POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Allí, en la sombra, las cantarillas del agua fraguaban la canción del espacio productivo de las eras. Las mulas tiraban del trillo dando vueltas sobre la parva. Después faenas con la rastra, el bieldo y la pala. En los pozos, junto a la carretera de la estación y en las eras, abrevaban las bestias tras un largo día de trilla.
Los cangilones se movían a impulso de la manivela que los hacia girar en busca del agua que habitaba en la profundidad del pozo. Junto a él la caseta de vigilancia contra incendios, servidora para sofocar aquello que ardiese. En estos territorios estuvo el antiguo “Rodeo”, testigo de tratos y ventas cuando llegaba septiembre, con la Feria y Fiestas de Ntra. Señora de Barbaño.