POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Solo la imaginación más atrevida podría imaginar cómo se celebraría hace 172 años la solemnidad de Nuestra Señora de Covadonga en su santuario.
Analicemos el cuadro pintado al óleo por Genaro Pérez Villaamil y Duguet según lo que él mismo vio en esa jornada y -después- acabó pintando en Madrid en los meses siguientes.
La monumental vista panorámica representa la muy animada procesión que se dirige a celebrar la misa en el campo.
Algunos romeros descienden desde diferentes lugares ayudados de pértigas o garrochas, aunque la mayoría permanecen en su sitio, como para asistir allí a la procesión y a la posterior misa de campaña, entre los cuales aparece uno a la derecha tocando la gaita asturiana.
Bastantes mujeres se protegen del sol con sombrillas de variados colores.
Desde la colegiata descienden en abigarrada multitud los peregrinos que siguen a los canónigos que portan la imagen de la Virgen y una cruz procesional.
Al fondo se aprecia el basamento del monumental templo que Ventura Rodríguez había proyectado para el lugar y que -afortunadamente y visto con ojos de hoy- no se llevó a levantar.
Hay que reconocer que Pérez Villaamil lleva al lienzo una imagen excesivamente romántica de lo que realmente vio, plasmando la grandiosidad del escenario natural que alberga la procesión, pero aumentando deliberadamente la magnitud de las montañas y unos edificios más pintorescos que reales, como si quisiese dar una idea de épocas medievales de la historia del santuario.
En el camino que desciende de la Cueva y de la Colegiata aparece una notable multitud que va tras los sacerdotes, monjes, canónigos y otros clérigos que llevan la imagen de la Virgen y una gran cruz procesional.
La recreación de la imagen de la Virgen de Covadonga en la procesión es curiosísima, parece cualquier otra cosa menos la que podríamos imaginar.
Se destaca con clara evidencia el canapé de piedra que el santuario aun conserva -aunque muy diferente y con elementos nuevos- y que -tras las obras de la Guerra Civil- pasó a ocupar un lugar exento en el patio central ante la Colegiata, con una fuente añadida en la parte posterior.
Hay mucha imaginación en el óleo -ciertamente- pero no le resta emoción al momento captado, aunque Genaro ya había visitado Covadonga cuatro años antes.
En el ángulo inferior derecho del cuadro puede leerse la siguiente inscripción: “En Asturias / Monasterio de Ntra. Sra. de Covadonga, 8 de septiembre de 1850 / Pintada y terminada en Madrid en agosto de 1851 / por Genaro López de Villaamil / Conmemoración de la Batalla de Covadonga y el origen de la monarquía española / magistral actual del templo / D. Juan Viña”.
A este magistral Juan Álvarez de la Viña lo encontraremos -veintitrés años después- ya como deán de la Catedral de Oviedo acudiendo a Covadonga a bendecir el altar de la nueva capilla de la Cueva que había diseñado Roberto Frassinelli.
El cuadro que nos ocupa fue expuesto en Madrid ese mismo año de 1851, en París en el año 1855, en Milán en 1991, así como en otros varios lugares, siendo la obra invitada en el Museo de Bellas Artes de Asturias desde noviembre de 2017 hasta marzo de 2018.
Genaro Pérez Villaamil y Duguet (El Ferrol, La Coruña, 1807 – Madrid, 1854) es el más destacado paisajista romántico español, autor que realizó diferentes viajes por Asturias y de quien el Museo de Bellas Artes de Asturias conserva en la actualidad unas treinta obras, entre pinturas, dibujos y estampas.
El cuadro pertenece a las colecciones reales de Patrimonio Nacional y suele estar habitualmente en el Palacio Real de Madrid.