POR JOSÉ RAIMUNDO NÚÑEZ-VARELA LENDOIRO, CRONISTA OFICIAL DE BETANZOS, MIÑO Y PADERNE (LA CORUÑA)
El globo de Betanzos de 1965. / Foto Selgas
Acaban de cumplirse doscientos años de la elevación de globos aerostáticos en la ciudad de Betanzos, cuyo primer espectáculo tendría lugar el 29 de mayo de 1814, en honor y gloria por la entrada del Rey Fernando VII “El Deseado” en España, en el contexto de los festejos públicos organizados por la Justicia y Regimiento para la celebración de la efemérides.
En el futuro se incluiría el lanzamiento del Globo en las funciones en honor a San Roque, patrono insigne desde hace seiscientos años y que sería realizado por diferentes artesanos, por encargo del ayuntamiento. El aerostato sufriría la lógica evolución de los tiempos, por lo que en la actualidad llamaría poderosamente la atención el uso de aquellas “catorce juntas de tabla de pino cortadas y seis baras de castaño para ayudar a salir los globos aerostáticos”, y resultaría poco menos que insultante que su elevación no se efectuase desde la torre de Santo Domingo.
Consta la construcción de dos globos en 1840, y por Manuel Ramos en 1863, que serían “elebados en las noches de los dias quince y diez y seis”. Dos años más tarde, el 18 de agosto de 1865, Juan Contas recibía del ayuntamiento sesenta escudos por su elaboración, y este mismo maestro sería el constructor de los tres primeros cabezudos, que serían estrenados el domingo 13 de agosto de 1893. El 24 de septiembre de 1876, los comisionados de festejos presentaban en el ayuntamiento la liquidación practicada por este concepto, que dice así:
“Cuenta que hago yo Luis Abella a los Sres Comisionados de las funciones de San Roque, Por la construcion de cuatro globos que se elebaron en dichas fiestas con sus barquillas, uno de ocho varas de largo, otro de diez y seis, otro de veinte y cuatro y otro de diez. En la Cantidad de Mil reales…”.
Desde 1877 sería construido por el maestro hojalatero don Claudino Pita Pandelo, persona dotada de las cualidades necesarias para la formación del patrón del globo que ha llegado a nuestros días, confeccionado con ciento veinte kilogramos de papel y con unas dimensiones de veinticinco metros de altura por cincuenta de circunferencia, y que es impulsado mediante la combustión de paja. El artefacto cuenta con la decoración de notables artistas para cada uno de sus cuarterones, que le proporcionan la originalidad y el encanto debidos al arte, al que hay que añadir el justo valor de la crónica anual registrada en su esfera.
El Globo es lanzado desde la torre de la iglesia de Santo Domingo, todos los 16 de agosto a las doce en punto de la noche, ante una multitud que no baja de los cincuenta mil espectadores. Para los naturales es el eslabón que da consistencia al puro betancerismo, el que les une para elevarlo mentalmente con su sentimiento, expresión y mensaje, y momento en el que todos le acompañan con la mirada, expresivos aplausos y el tañido de campanas, hasta perderse en el Universo.
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