POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Arriondas celebra estos días el XXXI Certamen de la Castaña y Productos de la Huerta.
El magnífico cartel del prestigioso diseñador gráfico Rubén A. Lucas García, de Murcia, ya fue un buen preámbulo publicitario para el festival.
Treinta y una ediciones de exposiciones, homenajes, concursos, conciertos, premios y asturianía han convertido esta celebración en un ya clásico festivo en nuestra comarca, ahora ampliado a los dos primeros fines de semana del mes de noviembre.
Quedan actualmente muy pocos castaños, si hacemos la comparación con tiempos pasados; árboles éstos que fueron siempre parejos con la ancestral cultura asturiana, pero otros intereses los han arrinconado para conseguir rentabilidades más inmediatas.
Las castañas fueron de una importancia decisiva antes que el maíz y las patatas llegasen de América; de modo que la revolución que supuso la fácil adaptación de estos últimos fue total, quedando las castañas en un tercer lugar de prioridades en la vida rural asturiana.
Las reuniones de trabajo cuasi festivo que se organizaban de cara a los amagüestos siguen en la memoria de nuestros mayores, puesto que el significado social de estas reuniones tenía una importancia en los pueblos muy destacada, especialmente para la juventud.
Recoger castañas (o manzanas) era una cuestión pocas veces individual, pues varios miembros de la familia o vecinos eran los habituales encargados de hacerlo, muy especialmente cuando el viento sur hacía su aparición y facilitaba el trabajo para apañar los oricios caídos en propiedades particulares y caminos.
En no pocos casos, con la finalidad de que las castañas conserven su frescura, solían acabar en la cuerria con su espinoso envoltorio, cubiertas por ramas y helechos, y así aguantaban durante muchas semanas sin perder su sabor y grado de humedad.
Es tiempo también de nueces, avellanas, maíz y manzanas, cuya actividad recolectora tuvo un peso específico notable en la mentalidad, cultura y economía asturianas.
Tiempo de sidra -bebida natural donde las haya- apreciada tradicionalmente, y que ha entrado de lleno en la economía de mercado. Sigue Asturias –afortunadamente- cuidando de sus pumares, elaborando sidra, consumiéndola y exportándola. Las plantaciones, injertos y selección de tipos y variedades están a la orden del día, aunque no son pocas las pumaradas que -por diversas razones- presentan un notable estado de abandono.
El muérdago se ha adueñado de miles de manzanos y de otros frutales, a lo largo y ancho del Principado. Cierto es también que, en algunos casos, los campesinos afirman que no les es rentable mantener y cuidar sus pumaradas, debido al bajo precio que les abonan por la producción y que -por ello- les daría mejor rédito dedicar esos terrenos a otro tipo de plantaciones.
Honrados y distinguidos serán los “paisanos del año”, Manuel Alonso García, de la Roza de Parres, decano de los alcaldes de barrio del concejo -con 53 años de servicio como tal- y María Fernández, de Castiello, en cuyas personas se homenajea el trabajo bien hecho, el amor a la tierra y a la serenidad de la que -en su madura expresión- son espejo de una vida plena y ejemplar.
Es ésta una celebración en la que Arriondas rinde homenaje a la Madre Tierra y a los que la trabajan con sus propias manos.
Entre las muchas actividades a destacar está el premio al “Pueblo Ejemplar” del concejo que -en esta décima convocatoria- ha sido obtenido por la localidad de Fuentes, galardón que tiene como objetivo reconocer al núcleo de población, grupo humano o asociación cuyo ámbito de actuación sea rural y que destaque en la defensa y conservación de su entorno natural, de su patrimonio histórico, cultural y artístico o por la realización de obras comunales.
Concluyamos -en estos días de noviembre- con la idea de que en la Naturaleza los seres humanos somos una pieza más, porque es la vida la que nos tiene a nosotros, nos utiliza, nos transcurre y nos abandona cuando le da la gana.
Estos tiempos requieren audacia y prudencia a partes iguales para proseguir sin sobresaltos, siendo prioritario defender un entorno básicamente saludable, ecológicamente rentable y esencialmente natural.
Es tiempo de otoño. Abandonémonos a las perennes reencarnaciones de la Naturaleza; echémonos en brazos de la belleza que nos rodea: sombras y calores, fríos y aguaceros, vientos y serenos, auroras y crepúsculos.