POR JOSÉ ANTONIO AGUNDEZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES (CÁCERES).
Colmada la noche de las supremas ilusiones, la mañana del Día de Reyes se dedicaba a mostrar a familiares y amigos el acierto y la generosidad de Sus Majestades. Cada uno fardaba lo que podía, haciendo alabanzas de aquel regalo, más o menos deseado, que tenía entre las manos.
Después de misa había que ir volando al comercio del Sr. Emiliano -esquina calle Fajardo con Santa María-, donde en el despacho de aguardiente esperaba sentada en una inmensa camilla la Sra. María vendiendo las entradas del cine para la sesión de tarde. Había que reservarlas rápido pues el lleno estaba asegurado. Ni siquiera era necesario echar un vistazo a las carteleras: sin lugar a dudas la pantalla del cine de invierno se cubriría un año más con un nuevo episodio de las aventuras de Tarzán. Lo que nos distraía la atención era el conjunto de juguetes expuesto delante de las carteleras que los dueños del cinematógrafo tenían como reclamo y que serían sorteados a mitad de la función. Así es que después de comer, tempranito, todos al cine, pues había que coger sitio y aquello se ponía de padres y niños de bote en bote. Y así, entre chasquidos de pipas, tratos con el caramelero y las pataletas de los que estaban en el gallinero, no perdíamos detalle de una película en la que Jhonny Weissmüller encarnaba a un fornido, bondadoso y legendario personaje de la selva en permanente lucha contra la perversidad.
Durante el descanso se procedía a la rifa de los mencionados juguetes. ¡Nada, otro año que no hubo suerte! Y reanudada la película, cuando ya al final la cosa se ponía muy fea y había que salvar a Jane, avisado por su fiel mona Chita, Tarzán era capaz de reunir con su característico grito a una infinidad de toda clase de animales que en singular estampida acudían en su socorro poniendo en fuga a los malvados, siendo recibidos por la platea con una entusiasta salva de aplausos. Así el bien se imponía al mal, porque en aquella época, creedme, el bien siempre triunfaba ayudado por las fuerzas de una naturaleza respetada y cómplice.
FELIZ TARDE DE REYES.