POR MIGUEL GALLEGO ZAPATA, CRONISTA OFICIAL DE SAN JAVIER (MURCIA)
Querido Tomás: Aunque en tu carta de felicitación con motivo de la renovación de mi bautismo, ochenta años después, me decías que estabas a punto de cumplir ochenta y dos, el periódico “La Opinión” del 24 de diciembre nos lo recuerda y quiero felicitarte y desearte con toda mi alma que pueda hacerlo durante muchos años. Recuerdo que un venerable sacerdote al desearle un feligrés, en su cumpleaños, que llegara a los 100 años, le contestó que cómo se atrevía a tratar de limitar la voluntad de Dios. ¡Pues, eso!
Tú, que me conoces desde nuestra adolescencia, sabes que no soy amigo de la limosna y de exagerar las cosas, quizá cuando se trata de cosas de mi pueblo me pase un poco, por los menos eso me dicen los que escuchan o leen algo de lo que escribo, pero hecha esta excepción, no suelo caer y muchos menos en este atardecer de la vida en el que se nos pide más sinceridad.
Dicho todo esto, quiero dejar constancia pública de la admiración que me mereces, pues has sabido multiplicar, y por muchas cifras, los talentos de que Dios te dotó, contribuyendo con ello al bienestar de toda una amplia zona como es el entorno de La Manga del Mar, emporio de riqueza de nuestra región, sin cuyas dotes de emprendedor no hubiera sido posible, pues aún recuerdo la llegada de aquellos camiones cargados de obreros, procedentes de todos los pueblos y como la mayoría de ellos llegaron a convertirse en mano de obra especializada y otros muchos son hoy ricos empresarios y promotores importantes.
Nunca te pagaremos tus desvelos de estos cerca de cincuenta años para, como dice nuestro historiador, encandilado ante lo que veía, don Fernando Jiménez de Gregorio, “transformar lo que era un desierto cubierto de abardín en una ciudad de rascacielos como una mínima Nueva York”.
No quiero ser más pesado. Gracias, Tomás, y un fuerte abrazo.
Fuente: Diario “La Opinión”. Murcia, 27 de diciembre de 2007