CARLOS DE LA RICA SOBREVOLÓ CARBONERAS (Miguel Romero Saiz)
Ago 25 2022

POR MIGUEL ROMERO SÁIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA, VILLAR DE DOMINGO GACÍA Y CAÑETE (CUENCA)

De Carboneras vengo, y a Carboneras voy”, queda como frase popular en las gentes de aquella localidad cuando marchan y recuerdan su lugar de origen o vida.

Y es que el pasado 23 de este cálido y angustioso mes de agosto estuve en Carboneras de Guadazaón donde coordiné un Homenaje, junto al Ayuntamiento de la localidad, en honor del sacerdote y poeta asturiano Carlos de la Rica.

Mi infancia había estado marcada por su presencia, por su imponente figura, por su fuerte carácter y por su influencia literaria, provocando en mí ese deseo por sentir el peso de la palabra, escrita o hablada, que definía la cultura del tiempo. Su amor por la mitología clásica, en aquella cultura greco-latina que tanto decidiera en su vida, determinó una larga estela de acciones que marcarían, no solo la época y el entorno en el que viviría, sino a todos cuantos sufrimos para bien, su halo profético y sus valores en el pensamiento.

Por eso, en aquel maravilloso marco de la iglesia parroquial de la localidad, una iglesia fortaleza remarcada por ese torreón que sirve de ábside, elevada en la parte más alta del cerro que ubica la población desde tiempos inmemoriales, realizamos la actividad bajo la presidencia del Cristo Pantocrátor en el altar mayor y de toda una serie de frescos –realizados por él- que aquel interior sacramentado ofrece a quienes se acercan a visitarla.

Las figuras, de corte neo-románico, la influencia de esa contradicción constante en su planteamiento de vida, cultura profunda de una teología admitida, frente a un deseo de liberación, de búsqueda de expansión donde la mente debería reflejar su positivismo como “adelantado a su época” ofrecía el escenario ideal para que un servidor con su Semblanza al poeta junto a las palabras del albacea y discípulo aventajado del escritor y editor, Carlos Morales, director desde su fallecimiento de la editorial “El Toro de Barro”; el recital de Teresa Pacheco, mujer comprometida con el espectro literario de un nuevo mundo donde la palabra debe converger con el sentimiento; o la del escritor Carlos Solano, referente en el ámbito poético de una ciudad de Cuenca que quiere seguir siendo fuente vital de actividad hacia el profundo recorrido de una experiencia vital, conformaban ese elenco de “declamadores invitados” a un acto de recuerdo, nostalgia, bondad y reconocimiento. Incluso, las palabras de su admirador y casi paisano Gascón, ausente por necesidad, pero leídas por su primo con ese profundo agradecimiento de quién sigue viendo en Carlos de la Rica la herencia del alma en un pueblo, humilde y pequeño, que hizo grande su corazón al hablar del tiempo pasado.

Y aún así, la presencia del poeta canario Samir Delgado, recién llegado desde Sinaloa (México) afianzó con sus palabras la recreación poética como creencia de silogismos permanentes, haciendo valer su experiencia y su estela de poeta del Arte y la Estética.

Por eso, Carlos de la Rica volvió a ocupar su espacio, voló en la atmósfera de aquella iglesia que llenó su auditorio con personas deseosos de ofrecer vinculación nostálgica al siempre “hacedor de palabras” entre la espiritualidad y el neoplatonismo de una nueva sociedad que expresaba en su política la estela –eterna- de Ícaro, Antígona o Sócrates.

Me sentí especialmente bien, rodeado de amigos y de compañeros de la poética de una libertad ansiada y creí en la salvación del alma perdida cuando la sociedad que nos envuelve está enferma entre hipócritas canciones de futuros desorientados. Carlos Morales nos hacía sentir ese peso de la mente privilegiada de un sacerdote católico convencido de su teológica carta personal, pero que deambulaba constantemente entre la Torá y la Cábala, sin olvidar que su profundo arraigo al pensamiento kafkiano debía dejar la huella de su saber vivir el tiempo elegido.

Aquel joven llegado desde Pravia, educado en el Seminario de San Julián de Cuenca, compañero de ideologías contrapuestas –las que primero marcó su padre- y la que luego él supo elegir entre contradicciones de una España profunda y perdida, y las que su mirada recluía cuando hablaba de Jaime Vandor, Elías Canetti o Gerardo Diego. Un hombre que en lo religioso fue absolutamente liberal cimentando su cultura y su convivencia con los demás en el pensamiento cristiano –de ahí sus poemas maravillosos dedicados a la figura de Cristo-, como también en ese legado hermoso de la civilización grecorromana sostenida por la religión pagana.

Su confeso monarquismo en su refugio barcelonista y su apoyo a la causa israelí, su compromiso social poco aceptado por los llamados “venecianos” y “novísimos” del 68 y, sobre todo, sus raíces vanguardistas como los de Poemas de amar y pasar, chocaban con su estética del neopostismo a través de aquel grupo llamado de “la Camama” con San Martín o Luis Lloret.

Por eso, el alcalde de la localidad, Carlos Arteche Andrés disfrutó del Encuentro, dirigió sus palabras acertadas hacia los asistentes, vecinos y visitantes, ofreció su hospitalidad sin excepciones haciendo brillar su deseo por un desarrollo donde la cultura sea el eje vertebrador. Por eso, regaló a cada uno, una obra magnífica del ceramista Antonio Hernansanz para dejar constancia de que la palabra Arte quedara inscrita en cada corazón: el Arte pictórico que nos rodeaba de Carlos de la Rica, el Arte de una música adaptada a la necesidad de vivir, y el Arte de una palabra –filosófica en Morales, sonora en Pacheco y vibrante en Solano-, como simbiosis perfecta para un Panegírico vanguardista.

Al final, la iglesia escuchó las notas musicales del acordeonista Daniel Pérez, campeón del mundo en su especialidad musical y generoso en su maestría al dejar su solfa entre la misma aura que Carlos de la Rica ofrecía desde su estrado celestial. Por eso quedó todo excepcional porque la palabra escrita del cura poeta se unió a la letra musical de un instrumento que hizo vibrar el sentimiento. Maestría entre música y palabra para cerrar un ciclo del 2022, momento en que se cumplen los 25 años del fallecimiento de este insigne “hombre humanista y creyente, creador y artista, sacerdote y místico, progresista y libertario, poeta de los grandes y lanzador de homilías de profundo arraigo futurista”. Bienvenido nuevamente, Carlos de la Rica.

FUENTE: https://eldiadigital.es/art/404790/carlos-de-la-rica-sobrevolo-carboneras-miguel-romero-saiz

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