POR ARTURO PEREIRA

Los seres humanos buscamos certezas y pruebas de nuestras más íntimas convicciones o falta de las mismas. Algunos se conforman con vivir la vida de forma mecánica sin intentar indagar el por qué de las cosas, simplemente siguen el lema de no complicarse más de lo estrictamente necesario. Pero, otras personas hacen de su vida una búsqueda del conocimiento y una lucha por derribar fronteras que parecían inamovibles.

En este segundo grupo de personas podemos situar sin lugar a dudas a Margarita Torres. La misma que hace pocos meses nos hizo sentir sensaciones únicas y vertiginosas con el anuncio de que documentos históricos acreditan que el Santo Grial se encuentra depositado en la Colegiata de San Isidoro.

Margarita es y puedo afirmarlo con certeza, pues la conozco desde hace tiempo al igual que su producción científica, una intelectual forjada en la lucha por alcanzar la excelencia en toda actividad que desarrolla.

Políglota, con una formación humanística propia del ideal de sabio renacentista. Conocedora como pocos de la vida de los romanos y del Medievo. Mecenas de los estudios de defensa y seguridad y de la acción humanitaria. Además es buena moza y guapa.

Sirvan estos antecedentes respecto de la autora de tan relevante anuncio como credenciales de solvencia y seriedad. Hace varios años tuve el privilegio de conocer de su propia mano la investigación que estaba realizando, respecto de la que se vislumbraba podría conducir a la conclusión de que el Cáliz de Doña Urraca podría ser ni más ni menos que el Santo Grial.

Evidentemente me pidió mi palabra de honor de que no hiciera el más mínimo comentario al respecto pues la historia como se puede suponer no era ni ha resultado ser baladí. Margarita es así, se rige por un código de honor a la antigua usanza, donde la palabra dada vale más que un documento, donde el honor es un valor que debe regir las relaciones humanas. Escribo esto a mayor abundamiento para que los lectores puedan aproximarse más al entendimiento de lo que le ha costado dar a conocer las conclusiones de su investigación.

Considero importante para entender la obra de cualquier autor conocer cómo es y cómo piensa, por eso me he permitido la licencia de hacer uso de mi conocimiento de esta mujer en la que uno puede confiar como en el hecho de que todos tenemos un final, digo esto con ánimo de encontrar algo absolutamente cierto en nuestro mundo tan groseramente relativista donde no hay nada absoluto.

Volviendo a la necesidad de certeza y suprimir dudas, el Santo Grial es una aspiración, un suspiro por encontrar una evidencia física que acredite que el Nazareno existió de verdad. Realmente el Santo Grial es un receptáculo de amor y del mensaje de Cristo. Para la fragilidad de las devociones humanas y estoy pensando en los que nos declaramos cristianos, es importante el Santo Grial.

No pretendo dar legitimidad a Nietzsche quien de cristiano pasó a ser un azote de sus antiguos hermanos de fe y considerarlos como la mayor de las desgracias de la humanidad. Pero, si debo decir que la búsqueda de la seguridad de la fe cristiana no debe basarse en elementos físicos se llamen como se llamen, sino en la íntima convicción de que es cierto lo que uno cree.

No se me malinterprete y se deduzca que el Santo Grial carece de relevancia para mí. Si como declara Margarita es el cáliz de la última cena y que esté en León es un hecho histórico que debe ser motivo de reflexión y orgullo para todos. Los avales de Margarita son sus estudios científicos y su honestidad, para mí garantías más que suficientes de lo que afirma.

Sea como sea, Margarita nos ha dado un vuelco al corazón, ha colocado a León en el mapa del mundo por algo tan bello y enigmático como el Santo Grial por el que tantas batallas se libraron, libros se escribieron y películas hermosas se rodaron. Ahora se está escribiendo una página hermosa de un reino que fue cuna de España y de la civilización occidental. No se me ocurre mejor destino que el antiguo Reino de León para el Santo Grial.

Fuente: http://www.diariodeleon.es/