GUILLERMO SENA MEDINA UN HUMANISTA DE JAÉN DE NUESTRO TIEMPO

BIOGRAFÍA ESCRITA POR JOSÉ MANUEL TROYANO VIEDMA CON PRÓLOGO DE ADELA TARIFA FERNÁNDEZ

Portada-del-Libro-sobre-Guillermo-Sena-de-J.-M.-Troyano-Viedma.

Se trata de una nueva edición del libro sobre Guillermo Sema Medina, ampliada y corregida, con 808 páginas en las que se pueden ver y analizar su vida y su obra en su máxima extensión, del denominado como el “humanista del Jaén de nuestro tiempo”.

En dicha biografía se detallan todas y cada una de las facetas que ha llevado a cabo, hasta la fecha, el ilustre hijo adoptivo de La Carolina, Guillermo Sena Medina, de acuerdo con los siguientes capítulos del mismo:

-Mi tierra y Mi pasión. -Erudito brillante. -Presentación del personaje bio-bibliografiado. Por D. Vicente Oya Rodríguez (Cambil, 9/XII/1937. Beas de Segura, 11/VIII/2016). Cronista de Jaén, Cambil y de la Provincia. -Palabras de D. Apolonio Carabaño Jiménez, sobre la personalidad de D. Guillermo Sena Medina. Apéndice documental.

Capítulo I. Semblanza biográfica, profesional y familiar: (-Guillermo Sena Medina (Bailén, 11/VII/1944). -Bosquejo sobre su vida profesional. -Bosquejo sobre su vida familiar. -Apéndice Documental del Capítulo I. -Opositor).

Capítulo II. Poeta. Cronista Oficial. Investigador y dinamizador cultural: (-Con María Emilia Ruiz Albusac entró en el mundo cultural giennense. El Fiscal-Poeta. -El Cronista Oficial. -D. Guillermo Sena Medina como Miembro de la R.A.E.C.O. (1986-…). -Investigador y Dinamizador Cultural. -Pintor “a tempo parcial” y un apasionado del Arte y Coleccionista de arte. -Las “acuaremas”, una nueva forma de expresión del PINTOR-POETA. -Instituciones a las que pertenece, Premios y reconocimientos recibidos).

Capítulo III. Siguiendo los pasos de Guillermo Sena Medina: (-Introducción. -La vida y la obra de Guillermo Sena Medina “paso a paso”. -Apéndice documental del Capítulo III).

Capítulo IV. Aproximación a su obra literaria: (Publicaciones.- -Artículos de Revistas, Periódicos, Actas de Congresos, Programas de Fiestas y Prensa. -Libros y Poemarios. -Conferencias, Recensiones, Prólogos, Pregones. Catálogos, Homenajes y Presentaciones de Libros y de Conferenciantes. -Libros y trabajos escritos en colaboración con otros autores. -Coordinación de Obras Colectivas).

Capítulo V. La trascendencia de su obra literaria. Aproximación: (-Reseñas sobre la obra poética de D. Guillermo Sena Medina (Bailén, 1944). Fiscal. Poeta. Cronista. Impulsor de Revistas y Colecciones de poesía. -Su obra ya ha sido reconocida y recogida en diversas Antologías. -Valoraciones sobre sus dos grandes pasiones: la Poesía y la Investigación. -La obra de D. Guillermo Sena Medina en algunas Bibliotecas Nacionales e Internacionales. -La publicidad espontánea de su obra).

Capítulo VI. La obra literaria de D. Guillermo Sena Medina a través de una selección de sus trabajos: (-Selección. -Conclusión final).

Capítulo VII. Guillermo Sena Medina, EDITOR, Autor y Promotor Cultural: (-Colección de poesía»OLECCIÓN DE POESÍA “LA PEÑUELA”. -COLECCIÓN “CABRIA”. CUADERNOS DE POESÍA. -PLIEGOS “LA PEÑUELA”. Cuadernos de Poesía a modo de los antiguos “pliegos de cordel”. -VALORACIÓN DE LA LABOR

EDITORIAL DE D. GUILLERMO SENA MEDINA.- Por D. Manuel Caballero Venzalá).

Capítulo VIII. El pensamiento de D. Guillermo Sena Medina (Bailén, 1944).

Capítulo IX. D. Guillermo Sena Medina: Hijo Adoptivo de La Carolina desde el 12/II/2019. “Autorretrato”: (-Introducción. -Nombramiento. -Repercusión social. -Acto oficial de la entrega del Título. -Premio “Argentaria”, como Cronista de la APCO).

Epílogo. “El perfil humano de mi hermano Guillermo”. Por D. Antonio Pablo Sena Medina. Punto y Seguido. Los Cronistas Oficiales de La Real Carolina (Jaén), Capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. El Autor.- Por D. José Manuel Troyano Chicharro. Fuentes y Bibliografía.

El libro va introducido con un gran prólogo –(páginas 3-10)-, obra de la Directora del Instituto de Estudios Giennenses, Dª. Adela Tarifa Fernández, dado que el Sr. Sena Medina es Consejero de dicha institución provincial.

El contenido del Prólogo es el que sigue: “Una vez más me pide José Manuel Troyano Viedma que prologue un libro suyo. Y de nuevo la petición llega con cierta urgencia y en un momento de muchas ocupaciones profesionales. Pero hay ocasiones en las que resulta imperdonable negar algo así: de un lado está el recuerdo de los años en los que el autor y yo frecuentamos las aulas de la facultad de Filosofía y Letras en Granada, cursando la licenciatura en Historias entre 1968-1973.

Justo encima de mi mesa de trabajo tengo aquella orla, todos tan jóvenes, creyendo que podíamos cambiar el mundo. Algo lo cambiamos. Y las fotos de nuestros profesores. Si levanto la vista un poco del teclado del ordenador parece que voy a encontrarme por aquellos pasillos de la facultad a nuestros profesores: Prieto Arciniega, de Historia Antigua, Marín López, el que nos impartió Epigrafía, la doctora Ocaña, geógrafa, como Bosque Maurel; la profesora Navarrete Enciso, de Arqueología, el profesor Lapesa, en Paleografía, los inolvidables Sánchez Mesa, Bermúdez Pareja y Pita Andrade, de Arte; Arribas Palau, en Prehistoria, Cepeda Adán y Sánchez Montes, magistrales en sus clases de historia Moderna y Contemporánea, así como Torres Delgado y Gual Camarena en Medieval, Martínez Loscos y Díaz Trechuelo, en Islam e Historia de América, Pérez Casas en Historia Antigua de España, Pareja López, en Numismática, y Moreno Garzón, en Diplomática. Era nuestro decano Gallego Morell, “Barón de San Calixto” y catedrático de Lengua y Literatura. Un claustro de lujo para una promoción que en su mayor parte seriamos docentes. Responsables de trasladar nuestros conocimientos de estas disciplinas a numerosas generaciones de españoles. Así lo hicimos, con buena formación, vocación y devoción.

José Manuel Troyano Viedma y yo, alejados geográficamente desde que acabó el quinto curso por los azares del destino profesional y los avatares familiares, hasta que la vida acabó por acercarnos a tierras de Jaén, y nos condujo a vivir en Úbeda, muy cercanos nuestros domicilios. Luego ya fue la condición de Cronistas Oficiales, él de Bedmar y Garciez y yo de Carboneros, lo que nos volvía a reunir, como si los años trascurridos desde aquel remoto 1973 de la despedida no hubieran pasado, en un “decíamos ayer” como el que pronunciaba fray Luís de León al volver a su cátedra de Salamanca tras pasar por las garras de la Inquisición. Eso tiene las amistades de infancia y juventud. Que se gestan como en familia, sin sujeción a más intereses de los que marcan los sentimientos. Y eso explica que me cueste decir no a esta petición de un colega de promoción. A un viejo amigo.

Para colmo resulta que el libro va dedicado a un personaje que aprecio y admiro, D. Guillermo Sena Medina. Eso ya obliga. Aunque haya que robar tiempo al sueño. Porque lo complicado de escribir un prólogo es leer antes la obra en cuestión. Y José Manuel Troyano Viedma me hizo llegar un libro de 800 páginas, nada más y nada menos, y en formato digital. Me esperaban pues días de ordenador, hasta apurar la última página. Así lo hice, con disciplina espartana. Y ya sé perfectamente lo que este libro contiene, que es la primera condición para comentar algo sobre él.

La primera consideración que me viene a la cabeza es que muy poco, que no haya recogido Troyano Viedma, voy a poder añadir, en estas breves páginas, relativo al devenir humano y a los impresionantes méritos curriculares del biografiado. Seria reiterativo por mi parte incidir en lo ya escrito a lo largo de sus IX extensos capítulos, más anexos, epilogo, bibliografía e ilustraciones. Y muy pretencioso intentar mejóralo. O sea, que el lector ya debe de saber que al leer este libro encontrará una biografía completísima, minuciosa al límite, del personaje al que se dedica la obra.

Y digo esto porque como autora de varias biografías que he publicado a lo largo de mi vida, caso de las de Rafael Rodríguez-Moñino Soriano, Antonio Domínguez Ortiz, Miguel Ruiz Prieto, Antonio Linaje Conde, Rafael Zabaleta, Juan Pasquau Guerrero, Juan Vázquez de Molina, y las más de 20 “voces” que me encargaron para el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, ni de lejos me acerqué nunca a tal precisión, a tanto dato cronológico, detalle humano y académico, pues mis biografías son más bien libros de historia de una época utilizando como hilo argumental la vida de los personajes. Son pinceladas en la historia colectiva. Son vidas dentro de una historia, que no detallan su trayectoria vital o profesional completa, como hace Troyano Viedma en este libro, que me ha impresionado; porque, aunque la historia aparezca inevitablemente, ya que toda vida es en sí misma historia, el argumento primero y casi exclusivo de la obra es dar a conocer al personaje, de un modo riguroso, aportando datos concretos, documentos exactos de cada uno de los momentos vitales de D. Guillermo Sena Medina.

A tal punto que en ocasiones podemos saber el motivo por el cual el biografiado no pudo asistir a algún acontecimiento académico por causa justificada. Un trabajo ingente de laboriosa investigación y documentación el realizado por el autor; al que cuesta imaginar manejando tantos datos a la vez para cuadrar el inmenso puzle de una vida tan intensa, fecunda y atractiva como es la de Guillermo Sena Medina. Personaje que, tras leer esta obra, nos parece que bien pudo haber vivido en la época del Renacimiento, junto a aquellos antepasados nuestros que, tras pasar el largo túnel de la Edad Media y la amenaza de tantas pandemias, particularmente la pavorosa Peste Negra, dejaron en la historia huellas imborrables de su paso por la vida, con perfiles de científicos y a la par humanistas, caso del gran Leonardo da Vinci, por citar un ejemplo paradigmático, aunque a mí me vengan a la cabeza otros españoles como Luis Vives o el cardenal Cisneros, por citar algunos. Es que, como vera el lector, las inquietudes, aficiones, habilidades y cualidades de Sena Medina van mucho más allá de lo que podríamos esperar de un reputado jurista, por muy alto que en ese rango haya llegado el protagonista: D. Guillermo.

O sea que, incapaz esta prologuista de añadir nada más biográfico a este gran libro, solo podría atreverme a realizar una somera semblanza, subjetiva desde luego, de lo que para mí representa el biografiado, al que tuve la suerte de ir incorporando a mi vida poco a poco: por azares del destino, por amistades comunes y por ciertas afinidades culturales que hicieron más fácil conocernos y querernos.

Para ser sincera, lo primero que debo dejar claro es que a esta altura ya puedo llamar a Guillermo Sena amigo, una palabra grande, inmensa diría yo, que nunca debería usarse en vano. Es que yo valoro muchísimo la amistad. La tengo en un pedestal y es uno de los motores de mi vida. Creo en la amistad, aunque más de una vez haya sufrido por ello decepciones. Pero se aprende también tropezando, y no importa equivocarse si se rectifica.

Por eso a los que llamamos “amigos” con cierta anticipación deberíamos mantenerlos por un tiempo en cuarentena, hasta ver si en realidad nos quieren de veras o simplemente nos utilizan. Pues bien, para mi Guillermo Sena Medina desde hace tiempo traspasó la puerta de esa casa del corazón que solo reservo para amigos. Con él fue todo fácil. En parte porque el tiempo fue haciendo su trabajo y llegué a la conclusión de que lo más importante para apreciar a Guillermo Sena Medina, pese a tener méritos y honores académicos y profesionales tan notables, radica en que es un hombre bueno, en sentido machadiano. Por eso atesora tantos amigos incondicionales, por su nobleza de alma, por su incapacidad para hacer a nadie mal de modo consciente. Por su inteligencia emocional serena. Por ese alto sentido de la lealtad. Por sus valores éticos profundos, y por una escala de valores muy clara en su vida, en la que ocupa el rango supremo el amor a su familia; por tener un corazón en el que no cabe odio ni rencor. Por eso es un honor poder llamar amigo a Guillermo Sena Medina. Y un lujo tenerle cerca como maestro de tantas cosas. Lo que trae a cuenta aquella frase de Vittorio Alfieri cuando escribió “que raro y celestial don posee quien sabe sentir y razonar al mismo tiempo”: Así es Guillermo, sensible, bueno, y a la par sabio. Sin atisbo de interés para la amistad, porque el interés jamás forja amistades indestructibles.

Intento recordar ahora quién de mis amigos del alma me habló por vez primera de Guillermo Sena Medina. Creo que fue Rafael Rodríguez-Moñino Soriano, cuando ejercía aún como catedrático de Historia en Baeza y empezamos a coincidir en actos. Sin duda ellos colaboraron en varias ocasiones, como deja de relieve la biografía de José Manuel Troyano Viedma.

Es el caso de su interés compartido por la figura de Pablo de Olavide, que está enterrado en Baeza. Ambos han dedicado también parte de sus trabajos a las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, entre otras aficiones comunes. Fue Rafael quien me regalo ese delicioso librito, con precioso prólogo de Guillermo, sobre los años baezanos del famoso limeño.

Puedo sospechar que hubo empatía entre ambos, porque eran dos almas limpias de odios, sensibles y apasionadas por la cultura. Es que tuve la fortuna de conocer muy bien a mi querido y recordado Rafael, que tantas veces me hizo confidencias, especialmente en sus últimos años de dolor, cuando la enfermedad le privó de la voz pero su pluma era más veloz y más bella que nunca, y me escribía casi a diario desde Madrid. Fue otro amigo que se nos mudó pronto de orilla, y a quien guardo para siempre en el corazón. Seguramente sólo por eso ya estaba dispuesta a conocer a Guillermo y abrirle la mano mucho antes de que nuestras vidas se cruzaran. Sucedió pronto, en un congreso dedicado al tema de las Nuevas Poblaciones, donde participé con un trabajo de investigación en los archivos parroquiales de las Navas de Tolosa. No me defraudó.

Es que Rafael Rodríguez-Moñino sabía elegir bien a sus amigos. Poco después volvíamos a coincidir en algún acto en La Carolina. Fue por entonces cuando me regaló alguna de sus publicaciones sobre San Juan de la Cruz. Y cuando yo empecé a saber dónde localizarlo. Un día llegue hasta su despacho, cuando ejercía en Murcia, llevándole algo de lo que había publicado recientemente y la oferta para que se uniera al equipo que entonces yo tenía encomendado formar en Úbeda para los encargos del DBE de la RAH, en el que Guillermo colaboro con algunas voces.

En adelante ya no perdimos contacto. Alguna vez volvimos a encontrarnos en eventos históricos, como el organizado por la Real Academia de Córdoba, a la que ambos pertenecemos, y la de Toledo, en Navas de Tolosa, Santa Elena y La Carolina, donde también acudió su amigo y académico el torero Enrique Ponce, compartiendo mesa con el que fue Archivero de la Catedral de Toledo, otro sabio y gran amigo del alma que se nos fue, el canónigo D. Ramón Gonzalbez. Allí se fraguó esa amistad con Ramón, que inmortalizamos en preciosas fotografías. Precisamente uno de sus últimos viajes familiares, con su sobrina y con un grupo de amigos toledanos, lo hizo a Úbeda, y aquí recordamos aquellos días felices compartidos con los académicos de Toledo y Córdoba, la comida en Orellana Perdiz, y la divertida fiesta en un coso taurino privado, donde Enrique Ponce nos obsequió con una fiesta taurina intima. Creo recordar que fue por entonces cuando Guillermo me regalo unos libros con poesías taurinas, y un CD, que todavía llevo en el coche, con preciosos pasodobles dedicados a toreros, letras de Guillermo. Ya lo decía antes, que pocas personalidades he conocido más geniales y polifacéticas que Guillermo, jurista, pintor, prosista y poeta, escritor, historiador, critico, periodista, deportista, y mil facetas más que no voy a repetir porque todas ellas quedan recogidas en este extenso libro de mi colega y amigo José Manuel Troyano Viedma, y evito ser reiterativa.

Así, con la naturalidad de lo sencillo y auténtico, nuestra amistad se fue estrechando, con lazos de unión que tendían anclajes. También la Casa de Jaén en Granada, donde tantos amigos tengo y tuve, de calidades humanas excepcionales, caso de nuestro entrañable “Curro”, su anterior presidente, y del que allí fue vocal de Cultura antes de ocupar el cargo Guillermo, mi querido amigo Juan Machado Grima, fallecido prematuramente. Fue el primero en invitarme a participar como conferenciante en sus magníficas “Semanas culturales”, y al que animé a unirse a un equipo de trabajo que por entonces coordinaba para la redacción de libros de texto de bachillerato de la editorial Santillana. En la misma fecha trabé amistad, que solo la muerte pudo romper, con mi querido y admirado Enrique Seijas, otro hombre bueno que creía en las grandes causas. Acaso por eso un día se le rompió el corazón, de amar tanto. Le dediqué en su periódico, Ideal, mi particular despedida; porque nos habíamos visto apenas dos días antes para preparar un interesante proyecto cultural. Enrique Seijas es otro lazo de afecto que me ha acercado a Guillermo. Por eso me encanta releer la breve presentación que Enrique hizo a la obra de Guillermo: “Manolete, Ponce y otros poemas taurinos”, con bellas ilustraciones de David Zafra, donde Seijas nos dice, entre otras cosas, que esa obra de Guillermo Sena Medina “recoge una recopilación de la poesía taurina y de caballos de Guillermo, un maestro del soneto cuyo estilo nada tiene que envidiar a los más famosos sonetistas de la literatura española… un enamorado de su tierra natal, Jaén, pero también de su tierra de adopción, (…) Granada, por la que siente verdadera devoción.

Defensor a ultranza de las más arraigadas tradiciones españolas y andaluzas, tiene la fiesta de los toros entre sus devociones más fervientes, y de ahí que le haya dedicado parte de su obra…”; y añade que se trata de una obra escrita “desde la profunda capacidad de expresión de un poeta de alta gama, capaz como pocos de transmitir sentimientos al papel en forma de palabras que se enlazan para componer una bellísima sinfonía de versos y estampas”. Hermosa forma de resumir con acierto el estilo literario de Guillermo Sena Medina, expresado con maestría en la pluma impecable de Enrique Seijas, otro representante ilustre de esa gran familia en Granada que han formado los giennenses, La Casa de Jaén, y que ahora dirige con acierto, el ubetense D. Apolonio Carabaño Jiménez, contando en la vocalía de Cultura con el lujo de tener a Sena Medina al frente.

Quiero terminar ya; pero antes deseo recordar algunos de los viajes que hemos realizado Guillermo y yo, acompañados de su mujer y mi marido, a algunos de los congresos anuales de la RAECO, porque fueron nuevas ocasiones para el dialogo y la convivencia fraternal. Allí Guillermo es una institución, querido y admirado, como merece. Sin olvidar su apoyo inestimable, su compañía y su sabiduría en el último Congreso sobre Nuevas Poblaciones, que se organizó en 2018, con motivo de conmemorar los 250 años de vigencia del Real Fuero de la Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía. Una obra que ha publicado en dos volúmenes el Instituto de Estudios Giennenses, coordinada por Dª. Amparo Ruiz; D. José Antonio Fílter y quien esto escribe. En la que participó también Guillermo, Cronista Oficial decano de La Real Carolina, junto a D. Pedro Ramos, y nombrado recientemente Hijo Adoptivo Predilecto (2019). Fue un honor compartir esos encuentros con un amigo que trasmite paz. Que impone la mesura, que no gusta de enfrentamientos ni radicalismos, porque, como buen jurista, sabe bien que sembrar vientos solo conduce a recoger tempestades. Por eso tener amigos como Guillermo Sena Medina, tener cerca almas e inteligencias como la suya, nos reconforta y alienta.

Gracias, amigo por una vida dedicada a la justicia, a conciliar a los seres humanos, a dar ejemplo de rectitud y honradez. Por un legado tan fructífero como el que estas atesorando. Por tu ejemplo y por tu amistad. Y bienvenido sea este libro de D. José Manuel Troyano Viedma para los que todavía no te conocían. Porque en este mundo convulso que nos toca vivir necesita personas como tú, ejemplo de equidad y bondad. Ya lo dijo Jenofonte: “sin concordia no puede existir ni un estado bien gobernado ni una casa bien administrada”. Sí. Necesítanos ante todo concordia; necesitamos paz, porque acaso lo más importante después de la salud es eso, la paz de espíritu. Y rodearnos de buenos amigos, de hombres sabios, justos y buenos como Guillermo Sena Medina”

FUENTE: J.M.T.V.

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