POR JOSÉ LUÍS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ).
El 25 de junio de 1885, un día después del santo patrón de la ciudad –San Juan Bautista–, se celebraba la preceptiva sesión semanal de cabildo. En ella el señor alcalde-presidente, Félix Martínez Domínguez –notario de profesión–, ponía en conocimiento de los señores concejales –sabedor de lo que representan las mentalidades populares en días de fiestas– una decisión propia sin consultar con el Concejo municipal. El alcalde se expresaba así: “En la tarde del veinte y tres del presente, víspera del día de San Juan (…) había dispuesto, por petición del público y ser costumbre de siempre, no obstante faltar el acuerdo del Ayuntamiento, que por la noche se corriera un gayumbo –toro enmaromado– por las calles de la población, por el precio de sesenta pesetas, que si el Ayuntamiento lo estima oportuno han de satisfacerse del capítulo de Fiestas Civiles”. Esperaba, por tanto, la aprobación de su conducta por parte del Concejo. Este quedó enterado del asunto y apoyó la decisión del alcalde. Sin embargo, los concejales fueron más allá y, además de aprobar el gasto del toro para que se abonase del capítulo de Fiestas Civiles, dijeron que a este se le añadiría “el costo del gayumbo que ha de correrse por las calles de esta ciudad el veinte y ocho por la noche víspera del día de San Pedro”. Costumbre también instaurada muchos años atrás por la cofradía de pescadores en honor de San Pedro. Sin mayor discusión se dio paso al siguiente punto del día.
Bibliografía:
-AHMCh. Legajo nº 52. Actas Capitulares. Sesión ordinaria de 25 de junio de 1885.