POR JOSÉ SIMEÓN CARRASCO MOLINA, CRONISTA OFICIAL DE ABARÁN (MURCIA).
Sí, tenía que ser así. Y es que es impensable un Domingo de Ramos con el cielo triste y gris, pues es, sin duda, el domingo más esplendoroso y sugerente del año.
La verdad es que este domingo amaneció nublado pero poco a poco el sol fue tomando fuerza y sus rayos dorados, como las palmas, se fueron imponiendo y por eso se nos regaló una mañana espléndida como corresponde a este día y más en este año en que, después de dos Semanas Santas en blanco, había más expectación e ilusión que nunca en ver a la burrica bajar por la Era. Una perspectiva que nos retrotrae décadas atrás cuando, fruto de la voluntad y del empeño de una empresa de maderas con la mano maestra del cura don Juan Sáez y que toma nuevo impulso años después bajo la dirección del recordado Feligrés, se fue haciendo realidad lo que hoy vemos desfilar en nuestras calles.
Y así, con el cielo azul como lejano decorado, y las palmas y los sones típicos de siempre de la banda de la Leva, y las marchas procesionales de la banda de música (El Evangelista, Macarena, Solemnidad, Hosanna…), y los estandartes de las hermandades abriendo el cortejo, y la imagen entrañable de la burrica llevando encima a un Cristo que entra en Jerusalén entre vítores, y dos largas filas de fieles portando su palma, y centenares de abaraneros llenando la Era y las aceras del itinerario, y los vestidos y los trajes estrenados en este día…. con todo este mosaico de sensaciones y colores y sonidos y emociones se celebró la primera procesión, la que más ansiamos cada año, la que abre la semana más intensa en la vida de un pueblo, la que inaugura unos días tan llenos de contenido que parece que tienen más de 24 horas aunque, cuando llega el momento del vuelo de las palomas multicolores tras las reverencias, parece que todo ha pasado en un suspiro.
No sabemos si este cielo azul se mantendrá toda la semana, seguramente no, pero al menos ha sido el más bello celofán para envolver un desfile que ha sido un regalo tan esperado como entrañable, tan deseado como emotivo.