POR MIGUEL ANGEL FUENTE CALLEJA, CRONISTA OFICIAL DE NOREÑA (ASTURIAS).
Excepto el pueblo de Canseco, creo que los demás los conozco aunque solo sea de visita. Lugueros por ser la residencia veraniega de la ilustre y apreciada familia noreñense compuesta por Pedro Velasco y por Luisa Mencía así como los herederos de José Mencía que contagió a sus hijos el amor por aquellos parajes paradisiacos. Los visitamos alguna vez y nos explicaban las leyendas del rio Curueño, La Cuevona del Bodón y los accesos por Vegarada a la cordillera cantábrica. Y me quedé con las ganas de conocer “in situ” esa vertiente asturiana con caída hacía el concejo de Aller. Y aún no perdí la confianza y la esperanza de poder hacerlo un día no muy lejano y disfrutar de la belleza que plasmó el artista Cesar González Pola con el Curueño y el Bodón como protagonistas otoñales.
Hace unas semanas escuché un entrevista televisiva a mi admirada Carmen Lomana a quien saludo todos los veranos en sus visitas –cada vez más escasas – a la localidad llanisca de Celorio donde era conocida en su juventud como “La Promesa”. Carmen con su gracia y desparpajo nos contó a quienes quisimos escucharla, las vicisitudes que tuvo que pasar en su vida, los negocios de su difunto marido y en ocasiones sus problemas familiares como todo hijo de vecino. Y nos contó también ese día que, aunque nacida en León, se sentía muy asturiana pero sin olvidar esa tierra de la montaña central leonesa de donde era originario su bisabuelo a quien recordaba frecuentemente con muchos y buenos recuerdos. Era del pueblo de Canseco, nombre relacionado con el vino hace muchos años al tener algún distribuidor importante en Oviedo antes de que apareciesen las denominaciones de origen por todo el mapa peninsular que lo inundaron por completo.
Y me imaginé a Carmen de jovencita recorriendo aquellos lugares en una moto Vespa al mejor estilo de Audrey Hepburn en “Vacaciones en Roma” ante los ojos de aquellos vecinos sorprendidos por la belleza y simpatía, además de la elegancia de la Lomana. De hacerlo hoy, en vez de la Vespa, iría a bordo de su Jaguar verde, visitaría La Poza de Canseco y buscaría algún superviviente contemporáneo de su abuelo que le haya conocido años ha y le recordase la vivienda colonial que mandó construir su bisabuelo estando Cuba para disfrute de su esposa y que derribaron las envidias de los barbaros en la guerra incivil; sus costumbres, sus vivencias en el pueblo y a sus descendientes que alguno habrá.
FUENTE: EL CRONISTA