POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS).
«Gran Canaria brilla, cada 16 de julio, con una especial e íntima intensidad, la misma con que los ojos de las gentes de la mar, tras duras jornadas de navegación, observaban ansiosos la costa, sus casas de colores»
Gran Canaria brilla, cada 16 de julio, con una especial e íntima intensidad, la misma con que los ojos de las gentes de la mar, tras duras jornadas de navegación, observaban ansiosos la costa, sus casas de colores encumbradas en los riscos que rodean la vieja capital insular, los rostros de sus familiares que les aguardan en la playa de San Telmo o en los arenales isleteros. Es un día de fiesta especialísimo para los isleños, pues en él se proclama en todas las sendas atlánticas la devoción carmelitana de una isla que ha sido, es y será marinera hasta los mismos tuétanos de sus más hondos anhelos; día en el que se hace muy patente por los enclaves marineros que contornean la silueta isleña, pero también en los más recónditos parajes de interior insular, donde esta devoción es antigua y arraigadísima.
Una devoción que nació en el seno de la mismísima Catedral de Canarias, en la Capilla de Santa María de la O en la primigenia, y desaparecida a finales del siglo XVIII, Iglesia del Sagrario, que en fechas tempranas del siglo XVII ya comienza a conocerse como «capilla de Nuestra Señora del Carmen», tal como apunta D. Santiago Cazorla en su ‘Historia de la Catedral de Canarias’, y que hoy podemos encontrar hasta en los más espontáneos e improvisados oratorios, como puede ser una rudimentaria hornacina, o altarcito rupestre, en una oquedad de los roquedales que se encuentran a mano derecha en la carretera que conduce desde el Gamonal a la Atalaya de Santa Brígida. Entre uno y otro momento y circunstancias, entre los que median más de cuatrocientos años, aparición de cultos, la celebración de la «novena del Carmen» ya en el siglo XVIII en la Iglesia del sagrario, imágenes, como la célebre Virgen del Carmen de Luján Pérez, que debió acabar su discípulo predilecto ‘El Morenito’, Reales Cofradías, fiestas grandes y señeras como las del barrio capitalino de La Isleta, procesiones marítimas de la Virgen por todos los puertos y refugios pesqueros de la costa grancanaria, fiestas populares en los más distantes y dispares enclaves de la geografía insular, sea en la cumbre o en lo más hondo de los barrancos. Una isla que es barco y velamen anclado en el Atlántico para que perpetuamente navegue aquí la ‘Reina de los Mares’.
Una isla donde también cada 16 de julio tiene señera y entrañable presencia desde el siglo XIX, aunque su historia isleña puede extenderse a mucho más atrás, la gran familia de La Armada, que ya en el Siglo XIX fue reclamada por los grancanarios que deseaban contar aquí con una gran Comandancia de Marina, para la que se construyó un bello edificio, con un proyecto del destacado arquitecto municipal Laureano Arroyo y Velazco. Una Comandancia a la que están vinculados nombres marinos de tanto prestigio como el veguetero Pedro del Castillo Westerling, o el del almirante Bartolomé de Morales Medigutía. Ilustres marinos grancanarios, que también recordamos este día del Carmen, donde en el Arsenal de Las Palmas hay celebración y festividad -aunque el 16 de julio de 1948 la misa solemne de la Armada se celebraría en la Catedral de Canarias, origen insular de este culto, ante la que formó «…una columna mixta de marinería e Infantería de Marina, al mando del segundo comandante del ‘Malaspina’, capitán de corbeta Sr. Moreno, que atravesó la ciudad, desde el Arsenal…», «…con bandera, escuadra y banda…»-, han sido los almirantes Wenceslao Benítez Inglott –también veguetero, hermano de cronista, poetas y escritores-, Fernando Meléndez Bojart -hijo, nieto y hermano de renombrados farmacéuticos grancanarios-, Tomás Gómez Arroyo –hijo del pintor Tomás Gómez Bosch-, José Ignacio González-Aller Hierro, Rafael de Morales Romero -nieto de almirante y sobrino de Alonso Quesada-, o Jaime Muñoz-Delgado y Díaz del Río.
Cuatrocientos años han transcurrido desde que se conociera ya una imagen de la Virgen del Carmen en la catedralicia Iglesia del Sagrario. Siglos han transcurrido desde que el canónigo don Salvador Díaz de Silva, como recoge Cazorla León, dotara con los fondos necesarios para que en su festividad «…el Cabildo fuera en procesión a su capilla y le cantara una misa solemne con sermón…». Los siglos se han sucedido desde que los niños del coro catedralicio solicitaran por vez primera sacarla en procesión en 1690 y que, entrado el siglo XVIII, se preocuparan por adquirir nuevos ropajes para aquella venerada imagen, a la que cada 16 de julio se festejaba con repiques de campanas y júbilo generalizado.
La antigua Iglesia del Sagrario se derruiría por las obras de ampliación de la Catedral, por lo que se consideró oportuno establecerla en la capilla del Hospital de San Martín, y allí fue también la antigua y venerada imagen de la Virgen del Carmen, pero también allí comienza una posible leyenda, a partir de que esa imagen se retirara del culto, al aparecer la tallada por Luján y que la sede del «Sagrario» se trasladara primero a la Iglesia del Seminario, San Francisco de Borja, y luego a la Parroquia de San Agustín, donde se ha mantenido hasta la actualidad el culto carmelitano, y que, un siglo después, en 1913 unas monjitas solicitaran al Obispado una imagen de la Virgen del Carmen que estaba en la capilla del Hospital sin culto, para llevarla al nuevo núcleo urbano y marinero de La Isleta, donde pronto arraigó y se hizo muy honda su devoción.
¿Qué fue de aquella primigenia imagen catedralicia que quedó en la capilla del Hospital sin culto? ¿Es la misma que rescataron las monjitas en 1913, o era otra pues había dos imágenes de la Virgen del Carmen en la Capilla de San Martín, y ambas sin culto? Raro, ¿verdad?, habrá que estudiar esto muy minuciosamente. Por el momento me gusta contemplar a la Virgen del Carmen de la Parroquia de La Isleta, en su procesionar multitudinario de la madrugada del 16 de julio, o en su tarde naval de procesión marítima con las gentes de la Armada por las aguas portuarias, y extasiarme pensando en que pudiera estar ante la primera imagen del Carmen en Gran Canaria.
Que este sábado 16 de julio, un año más, por la inmensa Bahía de La Luz, por puertecitos y calas, por los barrancos y las medianías, por villas, pueblos, barrios y lugarejos, soplen serenas las brisas, que Gran Canaria, ubicada en la rosa de todos los vientos atlánticos y que a tantos peligros se vio unida, se corone de sonrisas al celebrar su antigua devoción a la Estrella de los Mares, a la patrona de las gentes de la mar y de la Armada.