POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA, VILLAR DE DOMINGO GARCÍA Y CAÑETE (CUENCA)
Cuando hace muchos años oí por primera vez esta frase en Madrid, me sentí feliz. Allí, muchos de los habitantes que estaban en el Mercado de San Miguel, en la trasera de la Cava Vieja y Plaza Mayor, afirmaban con elegancia eso de “De Madrid, al cielo” haciendo gala de cómo esa ciudad que es la suya, es tan bonita y ofrece tanto, que no puede haber más que el Cielo para mejorarlo. Y digo que me sentí feliz porque significa que esas gentes tienen un especial aprecio a su ciudad, a su hogar, a su entorno en el que la vida les sonríe y les hace felices.
Eso es lo que me ha pasado a mí en Cañete este mes de agosto. Cuando nos reuníamos en el Ayuntamiento hace unos meses, -por cierto, cuatro entusiastas, nada más- para ver cómo podíamos afrontar esa XXII Alvaradas después de haber pasado dos trágicos y turbios años de pandemia, me arrastraba la duda, la tristeza y la pesadumbre, porque no veía posibilidades, sentimientos, atisbos o sensaciones positivas para volver a creer en ese evento histórico-cultu8ral que un día lejano propuse y que tanto ha dado a Cañete, nacional e internacionalmente, cultural y turísticamente. Y no porque su Ayuntamiento no lo apoyara que lo hacía y con ganas, sino porque éramos pocos, porque nuestro aval principal estaba “de baja médica”, porque habían pasado dos largos años, porque no se respiraba ese “aire sano” que necesitas ver cuando quieres demostrar progreso, cultura y creencia en uno mismo.
Sentí, entre mis adentros, cómo tanto esfuerzo, tanto trabajo, tanto sacrificio, año tras año, después de “dimes y diretes injustificados”, de malosentendidos basados en la necedad, algún que otro desatino, un evento que ha marcado la identidad de nuestro pueblo, que lo ha hecho merecedor de ser de Interés Turístico Regional, que sigue siendo el ejemplo de cientos de localidades que nos envidian y nos copian, cada año, para hacer de su pueblo un lugar de encuentro donde miles y miles de personas, de todo tipo y condición, de toda nacionalidad, llegan, visitan, y dejan su “pecunio” en nuestras tiendas, supermercados, panaderías, restaurantes y carnicerías.
Sin embargo, ahora, pasada la Semana de la Alvarada Medieval; ahora, después de trabajar largo y duro, entre responsabilidades de cada cual, ver el resultado de un Palenque lleno a rebosar, un Mercado con fluidez de público constante, una cena medieval de más de quinientas personas compartiendo armonía y diversión, de unos desfiles maravillosos con caballos y música acompañando a la XXIII Marquesa de Cañete que tuvo el privilegio y el honor de ser nuestra Comendadora Mayor, de ver tantos y tantos Infantes frente al busto de Álvaro de Luna en la plaza mayor; de escuchar las conferencias y disfrutar con la Plaza Mayor con esa representación extraordinaria del Grupo los Álvaros, entusiastas y excepcionales personas, o de escuchar la maestría musical del Grupo Alajú con las Jotas de Cañete y el romance de Gerineldo; ahora sí, ahora puedo decir eso de “DE CAÑETE, AL CIELO” y no tener envidia de Madrid.
Pero una Alvarada Medieval no tiene sentido sin la aportación fundamental de los Recreacionistas y ahí CONCA tiene el don del éxito, el saber estar, el ofrecer sus mecanismos de grandeza, en su Campamento, en sus actividades medievales, en su Cierre de las Puertas con más de cien antorchas cubriendo uno de los espectáculos más fastuosos que puede dar una Alvarada.
Su enfrentamiento en la Puerta de la Virgen, sus algaradas por las calles y plazas, su entusiasmo y su “buen hacer” nos dieron el plus que necesita un evento de este tipo.
Pero “Legend” estuvo, como siempre, a su gran altura, mostrando esas habilidades y haciendo de su Torneo una gala inolvidable para pequeños y mayores, reuniendo a más de mil personas en sus gradas, recreando el espíritu bajo la fortaleza, al lado de la puerta de San Bartolomé y reclinando su estirpe ante un público volcado hacia sus héroes.
La exposición de pintura, el grupo Cuteatro en escena, las muestras florales que aún mantenía su color –a expensas del tiempo-, la visita guiada con más de cien personas, la Cetrería con Pedro Saiz en plena acción, complaciendo a los niños especialmente, la presentación de nuevos libros y autores, los recorridos ambientales y todo cuanto llena de entusiasmo y felicidad a muchos visitantes. Todo un éxito.
Y uno que lleva tanto a sus espaldas y que se siente “querido y respetado”, y ve el éxito que manifiesta la prensa, las instituciones, las miles de personas que llegan, las felicitaciones y reconocimientos, se pregunta, por qué hay requiebros entre los aplausos o por qué, cuando todo es sonreír, disfrutar, revivir, obtener beneficios, aprender, participar, sentir el peso de tu historia y de tu pueblo, de tus alabanzas y de tus privilegios, por qué, puede haber alguno o alguna que no lo entiende, ¿qué le puede pasar?, ¿tendrá ceguera o envidia, obstrucción neuronal o hipócrita compostura? Y digo lo de hipocresía porque luego está entre ese público que disfruta. Y por más que lo pienso me cuesta entenderlo, porque amigos, la cruda realidad es que Cañete es la envidia de la provincia en estos días; Cañete es la admiración de todos los medios informativos que aquí llegan; Cañete es el pueblo más acogedor y hospitalario en tiempos de verano; Cañete es “la hostia” como diría mi abuelo, por eso, yo sigo insistiendo que “De Cañete, al cielo…”
Gracias a todos los que hacéis posible que esta afirmación se cumpla. Miguel Romero Saiz
FUENTE: https://eldiadigital.es/art/403851/de-canete-al-cielo-por-miguel-romero