de nuestra historia, lugar que fuera Audiencia como Casa de Justicia, Casa del Corregidor en el siglo XVI y XVII, cárcel y vivienda pública desde ese mismo tiempo, Escuelas provisionales, sede de Escuela Taller, almacén de documentos y Carnicerías Reales, es hoy una muestra del buen hacer de las Instituciones y un ejemplo de rehabilitación extraordinaria por expertos y cualificados técnicos que debe de ser visitado.
Desde su inicio en construcción, allá por el año 1549 a este día de hoy, han pasado 473 años, y es una muestra perfecta de lo que ha sido para esta ciudad, la adecuación del espacio constructivo al terreno rocoso en desnivel que ofrece nuestra orografía, analizando perfectamente cómo se ha construido de arriba abajo buscando cubrir la necesidad de uso y ofreciéndonos esa ciudad elevada hacia el cielo, única y colgada ante el abismo de sus hoces.
En el 1716 solamente tiene dos plantas de uso como vivienda del Corregidor; en el 1727 se edificará la casa de los Aróstegui –aquí al lado- y se añade la tercera planta a nuestro edificio, ampliándose en siete la parte trasera, separadas por cornisas y ubicando cárceles y dependencias municipales. En la fachada, obra de Luis Artiaga en el 1728 campea el escudo imperial de Carlos I como prueba de su origen y prestancia.
De aquellos 58.274 reales que se invirtieran en la remodelación del año 1766, con trazas de Martín de Aldehuela entre otros, se ha pasado a 1.700.000,00 euros (261.908,89 del Consorcio) con finalización en este año 2022, gracias a un trabajo excepcional de este equipo técnico multidisciplinar, que hoy nos acompaña.
Un edificio cuya huella de la historia ha quedado vivo en cada rincón, en cada planta y en cada estancia: La Casa del Corregidor y las Carnicerías Reales desde el siglo XVII; los liberales apresados de las guerras carlistas, especialmente de la tercera de ellas (como prueba ese ¡Viva Isabel segunda¡, grabado en una puerta de esos calabozos) y los criminales o delincuentes que la ciudad juzgó en tiempos del XIX; los usos durante la guerra civil albergando el SIM o servicio de inteligencia militar republicano y las escuelas de niños en la primera mitad del siglo XX, así como la Escuela Taller municipal y ahora las dependencias del Consorcio Ciudad de Cuenca, son prueba palpable del camino histórico, sin olvidar esos otros usos que se adecuarán en estos tiempos actuales.
En el anecdotario popular, algunos curiosos momentos: La corrida de toros que desde su balconaje y después en el catafalco cincelado para tal uso, en Santa Catalina, presenció Felipe IV, junto al conde duque de Olivares, en su visita a Cuenca el día 12 de junio de 1642, sin olvidar“el curioso atentado”que así definiría el propio monarca cuando a su paso por la calle de la Cárcel se desprendiese una cornisa del edificio anejo a la Casa del Corregidor (casa de José de Villaviciosa), entrando en cólera y castigando a los ediles de la ciudad.
Igualmente, la entrada de los revoltosos, en los tumultos acaecidos con motivo del llamado Motín del tío Corujo (Motín de Esquilache), asaltando las dependencias y quemando libros y legajos que echaron por los balcones ante su titular Juan Núñez de Nero –al que dejaron colgado de uno de sus balconajes-, mientras la plebe subía para entrevistarse con el regidor Cerdán de Landa, el 7 de abril de 1766.
La huída del preso Lirondo de una de las celdas, saliendo por el Matadero Viejo hacia los montes de Palomera, gracias a la ayuda de varios vecinos del barrio de San Martín, en el siglo XIX. Se refugió en la Hoz del Buey hasta su huída posterior a la Sierra de Albarracín.
Ahora, en estos tiempos de reforma, la cantidad de armas, restos fosilizados de comida, grilletes, grafitis y documentos encontrados, que han pasado a formar parte de nuestro Archivo Histórico Provincial y que son la huella palpable de tantos años de historia de una ciudad como Cuenca.
Wingaerde la dibujó como Presón o Prisón en el 1565, Amani y Vélez fueron canteros en el 1549, Mendizábal diseñó parte del mismo en el 1561, Martín de Aldehuela, Montoya y Santamaría, remodelaron su alzado en el siglo XVIII, Cañizares y Martínez Gil proyectaron en el 1997, Robles y Arroyo lo secundarían en el 2006, trazas, proyectos y planos con Daniel León y la empresa Ares en el 2009, los técnicos del Consorcio en el 2012, Guillén Tena, López Arroyo y Ricardo Alonso en el 2014, y por último: Martínez Gil, Juan Zamora, López Arroyo junto a los arqueólogos Michel Muñoz y Santiago David, en el 2019, y que como parte final y definitoria son el elenco que han tenido esa“gran parte de culpa”de ofrecernos lo que hoy tenemos como disfrute, delante de nuestros ojos. Espero no haberme dejado nadie y si así fuera, ruego mil perdones. Enhorabuena Instituciones, equipo técnico y trabajadores.
FUENTE: https://eldiadigital.es/art/392106/patrimonio-excelso-por-miguel-romero-saiz