POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA OFICIAL DE ZACATECAS (MÉXICO)
Nuestra ciudad de Zacatecas debe su origen a la minería.
Un dato curioso: Francisco Villa, en su adolescencia trabajó como minero en Parral, Chihuahua hacia 1899.
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De acuerdo con Villa, el hecho que cambió su vida ocurrió el 22 de septiembre de 1894, a los 16 años. A esa edad trabajaba como aparcero en la Hacienda de Gogojito y ya era el jefe de una familia que estaba formada por su madre y sus hermanos Antonio e Hipólito y dos hermanas: Mariana, de 15 años, y Martina, de 12 años.
Ese 22 de septiembre al llegar a su casa de regreso del trabajo encontró a Agustín López Negrete, “el amo, el dueño de la vida de nosotros los pobres”, frente a su madre, quien le decía: “¡Váyase de mi casa! ¿Por qué quiere llevarse a mi hija?”
Al escuchar esto, el joven Doroteo fue a la casa de su primo Romualdo Franco, tomó el rifle de éste y le disparó en un pie al hacendado. Al responder a los gritos del amo, aparecieron cinco criados armados listos para disparar contra él, pero López Negrete les ordenó que no mataran al muchacho y que a él lo llevaran a su casa.
Doroteo montó en su caballo y se alejó hacia la Sierra de la Silla, frente a la Hacienda de Gogojito. Meses después de su fuga, lo detuvieron tres hombres y lo llevaron a la cárcel de San Juan del Río. Doroteo estaba seguro de que lo iban a fusilar. “A eso de las diez de la mañana del día siguiente me sacaron de mi encierro para que moliera un barril de nixtamal”. Con la mano del metate golpeó al guardia que tenía más cerca y logró escapar rumbo a las montañas de Los Remedios.
Hacia 1899 para la policía estatal era sólo un bandido, pero en 1901 lo arrestaron por primera vez por robar dos burros y la carga que llevaban, aunque salió libre por falta de pruebas.
Días después, se le arrestó otra vez acusado de asalto. Fue condenado a servir como soldado de leva en el ejército. Un año después desertó, huyó a Chihuahua, cambió su nombre por el de Francisco Villa y se dedicó trabajar, primero de minero, después de albañil, carretonero para las grandes compañías mineras norteamericanas, administrador de un corral de gallos de pelea.
Durante algún tiempo tuvo una carnicería en la ciudad de Chihuahua, pero el rastro de la ciudad pertenecía a la familia de Luis Terrazas, que lo expulsó. Regresó a trabajar como minero hasta que empezó a robar ganado de la familia Terrazas.
A pesar de que andaba a salto de mata, compró una casa en la ciudad de Chihuahua en la que se asentó. Ahí lo encontró Abraham González en 1910 quien lo invitó a participar en la revolución maderista.