POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Trabajo que ha sido publicado en el volumen XVIII, año 2022, de PAX ET EMERITA. Revista de Teología y Humanidades que edita la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, dirigida por don Francisco José Andrades Ledo. La publicación se inserta en la sección de Historia, en las páginas 413-458. Dejo un resumen del mismo y su conclusión:
RESUMEN: Cuando la villa de Montánchez pertenecía a la diócesis de Badajoz, un joven, natural de ella, Antonio Senso Lázaro (1868-1941), llegó al Seminario Conciliar San Atón para recibir formación, porque había percibido la llamada a la vocación del sacerdocio. Tras su ordenación, fue canónigo, muy joven, de la catedral de Badajoz, aprobando después una canonjía en la catedral de San Isidro de Madrid. Se licenció en Teología por el Seminario San Ildefonso de Toledo y en Derecho canónico y civil en la Universidad Central. Designado Rector del Seminario matritense, impulsó las obras del nuevo edificio, dejando en él un recuerdo imborrable.
En julio de 1913 fue preconizado obispo de la Diócesis de Astorga. Consagrado en septiembre, llegó a la catedral de Astorga a finales de diciembre. El obispo Senso tomó por lema “Perfice gressus meos in semitis tuis” (Perfecciona mis pasos en tus caminos). Su pontificado abarcó veintiocho años de trabajo pastoral. En su misión, se fijó enseñar, santificar y regir. Priorizó sus afanes en el Seminario, la formación del clero, los colegios, la enseñanza, Acción Católica y las situaciones sociales con predilección por los necesitados. Fue un incansable visitador por ásperos caminos que lo llevó a las parroquias de los arciprestazgos de la diócesis asturicense. Falleció en 1941, en Astorga, su primera y única diócesis, a la que amó con entrañable cariño y con el postrer suspiro de su alma.
CONCLUSIÓN
Don Antonio Senso Lázaro, extremeño, natural de Montánchez (Cáceres) obispo de Astorga, durante veintiocho años de pontificado, fue considerado perseverante y tenaz, prudente y sabio, espiritual y temporal. Educador eminente. Con su inteligencia estaba su voluntad. Comunicativo y buen conversador. Se fijó como misión la de enseñar, santificar y regir. En sus predicaciones siempre tuvo la palabra oportuna. Generoso con los que necesitaban. “El tiempo, decía, para mí no cuenta”. Repetía a sus colaboradores: “no adelantar nunca un pie, sin tener firmemente asentado el otro”. Se vio acompañado por al menos cuatro sacerdotes extremeños: el almendralejense Enrique Vázquez Camarasa, junto con los montanchegos y alcuesqueños, Melitón Amores González, José Huertas Lancho y Juan Aponte Fragoso, con responsabilidades en la catedral y en el gobierno de la diócesis.
Desde su llegada a la sede asturicense, fijó sus quehaceres apostólicos en el Seminario, ayudado por la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, al que añadió la fundación del Colegio de Vocaciones Eclesiásticas, con el fin de aumentar ministros del Señor. Junto con la Obra Fomento de Vocaciones Eclesiásticas, y la formación del clero. Durante su pontificado se creó la Asociación Cruzada del Clero, proporcionando a los asociados medios legales de defensa contra los ataques y ofensas públicas inferidas. Reclamó sueldos dignos para el clero.
Su pontificado pasó por la guerra de Marruecos, consolando a los astorganos que fueron afectados por ella. Las secuelas de la gripe española que tiñó de luto los pueblos. Vio pasar la primera Gran Guerra desde la neutralidad. Vivió el viaje que hicieron a la ciudad de Astorga, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, a quienes acompañó en la visita a la catedral. Tembló con la II República, viendo de cerca, en Astorga, a Niceto Alcalá Zamora. Le tocó el terrible episodio de la guerra civil y sus graves secuelas. Junto con los dos primeros años de la II Guerra Mundial. Senso rezó ante la locura de la humanidad.
Falleció el jueves 21/VIII/1941, en Astorga, su primera y única diócesis, “A la que amó con entrañable cariño y con el postrer suspiro de su alma”. Su tumba está al lado de la Epístola de la capilla de la Inmaculada de la catedral. Su funeral fue presidido por el arzobispo de Valladolid, don Antonio García García. En la publicación extraordinaria del Boletín Eclesiástico del Obispado de Astorga, se decía: “como los siervos buenos de la parábola, supo hacer y producir y aumentar los talentos que de su Señor recibiera: Euge, serve bone et fidelis… intra in gaudium Domini tui”.
Antes de marchar a las moradas eternas, el obispo Senso distribuyó sus escasos bienes propios entre varias obras benéficas y piadosas, figurando una beca para el seminario de Astorga. Fue capellán de honor del rey y estuvo en posesión de la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII, Cruz blanca del Mérito Militar y Caballero de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.