COMUNICADOS DEL MÁS ALLA DE NICOMEDES
POR ÓSCAR GONZALEZ AZUELA, CRONISTA DE LAGOS DE MORENO (MEXICO)
De Fray Bernardino Álvarez para Jorge Alcocer
Señor secretario “de salud”, le escribe un sevillano nacido hace más de medio milenio, quien cruzó el Atlántico llevando en Las Américas una vida turbulenta y azarosa cerca de las Zacatecas. Sepa que mi fama de jugador empedernido dejaba corto al mismo Juan Charrasqueado; que fui encarcelado y sentenciado a destierro fugándome para evitar su cumplimiento; como tahúr hice gran fortuna y a la muerte de mi padre y el rechazo de mi madre recibí de ella una carta en la que me convidaba a sentar cabeza y a usar mis recursos en beneficio de los más pobres, deseo que le cumplí.
Fue así que en 1567, viendo la gran cantidad de locos que vagaban sueltos por las calles de la muy Noble, muy Leal e Imperial Ciudad de México, decidí fundar una Casa para Pobres Dementes junto a la iglesia de San Hipólito, sí, la que fuera dedicada a aquel santo venerado cada 13 de agosto en que se conmemoraba la caída de México-Tenochtitlan.
Mi muerte ocurrió un día antes de la fiesta de San Hipólito, en 1584 y quedé enterrado en la capilla de esa iglesia, en donde ahora se les ha ocurrido ir a venerar a San Judas Tadeo, con un nepotismo extremo, dado que este hombre tuvo solamente el mérito que ser primo de Jesús, como profecía de los tiempos de la Cuatro Té.
Todos estos antecedentes le doy para que no me vaya a confundir con Bernardino de Sahagún y se me quiera salir por la tangente, porque aquel se dedicó a historiar, yo a la salud del pueblo bueno y sabio como diría su pastor, ese feroz lobo disfrazado de oveja.
Pero volvamos a lo nuestro: con orgullo declaro que ese resguardo a favor de los dementes en condición de calle fue el primer Centro Psiquiátrico de América al que siguieron muchos más que tanto crecieron en fundaciones y gente dedicada a la cura de estos tormentos mentales que el Papa Inocencio XII llegó a autorizar, años después de mi muerte, un hábito para mi orden de paño pardo con escapulario y rosario al cuello. Por supuesto, los débiles mentales, como usted verá, ignoran todo esto.
Pues bien, estoy enterado de que hace unos días ha dicho usted que: “ya no hay hospitales psiquiátricos; que un individuo con problemas de salud mental debe tener atención desde su familia”.
La desolación en materia de salud que os compete ha sido tal que el promedio de vida del mexicano ha bajado cuatro años a causa del descuido, la indolencia y la perversidad con la que se ve por encima del hombro a víctimas y familiares de todas las edades, porque en el Sistema de Salud, hoy en día no existe más remedio que un chocho viejo, y se lo digo a usted, ¡viejo chocho!
Le recuerdo que en su “jumentud” hizo el Juramento Hipocrático al que ahora falta desde las esferas del poder, entre cuyos principios destaco lo siguiente que ya debe haber olvidado:
Juró que cumpliría hasta donde tuviera poder -el que hoy tiene- y discernimiento -no creo-, llevar adelante de acuerdo con su poder el actuar en beneficio de los enfermos apartándoles del perjuicio y el terror en el que hoy les abandona; mantener su vida y artes alejado de la culpa; trabajar en beneficio de los enfermos, absteniéndose de todo error voluntario y corrupción.
Que si esto cumplía sin quebranto, los frutos de la vida fueran suyos, siendo honrado por los hombres y que si lo contrario ocurriese, llegando a quebrantar todo lo anterior, sería perjuro.
Pues bien, a los ojos del México que tanto quise y cuya tierra se mezcla con mi escoria, país hoy ofendido, adolorido y abandonado -no hay “otros datos”-, es obvio que todo lo ha quebrantado, ¡es usted perjuro! BERNARDINO ÁLVAREZ
Fuente: https://www.facebook.com/oscar.gonzalezazuela