¡UNA DE FELIPES!

POR ADELA TARIFA, CRONISTA OFICIAL DE CARBONEROS (JAÉN)

Felipe VI.

Felipe VI.

Junio de 2014 pasará a la historia por la coronación de Felipe VI de España. Antes hubo otros Felipes. Les voy a dedicar una columna desenfadada, sin mala intención.

Allá por el año 1506 nació el primer Felipe. Lo llamaron “el hermoso”. Parece que el título se lo puso el rey de Francia, porque le pareció guapetón. A este muchacho lo casaron con una hija de los Reyes Católicos, por razones de estado. Se llamaba Juana, y la apodaron “la loca”. Muy cuerda no estaba. Tenía antecedentes familiares. Lo peor fue que la muchacha se enamoró como una loca del marido, cosa nada aconsejable. Porque siempre es mejor que el otro te quiera más que tú a él, que bastante tenemos las mujeres con lo que la naturaleza nos echa encima. O sea, que cuando a Juana le tocó ser reina en 1505, por cosas del destino, vino con un rey consorte que mandaba mucho más que ella. La pobre tenía bastante con parir una criatura cada año, y pasar la depresión pre y post-parto viendo como el marido la engañaba con unas y otras. Es que este Felipe I era el terror de las nenas; y ella una panoli. Pero, cosas de la vida, el hermoso se murió con 28 años. Unos dicen que le envenenó el suegro, Fernando el Católico. Pero más parece que le sentó mal un vaso de agua helada, tras hacer deporte ¿A que le pega al “hermoso” lo del pádel y los musculitos.? Bueno, que la pobre Juana ya se volvió majara total, y se encargó del gobierno su padre. A ella la encerraron hasta que se murió de vieja. O sea, que el deporte y el helado matan más que la depre. Sigo con nuestros Felipes.

El segundo Felipe es el más famoso, porque reinaba en medio mundo. Sucedió a Carlos I en 1556. Le llamaron “el prudente”, porque no eran tan hermoso. Aunque tampoco feo. Era rubio, de ojos grises y talla media. Culto, muy católico y trabajador. Una de sus persona de confianza era de Úbeda, Vázquez de Molina. Y eso que este rey no se fiaba de casi nadie. De salud andaba regular, pero no hacia las tonterías del primer Felipe, y aguantó hasta los 71 años. Si hubiera practicado la dieta mediterránea a lo mejor vive más. Pero entonces comer yerbas con aceite de oliva era cosa de moriscos y gente de mal vivir. La gota lo agotó del todo. Se fue al otro mundo a reencontrarse con sus tres primeras esposas, M. Manuela de Portugal, la reina inglesa María, e Isabel de Valoir. Y con el tropel de hijos que engendró y se le fueron muriendo. Entonces eso era normal. Su hijo Felipe III le sucede en 1598. Era algo beatón, y le apodaron “el piadoso”. Su mujer, Margarita de Austria, le dio 8 hijos. Parece que era buena persona, aficionado al campo y a la pintura. Éste no trabajaba tanto, pero tampoco fue un vago, como cuentan las malas lenguas. Lo retrató Velázquez. Era un tipo de aspecto mediocre, con sentido práctico, menos desconfiado que el padre. Se fió mucho de los duques de Lerma y de Uceda. Como era vulgar, se murió a una edad normal, los 43 años, y de una enfermedad corriente entonces, la erisipela. Así pasó el trono a su hijo Felipe IV en 1665. A éste le llama “el grande”, o el “rey Planeta”, por llamarle algo. Porque no destacó en nada especial. Bueno, acaso por mujeriego, y por elegir como valido al conde- duque de Olivares, que le metió en muchos líos. Por entonces España y Portugal, unidas desde Felipe II, se separaron. Los nobles andaluces iban a lo suyo, y los catalanes para no tener centralismo quisieron unirse a Francia, el estado más centralista de Europa. Eso se llama coherencia. Este rey se casó dos veces y tuvo muchos hijos, legítimos e ilegítimos, pero se morían como chinches. Y eso que las criaturas iban cargadas de amuletos contra el mal de ojo. Así los pintó Velázquez. Al final, de tanto casarse entre parientes, tuvimos un rey impotente, tan tarado que apenas caminaba a los 9 años: Carlos II “El hechizado”. El apodo le va de maravilla. Ése fue el responsable de que en 1700 viniera a gobernarnos un francés, Felipe V, el primer Borbón. Aunque dicen que no hay quinto malo, tampoco este reinado da para tirar cohetes. Porque este Felipe no quería ser rey. Le había tocado y se aguantó. Tampoco lo habían preparado para reinar. Le han apodado “el animoso”, lo cual es de chiste, porque padecía depresiones y tuvo épocas de locura total. Se le murió pronto la primera esposa, que caía fenomenal a todos. La segunda, Isabel de Farnesio era de armas tomar. Ella llevaba los pantalones. Mujer fría, ambiciosa y autoritaria, a la que los españoles no tragaban. Cuando el rey se murió de apoplejía en 1746, ella se dio cuenta que, loco y todo, su Felipe V era quien más la quería. Luego pasaron muchas cosas en nuestra historia, buenas y malas. Pero no hubo más reyes Felipe. Al fin este año reina otro Felipe. Todavía no tiene apodo. Podría llamarse “el largo”, por la estatura, por su astucia, o por que el reinado sea largo, si no decide largarse como hizo su bisabuelo Alfonso XIII. Yo creo que lo hará bien, aunque haya que echarle una mano, porque le han dejado en la plaza unos miuras que dan miedo. Mi papelera y yo estamos en ello. ¡Larga vida al rey! Y suerte. La va a necesitar.

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