POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES).
Antonio Bueno es un amigo bueno. Es de Cáceres, bueno de Villa del Rey, un pueblo cercano al mío a pocos kilómetros de Brozas y de Alcántara.
Hace tiempo quería dedicarle un artículo en mi blog “Cronista de Las Brozas”, porque Bueno es un hombre bueno que ha dedicado todo el ingreso de su libro a una buena acción, El mucho o poco dinero que ha recogido se lo ha donado a ASPACE Cáceres, una entidad sin ánimo de lucro declarada de utilidad pública en 1993, por atender a personas con parálisis cerebral.
En total, El bueno de Antonio ha recogido 205 artículos que ha ido publicando en la sección de Plaza Mayor y en Cartas a la directora el diario HOY. A él y a mi compañero de Badajoz, Alberto González, les debo, haber dado unas conferencias sobre la primera película extremeña, rodada en Brozas, junto al río Salor, por Herminio Torres. Además, Antonio Bueno fue mi brazo derecho tras la fundación de la Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo de Extremadura, una asociación que duró más de 25 años y que al pasar a una nueva junta directiva, liderada por Juan Pedro Plaza Carabantes, desapareció en menos de dos.
El libro se titula “Desde mi patio” y yo le coloco la foto de su libro desde mi patio apoyado en un carrito típico de Costa Ruca. Sé que Bueno ha viajado por medio mundo incluso por países donde yo no he pisado, un gran viajero.
En sus numerosos artículos habla varias veces de Brozas, el primero de ellos, con motivo del 500 aniversario de su fallecimiento dedicado, en mayo de 2011, Nicolás de Ovando, primer gobernador en Indias por orden de los Reyes Católicos; nacido en Brozas y enterrado en Alcántara.
El segundo es de su abuela paterna, que no había salido de Villa del Rey y cuando iba hacia Cáceres, al pasar por Brozas le dijo a su hijo que la llevaba en el coche: “Hijo qué grande es el mundo”. Y su nieto responde en el libro: “¡Santa inocencia!”.
Con el tercero aprendí de Cáceres una cosa que yo no sabía. La Casa de Mirón, una antigua casa de muebles, situada en la Plaza de Publio Hurtado, donde estaba el Museo Municipal, ahora cerrado, había sido propiedad de la familia Elviro de Brozas, que se la vendió a la señora Gordún que tenía una tienda en la plaza de San Juan (Muebles Mirón).