POR ANTONIO HERRERA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
En el verano de 1936 se produjo un conflicto armado en España, como todos saben y de manera que a cada uno más le acomoda, porque interpretaciones las ha habido para todos los gustos. De sus causas, de sus justificaciones, y de sus consecuencias para la nación y sus individuos han corrido muchas líneas de texto, ya todas comentadas, alabadas y/o vituperadas.
Uno pensaba que ya iba siendo el momento de olvidarse de aquello, porque va para un siglo que empezó, acabando dos años y 8 meses después. Sin embargo, las vivencias de aquellos años, que se han ido transmitiendo por los protagonistas de generación en generación, ha procurado la escritura de muchas memorias, libros y enciclopedias. A nivel nacional unas, a retazos de este o aquel pueblo, provincia o institución otras.
Ahora nos llega un libro grande (en tamaño especialmente, también en contenidos) que relata con muy bien tino lo ocurrido en esos años conflictivos en Miralrío, ese pueblo alcarreño que se asoma, desde la primera meseta, al hondo valle del Henares.
Se trata de un relato largo y concienzudo, detallado e íntimo. Unas memorias al completo de una familia alcarreña a la que tocó vivir una guerra que sin saber cómo se produjo y les envolvió….
Con muchas fotografías, a lo largo de sus 654 páginas, y tras una introducción exploratoria, la autora va exponiendo de forma cronológica las diversas vivencias de las gentes de Miralrío durante los tres años que duró la terrible guerra (civil entre españoles, con invitados de varios países) de 1936 a 1939. El frente bélico estuvo toda esa época cerca de Miralrío, habiendo sido ocupado el pueblo primero por el ejército republicano, y después por el nacional. Los relatos que componen este libro, inspirados en hechos y personajes reales, ponen el foco en personas normales que se vieron inmersas inopinadamente en un conflicto bélico que no comprendieron, pero que transformó y, en algunos casos truncó, sus vidas.
Las narraciones, diversas en sus escenarios y formatos, tienen como nexo de unión la familia que regentaba la tienda-taberna de Miralrío y que, por tanto, no solo conocía en detalle a todos los aldeanos que eran sus clientes, sino que tuvo que tratar con los soldados y militares que pasaron por allí, de forma que fue testigo de excepción de las vivencias de unos y otros, siempre cerca de la parte más humana de la contienda.
El libro, dividido en 40 capítulos bien estructurados, inicia cada relato con una o varias fotografías de la época, de Miralrío y sus gentes, sumando unos árboles genealógicos necesarios, un epílogo, más la bibliografía imprescindible y una relación de pies de fotos. La obra se puede enmarcar, con nitidez, en el aporte historiográfico que nace de la memoria popular, pero que tiene la fuerza y validez de los documentos.
El libro ofrece, a lo largo de esos cuarenta capítulos, que abordan aspectos muy concretos de la contienda, y especialmente vivencias de sus protagonistas, hijos todos ellos de Miralrío, una visión general de la España de aquellos años. Y especialmente de lugares cercanos a Miralrío (Sigüenza especialmente, Guadalajara capital, también Madrid…) en los que la autora sitúa escenas y evocaciones, muy bien narradas, constituyéndose, una por una, como relatos individuales, aunque todos ellos en el mismo contexto conflictivo. De Sigüenza son especialmente vívidos los capítulos en los que se narran aconteceres de los que se ha dado en llamar “La Batalla de Sigüenza” o el asedio a la ciudad por las tropas franquistas, cuando un millar de personas, entre soldados y población civil quedaron recluidas en el interior de la catedral (septiembre-octubre de 1936). Lo titula “A la espera de refuerzos” y a Miralrío la sigue describiendo como una “Ínsula Montana” en la que los tiros se oyen muy a lo lejos.
Tras la batalla de Brihuega/Guadalajara en marzo de 1937 se produjeron variaciones en el estado de Miralrío. Por ejemplo, el 10 de marzo de ese año, los nacionales entraron en el pueblo, tras breve batalla, y el hecho lo narra una niña pequeña, que no distingue combatientes de un lado ni de otro. En esa primavera, un muchacho escribe una carta a su familia, y les cuenta los aconteceres del frente, Alcarria abajo.
los nacionales entraron en el pueblo, tras breve batalla, y el hecho lo narra una niña pequeña, que no distingue combatientes de un lado ni de otro.
Nuria Martín
También va describiendo el comercio del pueblo, la tienda de comestibles que tenía su abuelo, y la vida normal de una familia pudiente del pueblo, a la llegada de la guerra, y de los ejércitos, con milicianos y requetés, en orden sucesivo. Es terrible el capítulo dedicado a “La retaguardia revolucionaria” fechado en noviembre de 1936, cuando unos milicianos asesinan, y de qué modo, al cura del pueblo. Pero el libro se abre a otros horizontes, como el “Monólogo de trinchera” que interpreta un joven miliciano en una trinchera defensiva en la Ciudad Universitaria de Madrid. Lo valioso de la obra, en suma, es la variedad de aspectos que toman sus capítulos. Dejando la posible relación cronológica de los hechos, van apareciendo relatos sueltos de la contienda, en variedad de temas y tratamientos. Especialmente sorprendente es al acto de una obra teatral que se desarrolla en la iglesia de Miralrío.
Un apunte sobre la autora
Nuria Martín Herrero (Madrid, 1964) es Ingeniera Técnica Agrícola, y ha ejercido su actividad profesional realizando proyectos de paisajismo en empresas privadas y posteriormente como técnica en la Oficina Comarcal Agraria de Hellín, Albacete. Aunque vivió sus primeros años en Madrid, siempre tuvo un contacto habitual y próximo con el pueblo de sus ancestros, Miralrío (Guadalajara), donde desde pequeña pasaba los fines de semana y las vacaciones. De esta cercanía con los suyos nació primero su curiosidad por escuchar las historias narradas por sus abuelos “al calor de la lumbre”, sobre el pueblo, sus costumbres y sus gentes, y posteriormente su interés por conocer los paisajes alcarreños y serranos, que ha recorrido en multitud de ocasiones. Lectora incansable, analista y buscadora de recuerdos ciertos, actualmente reside en Almería junto a su familia, y comparte su tiempo libre entre su afición a la montaña, al mar, a la música y a la literatura. Nadie puede negar que Nuria Martín, según manifiesta en este libro inmenso y apasionante, está en posesión de un estilo literario elegante y preciso, que no cansa, y suma intereses.