POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Jueves y Viernes Santo han dejado varias imágenes para el recuerdo tras dos años complicados por la pandemia. Ellas nos hacen reflexionar sobre lo vivido. El Monumento del convento de las clarisas es todos los años canon de la belleza, y este año lección catequética por los símbolos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo que han colocado las hijas de Santa Clara. Entre blancos y limpios manteles, pan y vino. Cuerpo y Sangre. Corona de espinas, martillo, clavos, bolsa y monedas de la traición de Judas. Jarra y cofaina donde Pilatos se lavó las manos. Y un gallo sobre un cirial, el que cantó para recordarle al apóstol Pedro que había negado al Maestro por tres veces.
El resto de las fotografías evidencian las carencias de escaparates de los comercios de Montijo en relación a la Semana Santa. Pocos, muy pocos comercios. El de Lozano, en la calle Castelar, esquina a la Plaza de España, año tras año exhibe carteles, recordándonos las fiestas religiosas que se viven estos días. También la falta de adornos en los balcones. Con el poco trabajo que cuesta cuando hay ganas de hacerlo. La fotografía tres es un ejemplo de lo que comento.
Destaco la participación de la Asociación Musical Andrés Mena, Banda de Música de Montijo, dirigida por Narciso Miguel Leo Romero. El cuerpo de banda está formado por un grupo de jóvenes que se han ido incorporando desde la Escuela de la Banda. Un ejemplo de ello es la jovencísima Adriana, hija del director, que desde la percusión ha cautivado a los que han presenciado los cortejos procesionales. Pongo de relieve el esfuerzo que las cofradías han hecho tras dos años de pandemia sin poder salir a la calle. En el caso del Santo Entierro se le añaden dos años más por la lluvia. Pero aún queda mañana por vivir una explosión de alegría que todo lo inunda: “Los encuentros” que anuncian la Resurrección.