POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).
Hubo un tiempo en que para el turismo de mi ciudad se utilizaba con cierto énfasis la oferta de palacios y escudos nobiliarios como un reclamo, yo mismo lo he utilizado numerosas veces para hablar de nuestro patrimonio, esa arquitectura civil de los linajes y otros notables de la nobleza local. Y muy cierto es que aquellas familias con más o menos preeminencia configuraron con sus casonas y palacios el paisaje urbano de esta población castellana y mudéjar, y quiero recalcar lo de mudéjar, porque nuestra arquitectura es de ladrillo, rajuela y tapial, cosa que debe ser difícil de entender para algunos, por los resultados de tanta gente que aún lo desprecia. Parecería que lo que no es piedra, no merece la pena… pero eso es en Ávila capital. Nuestra ciudad es mudéjar con su arquitectura tradicional de ladrillo y tapial, la eclesiástica, la militar y también la civil.
Deberíamos hacer inventario de esas casonas-palacio que nos ha legado la historia y nuestros antepasados. Porque quizás nos llevaríamos una gran sorpresa. Se dice casa-palacio a una construcción notable, un edificio que se aparta de la arquitectura general, por sus dimensiones y por su tipo de construcción, esa arquitectura que aún tardíamente conserva en su aspecto mucho de nuestro mudéjar, formas que se repiten y permaneces, aún con las innovaciones en sus formas decorativas. ¿Acaso son necesarios esos dinteles “floreados” de arcos compuestos y aún remarcados en alfiz? Y los hay de diversos modelos… unas casonas que definían por su aspecto a sus moradores, herederos linajudos, nobles locales con más nombre y escudos que hacienda, ricos comerciantes de cereales, legumbres, lana y objetos suntuarios que vivían al amparo de los antiguos y tradicionales mercados y ferias.
Hay que diferenciarlo de los palacios propiamente dichos, los que más suenan son los barrocos, por su magnificencia y riquezas artísticas. Fíjense, ni siquiera nuestro palacio real de los Trastámara podría llevar ese nombre, y por eso en muchas ocasiones lo denominan “Casas Reales”.
Y hablando de éstas, y salvando las proporciones, el derribo de la casona nobiliaria de los Montalvo Monjaráz, nos ha recordado a muchos el de aquellas casas reales…y no tanto por la importancia patrimonial, que evidentemente es muy distante, sino por las argucias que llevaron al derribo de ambos. Amenaza de ruina −se deja dormir y al final cede−, el peligro para los viandantes −peligro que no era de los últimos días, sino que estaba ahí desde hace tiempo−, lo costoso de recuperar esa arquitectura, la falta de ayudas al respecto, el falseamiento de su valor patrimonial e histórico, incluso los argumentos que ponían en duda sus valores arquitectónicos, y así tantos argumentos.
Evidentemente que todos estábamos preocupados por la amenaza de ruina, y el desplome de una parte ya nos el sobresalto de que pudo ser dramático. Pero durante mucho tiempo antes no se tomó medida alguna para intentar salvar un patrimonio, fue, una vez más, despreciado y minusvalorado. Luego viene otro aspecto, cuántas veces se ha dicho eso de que la portada se reintegrará en el edificio nuevo… que produce tanta confusión como que esta portada es incorporada al edificio no hace tanto, que era la portada resultante del derribo de la casa nobiliaria de Hernán Tello de Guzmán. No, ambas portadas son distintas en su semejanza, cuestión de época. No conozco el paradero de aquella, me lo han preguntado como cronista, pero no me consta. Y así una y otra vez… el desolador patrimonio civil de nuestra ciudad está en el filo de la navaja.
Y un último pensamiento, por el momento, los tres edificios de casonas o palacios nobiliarios que se han recuperado en los últimos años se han debido a la iniciativa privada: el palacio de Cárdenas, el de Osorio o “la francesa”, y la Posada Real 5 linajes. En esta tanda no podemos meter el edificio del Ayuntamiento, que es un caso distinto y aparte de estas consideraciones, aunque no mucho, porque en su fachada “luce” parte de una portada de otro palacio casona nobiliario derribado… total, no hace tanto.
¡Qué inventario podemos hacer!
Y lo haré… el tema da para mucho más.
Menos casonas y palacios, y más fachadismo
RICARDO GUERRA SANCHO Cronista Oficial de Arévalo 5/12 publicado 8/12/2021