POR JOAQUIN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Entre los tertulianos, había un hombre de pequeña estatura, un tanto chistoso, con un sombrero que le tapaba hasta las orejas y, casi siempre con un capazo pequeño, de esparto, a las espaldas. Pregunté y me dijeron que vivía en la calle Binondo–junto a la estafeta de Correos, que regentaba el tío Pedro el cartero de Ulea»–
Tenía su finca, en un rellano vallado con unas higueras y, junto a ellas, entre su hijo Antonio y Él, habían construido una pequeña chavola, recubierta cañas y latones grandes, con la finalidad de preservarse del calor veraniego y las lluvias invernales.
Este hombre mayor—desde mi perspectiva de un niño de corta edad, todos ellos se me parecían mayores; algunos muy mayores y, el hombre que cito Federo Carrillo, era uno de los tertulianos de mayor edad.
El material de su barraca—cañas y latones—y sus higueras en terrenos de láguena, son un fiel reflejo de la pobreza extrema de la mayor parte de los dueños de aquellas tierras.
Federo, era un filósofo de la vida y, siempre sereno y sonriente, ante los tertulianos recitaba el tiempo atmosférico de las cabañuelas del día 1 de agosto al 12 del mismo mes y las contra cabañuelas desde el día 13 de agosto al día 24. Sin lugar a dudas, desde mis cortas entendederas, intuí que dominaba bien la meteorología y sus distintas fases.
Pepe Ríos, el más entendido en la materia, le hizo varias preguntas; a las que respondió con tal aplomo que me dio la impresión de que estaba ante un mago del tiempo.
Federo siempre estaba sonriente y, a pesar de sus muchos años, era socarrón y gozaba de buena memoria. Todos le mirábamos y admirábamos y, a veces, aplaudíamos sus intervenciones.
En muchas ocasiones, ante los balidos de los distintos animales de corral, predecía las lluvias, el viento, las tormentas, las heladas e.t.c. Siempre decía que el comportamiento de las cabañuelas repercutía en la agricultura, ganadería y en las personas; sobre todo las propensas a padecer problemas reumatológicos.
Todos le rendían pleitesía y yo, que ignoraba lo que eran las cabañuelas me empapé de todo el espectáculo, a la vez que pude contemplar el cariño y respeto de los demás, tras terminar de describir todo cuanto sabía sobre meteorología.
Verdaderamente, era un pequeño y gran Maestro.
FUENTE: J.C.E.