POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La yuca -así la llamamos en Colunga- tiene el nombre botánico de Yucca gloriosa y según dicen los que saben de esto es una planta arbustiva, perenne, originaria de América nordoriental, perteneciente a la familia de las liliáceas. A lo mejor es verdad.
Yo sólo se que sus hojas, verdes, son más bien coriáceas y que su ápice, muy afilado, pincha con saña y seña de dolor.- Sus inflorescencias, en panícula de casi 1 m de altura, poseen un agrupamiento de flores blancas, colgantes, que es una preciosidad.
En estos días «septembrinos» las yucas están en plena floración y (perdón) yo disfruto de su presencia en verticalidad de cielo contrastándolas con la compañía del «horru» al que prestan complemento de adorno y compañía.
Porque ese que ven en la foto (en la «semeya) es mi hórreo, pequeñín, pleno de historia familiar: tiene más de un siglo y, en su mitad, era del suegro del padre de mi suegro, quien adquirió la otra mitad y, al correr de años, pasó a una tía de mujer y, finalmente, por compra, a nosotros.
El hórreo es despensa y es granero; es almacén de cosas y guardador de secretos; refugio de enamorados y alcahuete de amoríos, como muy bien testimonia el cantar: «Subiose a la panera / la muyer de Pachín. / Y non subió ella sola / que fue con un vecín. / Tuvieron allá xuntos / dos hores y algo más / y tou vino a sabese / pol demoniu del rapaz «.
LES MIOS YUQUES Y EL MIO HORRU, la Asturias tradicional y la Asturias de de la emigración.
Es el casi otoño.