POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Se dice que todos los cumpleaños se asemejan, pero algunos señalan una pausa especial porque vienen acompañados de una especie de tiempo extraordinario que indica el impreciso deseo de detenerse, de hacer un prolongado examen con la cabeza vuelta hacia atrás, aunque con cierto riesgo de convertirse en estatuas de sal.
En este 14 de diciembre cumplo 75 años, pero no pierdo en absoluto el equilibrio al mirar hacia atrás desde lo alto de la edad.
Avanza la Humanidad a velocidad de vértigo, porque nos ha llevado en estos últimos cinco quindenios a galopar en la técnica más que en todos los siglos anteriores juntos.
Lo niños, adolescentes y jóvenes de nuestros días ya han nacido con la mente programada para las nuevas y sorprendentes tecnologías, nuevos artificios e insólitas artes y formas de comunicación.
Si -a pesar de tantos inventos- algunos se sientan solos y siguen buscando la felicidad, es otra historia.
Porque hombres y mujeres no han cambiado en esencia y van madurando en el tránsito que los lleva desde la cuna hasta el camposanto.
Cierto es también que a lo largo de nuestras vidas vamos comprobando que muchas cosas no son remediables y que la Humanidad sigue desangrándose en nacionalismos, fundamentalismos, integrismos, y lo convierte todo en arma contra sí: religiones, razas, dioses, dinero, historias…
¿Cómo conseguir la flor del alma que condujo a la oscura Edad Media hacia la luz en un mundo y en unos tiempos actuales prósperos y mendigos a la vez?
Siempre debemos exigir más sensatez para sobrevivir y para progresar, de modo que nuestra experiencia humana tenga una verdadera utilidad personal y social.
Los avances materiales son cada vez más inimaginables, pero el empobrecimiento de los espíritus se acentúa de día en día.
Los años cumplidos nos aseguran que la serenidad y la paz interior son garantías de una vida en la que nos realizamos con orden y sentido, comenzando por admitir que debemos aprender de todo sin olvidarnos de nosotros mismos.
El agua, la tierra, el fuego y el aire tienen sus leyes, igual que el espíritu de hombres y mujeres, leyes que son tan viejas como la Humanidad.
Algunas veces necesitamos una reeducación de nosotros mismos, haciendo balance de creencias, opiniones y puntos de vista, revisando la escala de valores que consideramos inamovible, aunque manteniendo fidelidad a las leyes fundamentales que rigen nuestras vidas.
Cumplir años te hace aprender que las cosas se pueden afrontar de varias maneras, te ayuda a calibrar tus fuerzas, incluso a mostrar serenidad en situaciones difíciles.
El conjunto de conocimientos que cada uno ha ido acumulando a lo largo de los años aporta una riqueza interior muy valiosa.
En ciertos cumpleaños es conveniente hacer una pausa para regalarse momentos de reflexión e introspección agradeciendo todo lo que nos ha sucedido, además cumplir años no es envejecer sino haber vivido un año más.
La experiencia es un grado -por lo menos- que contribuye a que la madurez emocional quede suficientemente consolidada y pueda afrontar con éxito cualquier contratiempo que los años venideros pudieran deparar.
—— Francisco José Rozada Martínez, 14 de diciembre de 2022 ——
FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez