POR JESÚS PINDADO
Confirmar la información que se recibe de forma totalmente rigurosa y en cada caso no es tarea posible, pero fallos y fallas tienen sus límites en el tiempo, en la credibilidad y, sobre todo, cuando se repiten por parte de las mismas personas.
Hasta aquí la generalidad. Luego viene la casuística y en seguida entraremos en polémica si eso es lo que se prefiere aunque depende, como es lógico, del tono y el nivel de la misma. Oídos sordos para palabras tontas no es hacerse el longuis. Esto viene a caso por la excepcionalidad del siguiente artículo que no espera publicado aquí y así el magnífico CRONISTA de nuestra ciudad, buen amigo y autor de numerosos libros de gran mérito como es sabido no solamente en Cantabria sino en toda España en donde se aprecie el trabajo intelectual: BENITO MADARIAGA. Hoy me salva de una vocación que es la de escribir sin tener que ganar o perder la “oportunidad” porque es una vieja costumbre que no podemos quitarnos de encima pero además con la salvedad de que lo hacemos sin mirarnos al ombligo (no somos monjes onfálicos…) y por supuesto tratando de darle sentido a lo que se rechace cuando no sea justo. La explicación de BENITO MADARIAGA a cierta rumorología indebida –si no malintenciada- tiene la siguiente silenciada prosa exquisita relacionada con los hechos:
ACLARACIÓN OPORTUNA
Con objeto de aclarar algunas afirmaciones que en los últimos días se han publicado sobre la “Casa- Museo de Menéndez Pelayo” y la cesión de uso de algunas de sus dependencias a favor de la “Fundación Gerardo Diego”, es conveniente reconstruir la historia de mano de los protagonistas y de acuerdo con las Actas de la Junta de gobierno que regía la Sociedad por entonces.
En la Junta general de la citada Sociedad celebrada el 2 de agosto de 1990, siendo Presidente de la misma Carlos González Echegaray, Vicepresidente Modesto Sanemeterio, Secretario general Manuel Revuelta y vocales Joaquín González Echegaray, Benito Madariaga y Xavier Ajenjo se tomó el acuerdo por unanimidad de los asistentes el instalar la biblioteca de Gerardo Diego en dicha Casa Museo.
Se dijo entonces por el secretario de la Sociedad, que el Ayuntamiento de Santander debiera aceptar la donación y se le autorizó para hacer las gestiones pertinentes. Rafael Gómez, amigo de la familia Diego y miembro de la Sociedad, facilitó los encuentros entre ambos para llevar a buen fin el propósito. Esto se hizo, como lo cuenta Rafael Gómez, por la enorme trascendencia del donador a la cultura y literatura española, por su vinculación con la Biblioteca de Menéndez Pelayo y la Sociedad de la que era miembro. Además había sido nombrado hijo predilecto de Santander, profesor de su Instituto y doctor “Honoris Causa“ de nuestra Universidad. La decisión fue aceptada dado que el edificio, excepto en la Casa-Museo, estaba infrautilizado. Incluso se comentó el caso sucedido con la Casa-Museo de Pérez Galdós que se perdió por titubeos y dejación de la ciudad. No fue, pues, una determinación desacertada en aquellos momentos, ni tampoco los asistentes a esta y otras Juntas eran o son personas insensatas que no sabían lo que hacían.
Como se dijo en esa reunión, la instalación de la Biblioteca de Gerardo Diego vendría a ampliar el servicio cultural de la ciudad y supondría una suerte de enriquecimiento recíproco. Como escribe Rafael Gómez Sánchez, la Fundación GD se convertiría en el gran centro de documentación de la poesía española del siglo XX, que complementaría otras bibliotecas de Cantabria.
Todavía hubo otras reuniones el 2 de agosto de 1991 y el 27 del mismo mes del año siguiente. En la última se informó sobre el convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Santander, sesión a la que asistieron, además, Rafael Gómez y Pedro Arce, representante del Ayuntamiento como concejal. Yo asistí a todas las reuniones de la Junta, pero no tuve nada que ver, señora Rodríguez de la Robla, con la redacción de contratos, confección de planos y elección de los arquitectos. Ni siquiera era entonces presidente. En el momento de la cesión, en contra de lo que se ha dicho, usted no pertenecía a la Sociedad. Si tiene dudas puede consultar a quien por entonces era secretario en todas las reuniones conjuntas y preguntar a los servicios técnicos de arquitectura del Ayuntamiento. Mi nombre no figura siquiera en la escritura de fundación pero esto no tendría especial interés, si no fuera porque da motivo a rumores y a afirmaciones erróneas que perjudican a instituciones y personas. Y porque se inventan otras historias, que no vienen al caso.
BENITO MADARIAGA