POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
La Corporación Municipal de Montijo, en la sesión celebrada el 11 de julio de 1853, acordó adquirir un reloj al artífice Lázaro González Ortigosa, vecino de Jerez de los Caballeros. Obligándose a hacer un reloj vertical, rodaje de bronce, las varas de las ruedas de hierro bruñido, con escape de rueda catalina áncora y péndola real. Cuerda para cuatro días, dándosela por su cigüeñal. Su adquisición y colocación importó 6.775,17 reales, importe que fue sufragado por suscripción popular, más el producto de la venta del hierro del reloj viejo. Se instaló en la torre de la parroquia. Formaron la Comisión Municipal: Alonso Piñero, Pedro Fernández, Ignacio Daza, Vicente Núñez y Diego Ángel de Codes.
Años más tarde, en 1899, siendo alcalde Bartolomé Rodríguez Bautista, Pedro Pérez, relojero de Badajoz, realizó reparaciones y modificaciones en su maquinaria. Relojero que instaló en 1892 el reloj de la torre de la catedral de Badajoz. Maquinaria que puede verse en el Espacio Cultural de la Comunidad de Labradores. La esfera fue pintada, por deterioro en los años ochenta del siglo pasado por el pintor Antonio Ortiz Cantero. Practicando una reparación en su maquinaria los hermanos Pulgar.
El reloj, referencia para los ciudadanos de Montijo, llevaba bastante tiempo que no marcaba bien las horas, aunque las señales horarias sí, debido a que el mismo está electrificado. En diciembre de 2017 se practicó una restauración por avería en el miniordenador que lo controla. El pasado sábado, 22 de octubre, se desprendió su esfera hacia el suelo del atrio. Afortunadamente no hubo que lamentar daños producidos en las personas.
TORRE Y CAMPANARIO
Ver la torre es ver Montijo. Levantada cuando faenaban otros mundos en los que maestros, oficiales, peones y aprendices la labraron en el siglo XVI dándole cuerpo y espacio, forma y altura. Piedra sobre piedra, ladrillo con ladrillo. Cuántos le han escrito, mirado, alabado, cantado y dibujado. Siglos de fuerza y altura que dieron cobijo en sagrado. Arriba un campanario que alaba, alegra, llora, llama y convoca.
La mirada de Montijo está en la torre. Torre que se divide en cuatro tramos, los dos primeros hechos de piedra y los restantes de piedra y ladrillo para aligerarla de peso. El tramo superior sustenta el campanario que acoge cuatro campanas, por nombres: Santa María de Barbaño, San Pedro, Santa María de Guadalupe y Agla.