TERTULIANOS AL AMPARO DEL ALMENDRO DE ERNESTO RÍOS TORRECILLAS (III)
Oct 31 2022

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Campos. Bodega Tercia de Ulea (Murcia)

Hacía poco tiempo que había acabado la contienda civil española del 36 al 39, cuando apareció en mi pueblo de Ulea una familia a los que apodaban «los franceses». La componían el matrimonio y un hijo, llamados José, Josefa y Paco, respectivamente.

Desconozco como llegaron a Ulea- ellos tampoco lo desvelaron. El caso es que, a José le dieron el cargo de jefe de máquinas del motor de la sociedad de riego «La Purísima» y, al hijo, Paco, el cargo de vigilante de los riegos y los turnos de las tandas del agua para regar las fincas que hasta hacía poco tiempo eran de secano.

Las veces que asistieron a las tertulias, en las que estaba yo, nos detallaron el funcionamiento de la Sociedad de Riegos «La Purísima». En una de ellas, el tío José «el francés» nos explicó que, como el canal de riego bordeaba la costera de la sierra de Verdelena, cada vez que llovía de forma torrencial, se cegaba el canal de agua, barro, piedras y matojos, arrastrados de la sierra.. En esas circunstancias se suprimían las tandas y, mientras se limpiaba el canal y se reparaban los desperfectos, atendían los riegos de las tres llaves, por donde podía discurrir el agua, impulsada por el motor.

En la mayoría de las ocasiones, a la tertulia nos acompañaba un rato Paco «el francés», ya que José, el padre, tenía que estar vigilante del funcionamiento de los motores y de la entrada de agua a la balsa para efectuar su distribución.

Paco era más locuaz y nos comentaba que la primera Junta Directiva de la Sociedad de «Riegos del motor La Purísima», fue presidida por Gumersindo Cascales Carrillo y, como Vice Presidente, el señor Reyes, padre de Jesús Reyes (peón caminero y relojero de Ulea); teniendo como vocales a Paulino Martínez y a Joaquín Gregorio Carrillo Benavente.

En otras ocasiones nos hablaba del montaje de las tuberías y las aberturas para colocar las distintas llaves de paso, según la elevación de las fincas que eran de regadío.

El osado Federo le hizo un día una pregunta que nadie más les quiso hacer, aunque estaban deseando saber. Se trataba de Josefa «la afrancesada» que, de vez en cuando cruzaba por la carretera del barco viejo hasta llegar a los aledaños del motor, portando la comida que había preparado para su marido y su hijo. Lo que llamaba la atención de todos los vecinos es que lo hacía montada en una bicicleta de mujer y, ese espectáculo no se había visto ni vivido nunca en Ulea. No era corriente ver a una mujer darle a los pedales, tan lozana, montada en bicicleta. ¡¡Ay los tiempos oscuros de la post-guerra!!

Un día, Luís «el manco» se quejó amargamente de que siempre le tocaba regar en las tandas nocturnas. No le respondieron, se limitaron a decirle: «así te ha tocado». Sin comentarios…

Yo, como era tan pequeño y solo podía acudir cuando no tenía que ir a la escuela, me dieron el oficio de pinche; para llevarles agua, tabaco o las bolsas del almuerzo. Lo que no podían evitar es que les escuchara con atención y captara la sabiduría de los tertulianos y otras de distintas latitudes.

Fuente: J.C. E.

 

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