POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, PRESIDENTE DE LA FEDERACION DE ASOCIACIONES DE CRONISTAS DE MÉXICO.
Muy Feliz Navidad con dichas y parabienes que prevalezcan por siempre. Uno de los más bellos obsequios que recibimos en esta vida es cada una de nuestras amistades que nos acompañan en este peregrinar por el mundo.
Para muestra, un botón: Una hermosa historia de amistad – Damasco, Siria / 1889. Si contemplan la fotografía… identificamos a dos personajes. El portador del enanismo es Samir. Es cristiano y no puede caminar. Mohamed es quien lo lleva en su espalda. Él es musulmán y es ciego.
Mohamed contó con Samir para decirle a dónde ir, y Samir usó la espalda de su amigo para navegar por las calles de la ciudad. Ambos eran huérfanos y vivían en la misma habitación.
Samir era un hakawati, tenía el don de contar historias y contó historias de mil y una noches a los clientes de un café en Damasco, Mohamed vendió burbujas frente al mismo café y le gustó escuchar las historias de su amigo.
Un día, cuando se retiró a su habitación, Mohamed encontró a su compañero muerto. Lloró y lloró por su amigo durante siete días seguidos. Cuando se le preguntó cómo se llevaban tan bien, siendo de diferentes religiones, él simplemente dijo esto: «Éramos iguales aquí» señalando mano a corazón.
Abrazos afectuosos desde Zacatecas, una ciudad amistosa y generosa que ha acogido a familias de muchas partes del mundo, entre ellos, de Siria y de esa región histórica que alude la Biblia en sus múltiples pasajes.