POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
La Guerra de los dos Pedros (1356-1369), entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón, fue el máximo exponente de las fortificaciones a ambos lados de la Raya para frenar las continuas ofensivas de los dos ejércitos a través de los valles de los ríos Manubles, Queiles, Henar, Nágima, Aranda y Jalón, para extenderse después por Daroca y Albarracín hasta el Señorío de Molina.
Y aunque este periodo fuera el más representativo de la historia de enfrentamiento castellano-aragonés, no fue el único. Las luchas se suceden desde la época musulmana, pasando por las guerras del Cid y llegando incluso hasta las guerras napoleónicas. Naturalmente, esta historia común marcó a las gentes de estos territorios e influyó en su historia, en sus monumentos y fortalezas y hasta en el idioma. Los pueblos de la Raya comparten pasado, presente y futuro.
Mucho se ha escrito sobre este particular; María Blasco ha dedicado varios espacios radiofónicos en la Cadena Ser de Calatayud a evocar estas gestas militares y a desentrañar su repercusión en los municipios fronterizos. Se ha investigado concienzudamente, cabe citar en este sentido, el trabajo de Miguel Angel Solâ sobre Los Vera, una familia infanzona pionera en la repoblación de la Raya soriana, cuyo nombre aparece ya en 1263 ligado al topónimo de La Calderuela, término de Malanquilla.
En la provincia de Soria, principalmente, aún hoy se alzan desafiantes no pocos castillos, recuerdo de éstas épocas de enfrentamientos y vigilancia permanente. Son mudos testigos que nos recuerdan la importancia de estas guerras en la configuración actual de Castilla y Aragón.