POR FRANCISCO JAVIER GARCÍA CARRERO, CRONISTA OFICIAL DE ARROYO DE LA LUZ (CÁCERES).
«Querida esposa e hijas, me alegraré que al ser esta en vuestro poder os encontréis todas bien, yo quedo bien gracias a Dios.
Amelia la presente es para decirte que esta noche pasada han estado los rojos en Mesas, pero afortunadamente no ha pasado nada, únicamente a Juan le han herido, pero no es cosa de importancia, así es que ya lo sabes, te lo digo yo antes que nadie para que no te asustes, pues luego las cosas cada uno las cuenta de su manera y pudiera aumentar más de lo que ha sido.
Muchos besos para nuestras queridas hijas y tú recibe todo el cariño de tu esposo que verte desea y que será pronto, si Dios quiere. Sóstenes Romero Flores».
Cuando nuestro paisano, y guardia civil, Sóstenes Lorenzo Romero Flores, escribió esta carta un 18 de abril de 1945, aunque la fechó un día antes por puro error, no sabía que iba a morir, o lo que es peor, no sabía que iba a ser puesto delante de un pelotón de fusilamiento. Ni se le pasó por la imaginación que pocas horas más tarde de concluir esta misiva, que estaba dirigida a su esposa Amelia, iba a caer bajo las balas de un piquete de ejecución que formaban sus propios compañeros de armas, un grupo de «polillas» de la Guardia Civil que mandaba el entonces teniente coronel Manuel Gómez Cantos. Un mando del Instituto armado de infausto recuerdo para toda España, y concretamente para Extremadura, y muy especialmente para el propio Cuerpo de la Guardia Civil en el que sirvió durante 25 años.
Exactamente la tarde del 18 de abril de 2022 hará ya 77 años que se produjo aquella infamia. Un suceso que dejó consternada y desamparada a toda una familia de la localidad, ya que el guardia civil Sóstenes estaba casado con la también arroyana Amelia Salomón Benito que se encontraba embarazada de seis meses de lo que luego sería su único hijo, Lorenzo Eduardo, y que, además, tenía 4 hijas más, todas ellas de corta edad, Francisca de doce años, Pilar que contaba 8 años, Marcela con solo 7 y María, la benjamina, que entonces tenía únicamente4 años.
Aquel fusilamiento en la plaza pública de aquella localidad, repleta de unos vecinos (hombres, mujeres y niños), completamente atemorizados,asustados y asombrados estuvo de por vida muy presente en todos los que allí se encontraban aquella tarde de primavera.Aquel episodio fue un cruel despropósito que tuvo su origen en una pequeña incursión que el maquis, la guerrilla antifranquista, con unos cuarenta efectivos, realizó en el pequeño pueblo de Mesas de Iborla misma tarde-noche del 17 de abril de 1945.Los guerrilleros ocuparon aquella población y, en consonancia, desarmaron el Puesto de la Guardia Civil en el que se encontraba nuestro paisano únicamente con otros tres compañeros más. Pequeño número de guardias que poco pudieron hacer ante un grupo de guerrilleros bien armados y mucho más numeroso que las fuerzas de la Guardia Civil. A pesar de la inferioridad manifiesta, el teniente coronel no les perdonó lo que él entendió como «cobardía ante el enemigo» y se convirtió en juez y verdugo sin tener atribuciones para ello. Lo que no sabía Cantos es que estos fusilamientos acabarían con su carrera militar dentro de la Guardia Civil.
Sóstenes junto a sus otros dos compañeros (Julián Jiménez y Timoteo Pérez), que terminaron los tres de la misma forma, fueron depositados en una fosa común del cementerio de Mesas de Ibor. Allí estuvieron los cuerpos hasta diciembre de 1945, momento en que las viudas fueron autorizadas para retirar los cadáveres. Amelia Salomón Benito acudió a por el cuerpo sin vida de su marido que trasladó hasta el cementerio de Arroyo de la Luz donde fue enterrado un 15 de diciembre de ese mismo año en la más estricta intimidad familiar.
FUENTE: https://arroyodelaluz.hoy.es/carta-despedida-fusilamiento-20220324154818-nt.html