POR MIGUEL ÁNGEL FUENTE CALLEJA, CRONISTA OFICIAL DE NOREÑA (ASTURIAS).
Tiene lugar cada primavera en torno al 25 de abril, festividad de San Marcos, evangelista que los chacineros locales mantienen como patrón de sus actividades y de su artesana profesión derivada del cerdo, del gochu como denominan en esta villa a su animal totémico, que cuenta con monumento en bronce y otro granito en agradecimiento a los muchos que se sacrificaron en este viejo condado episcopal de Noreña, tierra de los señores obispos de Oviedo desde el s. XIV.
Pues con tal onomástica, tiene en esta tierra asturiana el encuentro de cofradías gastronómicas, de amigos de los Caballeros de la Orden de Sabadiego, organizadores del festivo encuentro donde se palpa la hospitalidad, la amistad entre los pueblos que pregonan en el solemne momento de nombrar nuevos Caballeros y nuevas Damas de tan excelsa Orden, que entre otros muchos galardones acumulados en estos treinta y cuatro años de existencia figura en lugar prominente, la Antena de Oro de la Gastronomía que les concedió la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión, así como la Mejor Cofradía Española en el año 2007, Albariñenses de Honra, Matanceros en el Burgo de Osma o en Guijuelo o Choriceros de honor en el mítico pueblo de Candelario
Comienza la fiesta con pregón en la plaza del pueblo, en un artístico kiosco de la música del s.XIX, pregón leído por personajes tales como Alfredo Amestoy, Luis Ángel de la Viuda, Concha García Campoy, Tico Medina, Federico Sánchez Aguilar, Manuel Giménez, Gil Martínez Soto o Antonio Jiménez. Entregan el Premio Nacional de Periodismo “Condado de Noreña” a Rafael Ansón, a Lorenzo Díaz, a Marta Robles, a Alfonso Ussía, a María Teresa Álvarez o a José Carlos Capel, a José Manuel Vilabella, a Luis María Alonso o a Eduardo Méndez Riestra, y al mediodía siguiente –en esta ocasión de domingo- con vistosos y llamativos atuendos y atributos protocolarios, comienzan a llegar a la dinámica villa gentes procedentes de cualquier lugar de la geografía peninsular, defendiendo cada una de ellas los productos típicos de sus lugares de origen y pertenecientes a cofradías creadas para defenderlos desde el amor a los pueblos y en los amistosos mercados donde tienen su lugar de encuentro, tal y como sucedió en Noreña, amparados en la Federación Española de Cofradías Vínicas y Gastronómicas (FECOES) en la Federación Vasco-francesa (FECOGA) o en la Federación Europea que abarca a siete países.
Así nos encontramos en Noreña con quienes representan a los vinos de Cangas del Narcea o de la vecina Galicia los de las Rías Baixas; del cordobés aceite de oliva de Baena, de los aguardientes de Liébana o los gastrónomos de Reinosa; del oricio de Gijón; de las Anchoas cantábricas de Santoña y los respigos de Laredo, de la Alubia bañezana o de la Tolosarra; los Quesos asturianos, los Oricios cantábricos, el gremio del Colesterol avilesino; del jamón de Guijuelo, los defensores del Desarme ovetense; de les Fabes de Asturias, la mágica del Chosco o la dedicada a la bebida más tradicional asturiana como es la Sidra de Nava. Los arroces dulceiros de Cabranes, los tradicionalistas de la Pegarata del Alto Nalón o los cofrades canarios del Cocido de las siete carnes.
Estar en Noreña –municipio más diminuto del Principado con escasos 6 km. cuadrados- es tener la sensación de que visitamos muchas veces este pueblo del que tanto escribió Pérez de Ayala o que José Luis Garci reflejó en su película “Luz de Domingo”.
Sus gentes, los noreñenses, que saludan al visitante, les preguntan por sus apariciones en televisión o por sus intervenciones en radio; piden fotografiarse con ellos, y en cuando pueden, te ofrecen unas exquisitas rosquillas de Pepona, te piden compartir una tapita de picadillo, unos culinos de sidra o unos tacos de sabadiego, producto rescatado del baúl de los recuerdos en el año 1988 que fue cuando unos románticos –en aquel tiempo jóvenes- echaron a rodar por los pueblos de España la Orden de Caballería más famosa en el s. XXI.
Volveremos a Noreña, es de ley el volver a este acogedor pueblo asturiano, por la simpatía de sus gentes, por su peculiar gastronomía…¡que concho! Por ser…la tierra mía…
Tristán Caleya de Llanciella
FUENTE: CRONISTA