POR MIGUEL GALLEGO ZAPATA, CRONISTA OFICIAL DE SAN JAVIER (MURCIA)
He tenido la suerte de leer últimamente el libro editado por EDIBESA del que es autora Marysia Szumlakowska, viuda de Yepes, “Amaneció de noche”. Despedida de Narciso Yepes.
Todos sabemos, y sobre todo los murcianos, que Narciso nació en Marchena, a 7 kilómetros de Lorca, el 14 de septiembre de 1927 y falleció en Murcia el 3 de mayo de 1997 cuando estaba a punto de cumplir los 70 años; que fue un guitarrista internacionalmente conocido, hijo de un familia humilde, que sintió desde muy pequeño una fuerte atracción por la guitarra y creó la guitarra de 10 cuerdas, y que el Conservatorio de Murcia de Lorca lleva el nombre de Narciso Yepes. Fue nombrado “Murciano del Año 1996”, y a la entrega solemne en el Auditorio de Murcia acudió su hijo Ignacio, pues con los billetes de avión en la mano no se sintió con fuerzas y se quedó en su casa de Barcelona, pese a la ilusión que le hizo cuando Matías Prats le llamó para comunicarle la distinción. Su carrera fue triunfal, contándose por éxitos cada una de sus actuaciones, tanto en España como en el extranjero; en Japón lo idolatraban.
Pero vamos al meollo y objeto de este recuerdo: recién cumplidos los ochenta años de su nacimiento y diez de su fallecimiento es preciso comentar, por ser de justicia, que en los últimos años de su vida padeció una grave enfermedad que sobrellevó como sólo lo saben hacer los santos, a lo que coadyuvó la generosidad y el amor de su “Marysiunia mía” como él la llamaba cariñosamente.
Hay un párrafo en este libro en el que la autora pone todo el amor de que es capaz una gran mujer al referirse a esa categoría buena de Narciso. “Era su voluntad no tener tumba, desaparecer en el anonimato, estar entre sus hermanas cistercienses que tanto ha querido y las que tiene ` título ´ de Hermano y de ` Benefactor de la Orden del Cister ´. Toda la vida rezarán por él”. El 18 de mayo de 1997, fue la entrega oficial de las cenizas a la Madre Abadesa en el Monasterio de Buenafuente.
Después de la misa, en procesión, las monjas llevaron a clausura las cenizas. Nunca sabremos en qué lugar las han enterrado. Sólo sabemos que están en el monasterio.
Si siempre lo tuve por uno de los artistas más famosos e Murcia, de lo que presumía allá donde estuviese, desde ahora lo considero un Santo murciano, que velará por nosotros desde allá.
Fuente: Boletín Cultural Informativo “JuviCAM”, diciembre de 2007