POR ALBERTO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Badajoz está lleno de puertas falsas. Son testimonio de la naturaleza agraria que junto con la de plaza fuerte caracterizó en el pasado a la ciudad. Muchas perduran en el Casco Antiguo. Unas en uso aún como entrada trasera a un edificio, y otras convertidas en garajes, almacenes, y para otras finalidades.
Las hay adinteladas, en arco de medio punto, escarzano, carpanel y otros diseños. Constan de dos grandes hojas de madera reforzada con herrajes y roblones de hierro, una de las cuales suele tener un postigo auxiliar. El cierre es un gran cerrojo o tranca, y en su tiempo la zona inferior de las jambas se protegía con guardacantones de piedra. Algunas han sido dotadas en nuestro tiempo de cierres metálicos. Se abrían en las viviendas del modelo tradicional de casa rural extremeña mantenido hasta tiempo no lejano, consistente en edificación por lo general de una sola planta, doblado destinado a granero y productos de las cosechas, y dependencias articuladas a un lado, o los dos, de un pasillo que desde la entrada se prolongaba hasta el corral trasero, siendo la pieza principal una cocina con chimenea exterior de gran cuerpo, que constituía la única zona habitable.
Las casas de mayores proporciones contaban, además de con doblados y trojes para almacenar productos, con pozo, bodega, corrales y cuadras para las caballerías, carros y aperos de labor. En las más sencillas los animales accedían a la zona posterior atravesando el mismo pasillo destinado a las personas; en otras, desde la misma fachada principal por puerta y paso anejo distinto al doméstico; y en las más completas, desde las traseras del edificio, accediendo a los corrales por un portón de grandes proporciones llamado puerta trasera o puerta falsa.
De época más tardía, alguno incluso ya de inicio del siglo XX, también pueden verse edificios mayores de tipo rural con dos o más alturas, grandes doblados, amplias zonas de servicio y enormes puertas falsas para el paso de las caballerías, aperos y carros de labor.
Aunque con la evolución urbanística estos edificios de tradición rural han ido desapareciendo, aún son numerosas las puertas falsas, muchas de magnífica hechura, proporciones y diseño, con la carpintería y herraje originales, que perduran en Badajoz. Sin que la relación sea completa, a día de hoy tenemos catalogadas más de un centenar, bastantes en calles tan céntricas como Muñoz Torrero, Vasco Núñez, Meléndez Valdés, Ramón Albarrán, Zurbarán, Arco Agüero, Martin Cansado, San Sisenando, De Gabriel, Santa Lucía, San Agustín y otras. Son testigos del Badajoz agrario de ayer. Recorrer las calles buscándolas es un ejercicio sugestivo.
En su función originaria de acceso de animales y aperos agrícolas a los corrales, las puertas traseras han desaparecido ya. Pero en su lugar han surgido otras, también de función laboral, por las que los semovientes de hogaño continúan entrando a los pesebres.